El que fuera considerado el capo más poderoso de República Dominicana y Puerto Rico ha sido declarado culpable y sentenciado a décadas en una cárcel de Estados Unidos, lo que lleva a preguntarse quién tomará la iniciativa para hacer al control del creciente tráfico de drogas en este pequeño pero importante corredor de drogas.

José David Figueroa Agosto, puertorriqueño conocido con el alias de “Junior Cápsula”, fue sentenciado a 30 años de prisión por narcotráfico, según informaron los medios locales el 8 de agosto. La sentencia fue pronunciada por un juez federal estadounidense en mayo, como parte de una negociación de penas, pero hasta hace poco se mantuvieron en secreto los documentos judiciales relevantes.

Un pliego de cargos de 2010 acusaba a Figueroa Agosto del envío de unas 3 toneladas de cocaína colombiana entre 2000 y 2001. Se cree que su organización controló hasta el 90 por ciento del tráfico de narcóticos que pasaban por República Dominicana y Puerto Rico en el punto máximo de su poder. Esto llevó a que eventualmente se llamara al puertorriqueño el “Pablo Escobar del Caribe”, por el estilo de vida derrochador que llevaba, bajo diversas identidades falsas, e incluso por haber recurrido a la cirugía plástica para evadir su captura.

Según el pliego de cargos, Figueroa Agosto compraba cocaína colombiana y la embarcaba directamente desde Colombia o a través de la vecina Venezuela hasta Puerto Rico. Un boletín de prensa del Departamento de Justicia de Estados Unidos indica que su grupo también traficó heroína, y en ocasiones usaba yates privados para llevar millones en efectivo, producto de las ventas de narcóticos, de vuelta a República Dominicana.

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Al inicio de su carrera en el negocio de la droga, Figueroa Agosto asesinó a una persona de quien él creía que había robado cocaína, un delito por el que fue condenando a más de 200 años en prisión en 1995. Pero cuatro años después, el ciudadano puertorriqueño salió de prisión por la puerta principal con una orden de liberación falsa, muy probablemente con ayuda de guardias en connivencia con él.

Figueroa Agosto logró ser liberado dos veces más en República Dominicana, al parecer con sobornos a funcionarios, antes de su arresto final en Puerto Rico en 2010. Hubo rumores de que incluso habría sobornado a un candidato presidencial. Y en 2015, el defensor de Figueroa Agosto fue condenado a casi seis años en prisión por lavado de activos. El Departamento de Justicia de Estados Unidos afirma que el abogado usó dinero del narcotráfico para sobornar a funcionarios puertorriqueños con la esperanza de lograr la anulación de la pena original por homicidio.

Análisis de InSight Crime

Más allá de esta pintoresca historia, Figueroa Agosto es uno de los raros ejemplos de un capo surgido del Caribe. Dada la creciente importancia de la región como punto de tránsito de drogas, la salida de Figueroa plantea interrogantes sobre el futuro del panorama criminal en República Dominicana y Puerto Rico, dos de los principales centros del narcotráfico en el Caribe.

El volumen de narcóticos que transita por la región se triplicó, según informes, entre 2009 y 2014, mientras que una serie de decomisos de varias toneladas en 2017 apoyan las cifras oficiales que muestran que se mantiene la tendencia al alza. Hoy en día, se estima que por República Dominicana pasan unas 120 toneladas de cocaína al año. Más aún, el rol del Caribe en el mercado estadounidense también parece haber crecido en los últimos años. En 2012, solo el 5 por ciento de los estupefacientes ingresados a Estados Unidos pasaban presuntamente por el Caribe; para 2015 esta cifra llegaba al 13 por ciento.

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Ninguna figura criminal importante ha surgido públicamente en República Dominicana desde la época de Figueroa. Pero en una reciente investigación en capo en el país, InSight Crime supo que había grupos locales asumiendo mayor control de las rutas de drogas. Esto representaría un fortalecimiento de las células criminales del lugar en un país que por tradición ha estado bajo la influencia de mafias colombianas y mexicanas. También puede representar un posible impulso para el conflicto, si estos grupos locales recurren a la violencia en su intento de mantener o ampliar sus operaciones.

Además, los analistas han sugerido que elementos corruptos en el gobierno —en particular en el ejército y la policía— han incrementado gradualmente su participación en el tráfico de drogas, pasando de facilitadores a traficantes por derecho propio. En 2015, altos oficiales de la policía antinarcóticos dominicana fueron acusados del robo de más de una tonelada de cocaína incautada, y las autoridades indicaron que hasta el 90 por ciento de los casos relacionados con el crimen organizado pueden implicar colusión de las fuerzas de seguridad.

Con los niveles históricos que se estima ha alcanzado la producción global de cocaína, la afluencia de narcóticos, dinero y armas a través de República Dominicana y sus vecinos del Caribe parece abocada al crecimiento. La división de la DEA para el Caribe también le confirmó a InSight Crime que se han descubierto en la isla laboratorios que producen el potente fentanilo opiáceo, lo que puede representar un nuevo fenómeno en el que ha sido por tradición un centro de tránsito.