De acuerdo a un reciente estudio, el homicidio de jóvenes se ha incrementado más del 300 por ciento en Brasil en los últimos 30 años, como posible resultado de la expansión del narcotráfico que ha hecho de los jóvenes un objetivo de las pandillas que buscan reclutarlos.

El estudio del sociólogo Julio Jacobo Waiselfisz, llamado “Mapa de violencia 2012: Niños y Adolescentes de Brasil” (El original “Mapa da Violencia 2012: Criancas e Adolescentes Do Brasil”), reveló que entre 2980 y 2010, la tasa de homicidio para personas menores de 19 años era de 13,8 por cada 100.000 habitantes, un incremento del 436 por ciento. Esto se compara con el incremento total de homicidios en el país cuya tasa fue de 26,2 por cada 100.000 habitantes, marcando un aumento del 124 por ciento para el mismo periodo, de acuerdo a otro estudio de Waiselfisz. En otras palabras, los jóvenes fueron asesinados a un ritmo hasta tres veces más acelerado que el resto de la población.

Según el informe, los más afectados fueron los jóvenes de 19 años entre los años 2000 y 2010, con una tasa de homicidio de 60 por cada 100.000 habitantes –más del doble de la tasa nacional. Pese a ser el grupo de edad más afectado, la tasa se mantuvo relativamente estable durante esa década. En contraste, los jóvenes entre los 13 y 18 años vieron aumentos en sus respectivas tasas de homicidios, siendo los de 17 años los que sufrieron el mayor aumento pasando de una tasa de 44,2 homicidios por cada 100.000 habitantes en el año 2000 a una de 52,5 en 2010.

Este crecimiento exponencial en los homicidios de jóvenes, especialmente adolescentes masculinos (las mujeres constituyen cerca del 10 por ciento de las víctimas de homicidios), coincide con el crecimiento y evolución del narcotráfico en Brasil en las últimas tres décadas, un fenómeno que absorbe jóvenes de manera incremental.

En un estudio de 2003 sobre jóvenes involucrados en el narcotráfico en Rio de Janeiro, un ex joven narcotraficante activo en la década de los setentas, describió cómo la llegada del tráfico de cocaína en la ciudad significó el aumento del reclutamiento de jóvenes por parte de las pandillas para aumentar su pie de fuerza. Un reporte de 2007 de la revista alemana Der Spiegel confirmó esto, demostrando cómo las pandillas usaban niños para trabajar, drogándolos para desensibilizarlos de los actos de violencia que eran obligados a cometer.

Brasil fue inicialmente un lugar de tránsito para la cocaína que iba hacia Europa pero eventualmente se transformó en un mercado clave para los narcotraficantes. La evolución del mercado domesticó –Brasil es actualmente el mayor consumidor de cocaína en la región– ha significado el aumento del narcotráfico en el país, en vez de mantener epicentros tradicionales del crimen organizado como Rio y São Paulo. Junto con el aumento en el uso de cocaína y la proliferación de mercados locales, se ha dado también la aparición de otras drogas, por ejemplo el crack, el cual se ha retirado de São Paulo en la última década, en donde se encontraba confinado en la década de los noventa según Associated Press.

El gobierno ha llevado a cabo esfuerzos para incrementar la seguridad en una de las más grandes ciudades del país en los últimos años, algo que podría explicar por qué las tasas de homicidios de jóvenes en Rio y São Paulo han sido reducidas en la última década, un 34 y 76 por ciento respectivamente. No obstante, este aumento en la seguridad ha contribuido a que muchas pandillas se hayan visto obligadas a montar sus operaciones en otras partes de Brasil, regiones que ahora se encuentran enfrentando los mayores incrementos en el homicidio de jóvenes, posiblemente como un resultado directo de esto. Un área particularmente afectada por el aumento de las pandillas de narcotraficantes ha sido el norte y el noreste del país. Por ejemplo, el estado de Bahía, cuya capital es Salvador, vio un incremento de más del 500 por ciento en el homicidio de jóvenes, mientras que Para y Rio Grande do Norte, aumentaron casi cuatro veces de 2000 a 2010.

La tasa de homicidio de jóvenes en Brasil de 13,8 por cada 100.000 habitantes hace del país un lugar más peligroso para los jóvenes que Guatemala o Colombia, cuyas tasas eran de 12,1 y 11,4 en 2008, respectivamente. Esto es particularmente sorprendente en el caso de Colombia, cuyas bandas criminales al igual que los ejércitos guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), son conocidas por reclutar activamente a niños y jóvenes. Según el International Crisis Group, la edad promedia de reclutas de las FARC es de 12 años. En Guatemala, por su parte, el número de jóvenes en las pandillas ha llevado a que el presidente Otto Pérez, apele a que las cortes juzguen niños de hasta 12 años como adultos.

Los jóvenes de Brasil no enfrentan un conflicto interno, como sí lo hacen algunos de Colombia, y el país no está afectado por la violencia del narcotráfico de la misma forma que sucede en Guatemala que enfrenta una tasa nacional de homicidio de casi 42 por cada 100.000 habitantes; pero aparentemente las estadísticas confirman que se encuentran en un mayor peligro.

En palabras del mismo estudio, “Los homicidios en general, y de adolescentes y jóvenes en particular, se ha vuelto el talón de Aquiles de los Derechos Humanos en el país, debido a su fuerte incidencia en sectores de la sociedad que son considerados vulnerables, o específicamente protegidos: niños, adolescentes, jóvenes, adultos mayores, mujeres, negritudes, etc.”. Las conclusiones del estudio pueden ser amplias, pero difíciles de refutar. Mientras Brasil ha logrado un progreso significativo en términos de seguridad pública, una epidemia de homicidios en los jóvenes, ligada a las nuevas tendencias del crimen organizado, como el aumento de grupos criminales y la introducción de nuevas drogas, ha emergido para amenazar la noción de que el país se está volviendo fundamentalmente más seguro, especialmente para su población más vulnerable.

3 respuestas a “A Medida que el Narcotráfico se Expande, el Homicidio de Jóvenes Aumenta en Brasil”