Un desplazamiento masivo en el occidente colombiano, por confrontaciones entre las guerrillas de izquierda y los paramilitares narcotraficantes, puede presagiar uno de los escenarios que le esperan al país si los  insurgentes de las FARC se comprometen a un acuerdo de paz en los próximos meses.

Unas 220 personas han sido desplazadas del suroccidente de Colombia como resultado de los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y presuntos miembros del grupo criminal Los Urabeños, según informó la Defensoría del Pueblo de Colombia.

El 13 de febrero, se dice que se desató la confrontación entre la columna móvil Daniel Aldana de las FARC y miembros de un “grupo ilegal no identificado asociado con el narcotráfico” en una comunidad rural afrocolombiana en el municipio de San Andrés de Tumaco, en el departamento de Nariño.

Huyendo de la violencia, varias familias se abrieron camino hacia la capital municipal, y hallaron alojamiento con otros parientes y amigos.

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Ya en noviembre de 2015, la Defensoría del Pueblo había emitido alertas sobre el peligro de la situación que enfrentaba la población de San Andrés de Tumaco, por la presencia constante de las FARC y la posible incursión de Los Urabeños. A finales de 2015, comenzaron a aparecer grafitis, aludiendo a grupos armados como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), así como panfletos que hacían alusión a los “Gaitanistas” —otra referencia a Los Urabeños—.

También se han reportado otros desplazamientos en el occidente de Colombia. El 26 de febrero, la Defensoría del Pueblo confirmó el desplazamiento y “confinamiento” de más de 900 personas en el municipio del Alto Baudó del departamento de Chocó, al occidente del país por temor a los enfrentamientos entre el ELN y Los Urabeños. Presuntamente el grupo paramilitar comunicó a la comunidad local su intención de ampliar su presencia y control social en la región.

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Territorio de Los Urabeños  desde 2014. Fuente: INDEPAZ

Análisis de InSight Crime

Hay varias razones posibles para este reciente estallido de violencia en el occidente de Colombia.

En primer lugar, esto puede deberse en parte a las medidas de fuerza del gobierno contra Los Urabeños, una ofensiva de seguridad conocida como “Operación Agamenón“. Esta se lanzó como respuesta a las demandas de la cúpula de las FARC en Cuba de que el gobierno tomara acciones contra las organizaciones neoparamilitares del país. Conocidas como Bacrim (acrónimo de “bandas criminales”), estos grupos son organizaciones híbridas político-criminales que llenaron el país luego de la desmovilización de los grupos paramilitares de derecha hace una década.

Como resultado de la Operación Agamenón, las fuerzas de seguridad de Colombia sacaron a Los Urabeños de su campo a lo largo de la costa Caribe, y de los departamentos más al Occidente, como Chocó. Esto puede explicar las confrontaciones entre Los Urabeños y el Frente 57 de las FARC en esta región. También  es posible que Los Urabeños fueran empujados aún más al sur, al departamento de Nariño como resultado de los choques con las FARC en esa área.

La violencia en Chocó y Nariño también puede estar ligada a un creciente lucha por el control de las rutas y los cultivos de droga entre grupos criminales a medida que se avecina la fecha propuesta para los diálogos de paz. El trato, programado originalmente para firmarse a finales de marzo, podría retrasarse por varios meses. Un acuerdo de paz puede dar lugar a la negación de la desmovilización de por lo menos una tercera parte de las tropas de las FARC con el fin de conservar sus lucrativas economías criminales.  Entretanto, Los Urabeños —cuyo principal proveedor de base de coca es las FARC —también buscarán la mejor forma de mantener su negocio en las nuevas condiciones.

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Ambas organizaciones, por consiguiente, tienen interés en asegurar el control territorial de los cultivos de coca, corredores de droga, puntos de salida y zonas seguras para levantar laboratorios —gran parte de lo cual se encuentra en manos del grupo guerrillero—. Esta situación puede llevar a una serie de escenarios diferentes.

En un posible desenlace, Los Urabeños pueden buscar tomar control total de las economías de las FARC en ciertas zonas. Esta hipótesis la respaldan los avances territoriales del grupo en los últimos años. Los Urabeños casi han duplicado su área de influencia desde el inicio de los diálogos de paz en 2012, ingresando a nuevas zonas que históricamente habían estado en control de las FARC.

Como lo explica un informe publicado en diciembre de 2015 por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ), estas nuevas áreas estratégicas incluyen partes de la Costa Pacífica, que es un corredor de contrabando de estupefacientes y se ha convertido en un objetivo territorial clave para Los Urabeños. (Ver mapa de INDEPAZ arriba)

Otra zona importante que Los Urabeños podrían estar buscando tomar es Nariño, actualmente la principal región productoras de coca en Colombia, según la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Crimen (ONUDC, por sus iniciales en inglés).

Sin embargo, también es muy posible que otras facciones de las FARC y Los Urabeños tengan una relación menos beligerante en otros lugares de Colombia. En áreas como el departamento de Bolívar, los fuertes lazos comerciales entre Los Urabeños y las FARC pueden dar lugar a que las guerrillas disidentes sigan colaborando con la organización paramilitar, o que simplemente se unan a sus filas.

Tales sospechas se agudizaron a mediados de agosto de 2015, con el descubrimiento de correos electrónicos entre líderes de las FARC, que indicaban que la guerrilla vendía drogas a Los Urabeños y ofrecía seguridad al grupo en Urabá.

No obstante, también cabe la posibilidad de que facciones de las FARC que se nieguen a desmovilizarse opten por manejar independientemente sus economías criminales.

El líder de la unidad de las FARC detrás del desplazamiento ocurrido en Nariño, conocido como “Rambo“, puede ser uno de los que no están dispuestos a compartir su participación en la droga con Los Urabeños. El cabecilla de esta unidad de las FARC controla el narcotráfico en el departamento, incluyendo cultivos, laboratorios de cocaína y rutas de droga. También parece que Rambo también suprimió al intermediario en la comercialización de los productos ilegales y está negociando directamente con el cartel de Sinaloa para exportar la cocaína.

Cabe señalar que el proceso de paz ha traído consigo una relativa caída de las hostilidades entre las FARC y las fuerzas de seguridad, y el gobierno ha desviado tiempo y recursos a intensificar la lucha contra otros actores armados, como Los Urabeños y el ELN. Con el avance continuado de muchos elementos de las FARC en sus economías criminales, esta menor presión, junto con la reducción prevista de tropas militares luego del acuerdo de paz, paradójicamente podría favorecer el fortalecimiento y enriquecimiento de las facciones disidentes de la guerrilla.

2 respuestas a “Violencia en Occidente colombiano presagia problemas para acuerdo de paz”