En nuestra sesión de Facebook Live del 6 de julio, el editor sénior Mike LaSusa y la periodista independiente Angelika Albaladejo hablaron de su reciente investigación sobre los programas de prevención de violencia con base en el hip hop en Latinoamérica, y sobre los desafíos para su implementación.

La conversación se inició con la descripción que hizo Albaladejo sobre los orígenes y las tácticas de dos colectivos de hip hop en la Comuna 13, uno de los barrios más violentos de Medellín, Colombia.

Estos grupos de hip hop “decidieron que uniéndose podrían ayudarse y hacer frente a algunas de las pandillas que controlan su barrio”, dijo Albaladejo.

Ambos grupos tienen sus propias maneras de abordar el crimen organizado en la zona.

“Casa Kolacho es básicamente un centro comunitario donde instructores como Kbala les enseñan a los jóvenes diversos métodos no violentos de resolución de conflictos y los animan a participar en actividades como la grabación de música rap [y] el dibujo de grafitis en el barrio”, explicó Albaladejo, quien agregó que las comunidades dicen que estas actividades son una buena manera de mantener a los jóvenes alejados de las pandillas y el crimen.

Además, el colectivo lleva a los turistas a un “tour de la transformación” de la Comuna 13, con el fin obtener fondos para sus actividades.

AgroArte, la otra organización de base que Albaladejo visitó en la comuna, funciona de una manera más práctica y tradicional.

Dirigido por el rapero AKA, el grupo se basa en la idea de “hip hop agrario”, un estilo que fusiona las raíces rurales de muchos de los miembros de la comunidad con proyectos de jardinería en los que participan personas de todas las edades. Esta diversidad se aprecia especialmente en la actividad de “La Abuela Rapera”.

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Albaladejo y LaSusa también hablaron sobre cómo los gobiernos de la región están reconociendo el impacto positivo que han tenido las iniciativas como Casa Kolacho y AgroArte en los jóvenes en riesgo. Y aunque a veces los gobiernos han proporcionado fondos para estos grupos, no siempre son coherentes en su posición frente a ellos.

Por ejemplo, Albaladejo dijo que los efectos a largo plazo de Más Barrio Comunidad Trabajando —un programa de prevención de la violencia en Guadalajara, México, que logró reunir a miembros de pandillas rivales a través de las artes— se pusieron en riesgo cuando el gobierno decidió dejar de financiar este tipo de iniciativas.

Albaladejo dijo además que los estereotipos asociados con el hip hop pueden contribuir a la resistencia de los gobiernos y las comunidades frente a este tipo de programas, especialmente en Centroamérica.

“Debido a sus orígenes rebeldes, el hip hop es muy popular entre los jóvenes de estos barrios marginados, donde se instalan este tipo de bandas violentas”, dijo Albaladejo.

Pero si bien es cierto que el hip hop se ha asociado con las pandillas en el continente americano, es claro que puede ser utilizado para prevenir la violencia y evitar que los jóvenes marginados se vinculen a ellas.

Al final de la conversación, LaSusa y Albaladejo concluyeron que, aunque programas como AgroArte son prometedores, se necesitan análisis más rigurosos de sus pros y sus contras con el fin de determinar cómo hacer para que el hip hop sea una herramienta más eficaz para la prevención de las pandillas y la violencia.

Vea la conversación completa en la transmisión de Facebook Live: