El nuevo secretario de seguridad de Argentina ha llamado a la creación de una “fuerza de élite” para enfrentar a los acérrimos hinchas de fútbol del país, conocidos como “barras bravas”. Una muestra de la amenaza que suponen estos grupos, los cuales han cruzado el límite entre vandalismo en el deporte y crimen organizado.

El secretario de Seguridad designado por el presidente electo Mauricio Macri, Eugenio Burzaco, anunció recientemente a los medios locales que Macri le ha ordenado que “desarticule esas mafias que son las barras”.

Según Clarín, la nueva administración considera que las barras son “asociaciones ilícitas”, y planea combatirlas siguiendo el modelo de investigación y recopilación de inteligencia usado por el Buró Federal de Investigaciones (FBI por sus iniciales en inglés) de Estados Unidos.

Su propósito, indicó Burzaco, es poner fin a las actividades extorsivas de las barras, lo cual “no se puede delegar en los clubes, sino que debe ser el Estado”.

El plan para enfrentar a las barras hace parte de una serie de amplias y enérgicas medidas contra el crimen por parte de la entrante administración de Macri, quien hizo de la seguridad uno de los pilares de su campaña presidencial.

Análisis de InSight Crime

El presidente electo Macri habrá tenido la oportunidad de presenciar de primera mano el impacto de las barras bravas en Argentina como presidente del popular club de fútbol Boca Juniors, entre 1995 y 2007. Con los años, la barra que apoya al Boca, “La Doce”, se ha forjado una reputación como una de las más poderosas y peligrosas en Argentina. Los hinchas de Bocas Juniors eran conocidos por ser tan fanáticos, que por motivos de seguridad en ocasiones se prohibió la asistencia de hinchas de los equipos rivales cuando el Boca jugaba como local.

La propensión de las barras de Argentina a crear disturbios y peleas es sin duda fuente de preocupación para los funcionarios de seguridad. Una organización argentina llamada “Salvemos Al fútbol” estima que en los últimos años, docenas de personas han muerto a causa de la violencia relacionada con el fútbol. Sin embargo, muchas de estas barras ahora están compuestas por mucho más que simples vándalos, y es posible que su participación en la reventa de boletos, el contrabando de droga y otras actividades criminales, combinadas con su masiva influencia política, haya llamado la atención del nuevo gobierno.

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Pero contener estas barras no será tarea fácil. Muchas de ellas han acumulado una enorme influencia en las estructuras de poder de los mismos clubes, y se ha sabido que las jerarquías de los clubes las usan como cuerpos de seguridad para amañar las elecciones en los clubes e intimidar a los oponentes. Sin la cooperación de los clubes, las fuerzas de seguridad enfrentan serios problemas para desarticular a estos grupos, cuya organización y poder, según sugiere la evidenci aumenta cada vez más.