La captura del capo Miguel Ángel Treviño, principal líder de los Zetas, por parte de la armada ofrece señales alentadoras a los que combaten el crimen en ambos lados de la frontera, sobre la esperanza de México de hacer que sus violentos y codiciosos mafiosos estén bajo control.

La captura de Treviño sugiere que el Presidente Enrique Peña Nieto sigue dispuesto a trabajar en estrecha colaboración con las agencias de Estados Unidos, en la lucha contra los grupos criminales. Esto indica que podría otorgárseles la más alta prioridad a los capos más violentos. Esto confirma que, pese a que se habla de reconsiderar el papel del ejército en la lucha, las tropas se quedarán en el frente de batalla.

El arresto del lunes, antes del amanecer, realizado mientras Treviño viajaba con sólo dos sicarios en una carretera secundaria, a unas 20 millas (poco más de 32 kilómetros) de la frontera sur de Texas, resalta el papel fundamental que todavía desempeñan las fuerzas especiales de la Armada mexicana, las cuales han sido apoyadas y amparadas por Washington.

Pero el ocaso de Treviño también trae estas duras verdades: hay muchos más personas con ansias de poder de donde él venía y su lucha por el poder, la riqueza y la fama desatarán un baño de sangre, con tanta seguridad como la noche sigue al día.

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“Definitivamente va a haber consecuencias, dado que la organización de los Zetas es muy vengativa”, dice Mike Vigil, ex jefe de la DEA en Ciudad de México, quien ahora es un consultor privado especializado en los grupos del crimen organizado en México. “Habrá represalias.”

El supuesto sucesor de Treviño es su hermano menor, Alejandro, llamado Omar, quien dirige las operaciones del grupo de Piedras Negras, aguas arriba del Río Grande desde el bastión del grupo en Nuevo Laredo. Vigil señala que Omar, también conocido como Z-42, se ha jactado públicamente de que mientras Miguel Treviño podría haber matado a 2.000 personas, él mismo ha matado a unas 1.000.

“Omar es tan despiadado y violento como su hermano”, dice Vigil. “No creo que sea tan inteligente. Pero es lo suficientemente capaz de controlar a los Zetas. Aprendió de Miguel.”

No obstante, los hermanos Treviño han enfrentado recientes rebeliones de lugartenientes de los Zetas, quienes sospechan que ellos traicionaron a sus rivales dentro de la organización. Entre los traicionados están Jesús Enrique Rejón, “El Mamito”, capturado hace dos años y quien ahora es un testigo del gobierno de Estados Unidos; Iván Velásquez, llamado “El Talibán”, detenido en septiembre; y el ex jefe de los Zetas Heriberto Lazcano, Z-3, dado de baja por la Armada mexicana al norte México en octubre pasado.

Aquellos leales a estos tres hombres puede que tengan entre ojos a Omar, quien también es probable que se encuentre en el radar de las fuerzas de seguridad de Estados Unidos y México. En caso de que Omar caiga, Zetas menos importantes, cuyos nombres son conocidos sólo en las ciudades y pueblos que están atormentando, seguramente lucharán unos contra otros con la esperanza de reemplazarlo.

Eso fue lo que sucedió en Acapulco y en otras áreas otrora en las garras del clan de los Beltrán Leyva, el cual en gran medida empezó un periodo de declive luego de que los infantes de marina mexicanos, apoyados por Estados Unidos, dieran de baja al capo de la familia, Arturo, en diciembre de 2009, y la policía rápidamente arrestara a sus principales lugartenientes. Grupos más pequeños han surgido de los remanentes de los Beltrán Leyva, más dedicados al secuestro y la extorsión, y aún más brutales que el grupo que los engendró.

La lucha interna de los Zetas, así como las ofensivas por parte de Joaquín “El Chapo” Guzmán, el Cartel del Golfo y otros rivales para desplazarlos, podrían provocar sangrientas batallas en todo el territorio del grupo, en especial, los estados fronterizos del noreste: Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León.

Guzmán, ahora aliado con los antiguos enemigos del alguna vez dominante Cartel del Golfo, ya está tratando de tomar Nuevo Laredo, un punto clave de contrabando que él intentó y no pudo arrebatarle a los Zetas entre 2004 y 2005. El Cartel del Golfo, cuyos principales jefes fueron capturados el pasado otoño, ha recuperado el terreno perdido de los Zetas en Monterrey y se han movido hacia el estado occidental de Zacatecas, el cual ha sido un fortín de los Zetas.

“Damos todo el apoyo al CDG [Cartel del Golfo], para limpiar de Zetas a México”, dicen unas pancartas que aparecieron el lunes en Tamaulipas supuestamente firmadas por Guzmán, quien se presenta como un mafioso menos sanguinario que deja en paz a los inocentes.

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Análisis de InSight Crime

Peña Nieto ha prometido reconsiderar la estrategia militar liderada por su predecesor, Felipe Calderón, que buscaba capturar a los capos y desplazar a los grupos de su territorio. En cambio, Peña Nieto ha hecho hincapié en atacar las raíces sociales de la cultura mafiosa de México y centrarse en los crímenes, como la extorsión y el secuestro, que más afectan a los mexicanos. Mientras tanto, los críticos en ambos lados de la frontera han expresado su temor de que Peña Nieto podría tratar de llegar a un acuerdo con los grupos a cambio de menos derramamiento de sangre, haciendo eco al enfoque alguna vez adoptado por su partido, el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Pero la brutalidad y el alcance territorial de los Zetas -operan en 20 de los 32 estados de México, así como en Centroamérica- han hecho que sea imposible ignorarlos. La preferencia de los Zetas de atacar a las comunidades en lugar de simplemente traficar drogas hacia Estados Unidos, hace que sea esencial ir por ellos.

La captura de Treviño sin duda ha aumentado las credenciales de Peña Nieto en la lucha contra el crimen. También reafirmó el valor de las fuerzas especiales de la Armada de México, las cuales condujeron la lucha bajo el mandato de Calderón, pero cuyas operaciones se han reducido, al menos públicamente, bajo el de Peña Nieto.

La operación coordinada, la cual las autoridades mexicanas dicen que se logró sin disparar un solo tiro, también sugiere una estrecha colaboración con los servicios de inteligencia de Estados Unidos, probablemente involucrando los drones de vigilancia que patrullan las zonas fronterizas.

Debido a la vigilancia, los jefes de los grupos han abandonado, en gran medida, su práctica de viajar en convoyes de camionetas armadas, pero fáciles de identificar. En octubre pasado, infantes de marina mexicanos dieron de baja a Lazcano, el predecesor de Treviño como el jefe de los Zetas, mientras asistía a un partido de béisbol en Coahuila, acompañado de sólo dos guardaespaldas.

Aunque la captura de Treviño es un golpe maestro para Peña Nieto, las anteriores remociones de capos a menudo, incluso, han provocado más violencia.

Pocos de los actuales reclutas de los Zetas tienen el entrenamiento y la disciplina militar de aquellos que fundaron el grupo criminal a finales de los años noventa. Ahora sueltos, estos homicidias desquiciados siguen estando profundamente arraigados en muchas ciudades y pueblos mexicanos.

“(…) esto bien puede acabar con los Zetas como organización, pero no como ethos, como modo de operación, como maldita forma de obtener dinero a costa del sufrimiento indescriptible de terceros (…)”, escribe el analista sobre el crimen, Alejandro Hope, en su blog Plata o Plomo. “Eso todavía nos va a acompañar por un buen rato”.

Frente a esa verdad, Peña Nieto y su equipo de seguridad deben ahora mantenerse firmes, decididos a acabar con los Zetas de una vez por todas.

7 respuestas a “Lo que Sigue Tras la Captura del Líder de los Zetas en México”