Los acontecimientos de los últimos meses en Michoacán dan la impresión de que todo ha cambiado. La entrada en la cárcel de Servando Gómez, “La Tuta”, líder de los Caballeros Templarios, y la salida de Hipólito Mora, un carismático líder de las autodefensas michoacanas, son ejemplos de ello. Sin embargo, en este estado del Pacífico los nombres varían, las inercias institucionales permanecen y las estructuras criminales lo aprovechan.

El panorama que encontrarán Mora y el resto de liberados por los enfrentamientos del pasado 16 de diciembre es el de un Michoacán con diferentes grupos que, con independencia de la etiqueta de “criminal” o “autodefensa”, se han posicionado para repartirse los restos dejados por el debilitamiento de los Templarios, culminado por la captura de La Tuta.

Algunos, como Los Viagras, se han reforzado. Con una larga implantación en la región, y relacionados con los sucesivos grupos hegemónicos —

la Familia Michoacana, los Caballeros Templarios o el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG)—, los hermanos Sierra Santana han sabido explotar su destreza en el uso de la fuerza, presentándose como los intermediarios idóneos para acciones violentas. Ese fue el bagaje que ofrecieron para liderar una sección especial dentro de la Fuerza Rural, el G-250, encargado durante un año de la búsqueda de La Tuta.

Sería aventurado pensar que los Caballeros Templarios están acabados.

Es probable que los mismos vínculos criminales que los pusieron en una situación idónea para rastrear al líder de los Templarios hayan provocado su consideración de problemáticos. El acuerdo del pasado 15 de diciembre entre Alfredo Castillo, en ese momento Comisionado para la Seguridad en Michoacán, y las Fuerzas Rurales, acordaba su final. Del punto segundo del pacto se deducía la voluntad de los poderes federales de fijar unos límites territoriales para las autodefensas, un claro mensaje a grupos como Los Viagras, caracterizados por su tendencia a romper las áreas de influencia pactadas.

La decisión de acabar con el G-250 pudo haber influido en la toma de Apatzingán de diciembre pasado, promovida presuntamente por individuos cercanos a Los Viagras y a la Familia Michoacana. En enero, con un balance de seis muertos, fuerzas federales recuperaron el edificio de la capital de la Tierra Caliente michoacana.

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Entre los detenidos, se encontraba un hijo de “El Chango” Méndez, líder encarcelado de la Familia, quien fue posteriormente liberado entre polémicas. Su rol es una muestra más de la pervivencia en Michoacán de redes criminales, algunas conocidas y dadas por acabadas, como la de la Familia, o persistentes durante años en el anonimato, como la de los Sierra Santana.

H3: Los enemigos acérrimos de los Caballeros Templarios

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Luis Antonio Torres, alias “El Americano”

Un ejemplo de estas redes es la que tiene como muestra más visible el grupo H3. Promovido por Simón “El Americano”, también liberado de prisión recientemente, ha protagonizado enfrentamientos con sectores de las autodefensas cercanos a Hipólito Mora. Según Humberto Padgett, este grupo se ha forjado en la lucha contra los Templarios y sería cercano a Estanislao Beltrán, líder visible de la Fuerza Rural y también presuntamente relacionado con “El Chango”.

Los H3, como Los Viagras, han tenido tratos con la Familia Michoacana, aunque con diferencias. El grupo de los Sierra Santana ya existía antes de la crisis de las autodefensas y parecía tener una relación asociativa con algunas organizaciones criminales de la región. Mientras que el de “El Americano” es una plataforma perfilada durante el conflicto entre autodefensas y Templarios. Ha sido suficientemente incluyente como para reunir a individuos relacionados con grupos preexistentes, tanto opuestos a los Templarios como excolaboradores de esta organización.

El CJNG: Un poderoso actor local

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Juan José Farías, alias “El Abuelo”

Otras redes que operan en el nuevo panorama michoacano se explican por sus vínculos con el CJNG, un pujante actor regional adaptado a la nueva situación. Por ejemplo, a Juan José Farías, “El Abuelo”, un destacado integrante de las autodefensas, se le reconocen relaciones con carteles históricos en la región. Además, es hermano de un exalcalde del municipio Tepalcatepec, uno de los afectados por la fallida operación judicial contra funcionarios públicos supuestamente vinculados al crimen organizado, denominada “Michoacanazo”. Es previsible que los recientes acontecimientos hayan dejado a las redes construidas por Los Farías en una buena posición para aprovechar el peso regional ganado por el CJNG.

La Nueva Línea: Ganando terreno ininterrumpidamente

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Roldán Álvarez Ayala

Un perfil similar a Los Farías es el de Los Álvarez. Este grupo, denominado por algunas fuentes como “La Nueva Línea”, también habría reforzado su presencia tras los enfrentamientos entre autodefensas y Templarios. Desde al menos 2012 se conocen incidentes de este grupo también ligado al CJNG, el último de ellos en Apatzingán, donde algunos de sus miembros fueron detenidos por extorsión. Uno de los personajes clave en esta organización podría ser Roldán Álvarez Ayala, familiar directo de los detenidos y que ha ocupado cargos municipales y federales. Actualmente se le busca por peculado.

¿Qué futuro le espera a Michoacán?

Sería aventurado pensar que los Caballeros Templarios están acabados. Debilitados en Michoacán, muchos de sus miembros pueden trasladarse a lugares donde aún tienen fuerte presencia. Por ejemplo, Guerrero es un destino natural. Según el informe “Guerrero: atrapados en el círculo de la violencia”, que analiza la violencia en ese estado colindante con Michoacán, los Caballeros Templarios actúan en más de una decena de municipios guerrerenses, principalmente de la región de Tierra Caliente. Esta dinámica sería similar a la expansión de La Familia Michoacana a ese lugar.

Lo anterior ejemplifica que la historia de los grupos ilegales en Michoacán es similar a entornos como el colombiano, donde la mutación de las organizaciones criminales es continua. Por citar un ejemplo, es difícil calibrar cómo afectará la crisis de las autodefensas a los poderes públicos, pero es lógico pensar que muchos grupos, algunos ilegales, intentarán influir directamente en las instituciones.

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A más de dos años del alzamiento de las autodefensas michoacanas, es indudable que la estructura de protección de los Templarios ha sido afectada, con detenciones de cientos de servidores públicos. Además, la formación de una Fuerza Rural con los civiles alzados ha legalizado un proceso que amenazaba con llevar a las instituciones michoacanas a un punto de no retorno. La reconducción del problema, según el calendario, debería finalizar con la incorporación de los rurales a una Fuerza Ciudadana en el marco del ambiguo “mando único” policial.

Pero esto no debería hacer olvidar que la actuación federal de la crisis de las autodefensas ha sido una gestión, más que una solución. El resultado de esta intervención es una reordenación temporal de grupos ligados a intereses ilegales. En Michoacán, las posibilidades de los negocios ilícitos no se agotan en el modelo extorsivo de la organización liderada por La Tuta.

*Jesús Pérez Caballero tiene un PhD en Seguridad Internacional del Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado (Madrid, España) y trabaja como investigador independiente en temas de crimen organizado, tráfico de drogas y derecho penal en Latinoamérica. Actualmente hace parte del programa posdoctoral de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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