El compromiso de las FARC de finalizar su guerra para derrocar al gobierno de Colombia es un gran paso para reducir la violencia en el país. Pero el fin del conflicto civil que se ha extendido por cinco décadas está aún muy lejos.

A continuación se presentan las ocho razones por las que, incluso si las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se desarman y desmovilizan, el conflicto civil continuará:

1) El ELN permanece activo

Incluso si las FARC firman un acuerdo de paz, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) todavía está activo y en expansión, con sus 2.500 miembros. Como las FARC, se trata de un grupo marxista-leninista que lleva 54 años tratando de derrocar al gobierno. El proceso de paz con el ELN aún no ha comenzado y parece poco probable que comience pronto. El presidente Juan Manuel Santos ha exigido que el ELN abandone la práctica del secuestro como condición para sentarse en la mesa de conversaciones. Las FARC aceptaron esa condición, pero hasta ahora el “Primer Comandante” del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista, alias “Gabino”, aunque afirma que el grupo ha reducido los secuestros, no se comprometerá a poner fin a esta práctica. Quizá ello se debe a que él no puede garantizar que todas sus unidades obedecerán tal orden.

2) El ELN plantea desafíos de negociación diferentes

Incluso si mañana comenzara un proceso formal de paz con el ELN, las posibilidades de llegar a un acuerdo significativo con esta organización, que es más fracturada y federada, son mucho más difíciles que con las FARC, que está integrada de una manera más vertical y disciplinada. Aunque parecería sencillo que el ELN firme el mismo acuerdo que las FARC, dicho grupo cree que la sociedad civil debe estar involucrada en el proceso, otro factor que podría entorpecer las negociaciones.

3) Divisiones al interior de la estructura de mando del ELN

Si bien el ELN tiene un Comando Central (COCE), que es el equivalente al Secretariado de las FARC, parece estar dividido en cuanto al tema de las conversaciones de paz. La investigación de campo de InSight Crime en Arauca, en la frontera con Venezuela, demostró que el miembro más reciente del COCE, Gustavo Aníbal Giraldo Quinchía, alias “Pablito”, se opone al diálogo en las condiciones actuales. Fuentes de inteligencia militar también han sugerido que Pablito es ahora el jefe militar del ELN, en remplazo de Eliécer Erlington Chamorro Acosta, alias “Antonio García”, quien está encargado de manejar las negociaciones con el gobierno. Además dirige el Frente de Guerra más rico, poderoso y beligerante del ELN, asentado en Venezuela y activo en los departamentos colombianos de Arauca, Boyacá, Casanare y Norte de Santander.

4) Transferencia de recursos económicos y criminales de las FARC al ELN

Ya hay evidencias de que en ciertas partes del país, como en el norte de Antioquia, ha habido transferencias de hombres, armas y economías criminales de las FARC a unidades del ELN. Esto puede ocurrir en tanto los miembros de las FARC que estén disconformes con el acuerdo firmado, o que no estén dispuestos a abandonar la lucha armada, pueden aliarse con sus primos del ELN o unirse a sus filas.

5) El auge de la droga

El ELN puede incrementar su participación en el narcotráfico y fortalecer sus finanzas. En los últimos dos años, los cultivos de coca y la producción de cocaína se han duplicado. Esto significa que los ingresos de los actores ilegales han aumentado exponencialmente. Aunque hasta 1998 el ELN, bajo su anterior comandante, el exsacerdote español Gregorio Manuel Pérez Martínez, alias “El Cura Pérez”, se negó a participar en el narcotráfico por razones ideológicas, actualmente muchas unidades del ELN participan en el tráfico de drogas como los hacen sus primos de las FARC; de hecho, Pablito tiene una orden de extradición de Estados Unidos para enfrentar cargos de narcotráfico. El crimen organizado transnacional prefiere que los rebeldes permanezcan en el campo de batalla, dado que tradicionalmente ellos han controlado la fase final de producción y han protegido los cultivos.

6) El riesgo de disidencias al interior de las FARC

Lo único que se necesita para continuar la lucha armada es que haya suficientes comandantes de rango medio, o un alto comandante con bastante poder en el movimiento, de modo que las FARC permanezcan en el campo de batalla de manera “real” o “continuada” y con un mensaje revolucionario y una fachada de insurgencia. Ya existen precedentes de esto último. En el año 2006, luego de la desmovilización del movimiento de derechas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), de la noche a la mañana surgió una nueva generación de grupos criminales, denominados Bacrim (o “bandas criminales”), bajo el comando de líderes de rango medio y afirmando ser herederos de los paramilitares. En cuanto a los guerrilleros, está el caso del Ejército Popular de Liberación (EPL). Si bien la mayor parte de este movimiento se desmovilizó en 1991, cerca del 20 por ciento de los guerrilleros se negaron a entregar sus armas y permanecen en pie de lucha. El último bastión de este grupo tiene presencia en el Catatumbo, departamento de Norte de Santander, y está ampliando su presencia y su poder gracias a la profunda participación en el tráfico de drogas, manteniendo su fachada ideológica y trabajando estrechamente con las comunidades locales en sus áreas de influencia.

7) El asesinato de líderes de las FARC

Uno de los mayores retos para una desmovilización duradera es el riesgo de que los líderes de las FARC sean asesinados cuando dejen sus emplazamientos en las montañas y selvas para entrar en la vida política. El asesinato de casi 4000 miembros de la Unión Patriótica, grupo con el que las FARC intentaron ingresar en la política convencional en la década de los ochenta, aún ensombrece al movimiento guerrillero. Activistas de restitución de tierras, dirigentes sindicales, líderes comunitarios y políticos de izquierda locales continúan siendo asesinados con alarmante regularidad. Una campaña de asesinatos de miembros de las FARC luego de un acuerdo podría llevar a que algunos elementos rebeldes vuelvan a la selva para retomar las armas.

8) Caos en Venezuela

Tanto las FARC como el ELN tienen presencia significativa en Venezuela, una zona donde han encontrado resguardo y posibilidades de logística. El colapso económico y la creciente lucha política en Venezuela plantean el riesgo de que aumenten el descontento popular e incluso los conflictos civiles. En caso de que se presente un colapso y un conflicto abierto en Venezuela, es posible que algunos elementos de las FARC y el ELN decidan que la lucha revolucionaria puede continuar en y desde Venezuela, lo cual le daría un nuevo impulso a la insurgencia colombiana. La situación en Venezuela también opacaría las posibilidades de una victoria militar de Colombia sobre los guerrilleros. Si los dirigentes guerrilleros viven en Venezuela, y si tienen acceso a armas y dinero allí, ¿por qué se expondrían a que los bombardeen en Colombia?

Jeremy McDermott is co-founder and co-director of InSight Crime. McDermott has more than two decades of experience reporting from around Latin America. He is a former British Army officer, who saw active...

10 respuestas a “8 razones por las que el posconflicto en Colombia aún está lejos de lograrse”