Las autoridades penitenciarias de Colombia realizaron un operativo para “retomar el control” sobre un pabellón ubicado en la cárcel más importante del país, luego de que surgieran varios informes sobre el lujoso estilo de vida de los presos allí recluidos.

Según El Tiempo, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) de Colombia realizó un allanamiento al denominado pabellón de “parapolíticos” en la cárcel de La Picota de Bogotá, luego de que se presentaran una serie de informes sobre las remodelaciones que Emilio Tapia, un contratista corrupto, había realizado en su celda.

Tapia presuntamente remodeló el piso de su celda, pintó las paredes e instaló una ducha caliente y un televisor.

Según un informe sobre el operativo obtenido por El Tiempo, los agentes del INPEC tuvieron que romper varias ventanas e incluso llevaron a un cerrajero para acceder a numerosas celdas luego de que los prisioneros, quienes tenían sus propias llaves, se negaran a abrir las puertas.

La operación reveló varios de los beneficios de los que gozaban los reclusos, incluyendo bebidas alcohólicas almacenadas en refrigeradores. A pesar del allanamiento, el INPEC permitió que la peluquería y la sala de masajes del pabellón siguieran funcionando porque les ofrecían “terapias” a los reclusos.

Análisis de Insight Crime

Desde hace algún tiempo se han venido presentando inusuales historias sobre conductas escandalosas en el pabellón de los “parapolíticos” de La Picota, llamado así luego del escándalo en el que varios criminales de cuello blanco fueran encarcelados allí por sus vínculos con grupos paramilitares.

Uno de sus reclusos más infames era Juan Carlos Martínez, un exsenador condenado por sus nexos con paramilitares y redes de tráfico de drogas. A pesar de estar encarcelado en La Picota, Martínez celebró su fiesta de cumpleaños durante dos días junto con 34 invitados, y expandió su celda para convertirla en un lujoso recinto, reubicando una de las paredes de la celda contigua.

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En 2012, el exsenador fue transferido a otra prisión, lo cual hizo que el entonces director de la prisión declarara que, aunque hubo “cierta laxitud” a la hora de hacer cumplir las reglas en el centro penitenciario, esta situación se había “corregido”.

Sin embargo, en 2013 se filtraron nuevas historias sobre el desacreditado exsenador de Bogotá Iván Moreno. Según Semana, Moreno habría ingresado a sus empleadas domésticas a su celda y presuntamente cerró el corredor para ingresar a ésta con el fin de tener una zona de recepción y un área de juego para sus hijos.

Todavía está por verse si los recientes intentos por recuperar el control sobre el pabellón de los “parapolíticos” resultarán exitosos. Por el momento, este caso seguirá siendo emblemático no sólo de la disfuncionalidad del sistema penitenciario colombiano, sino también del desigual sistema judicial, en el cual los privilegios se compran con dinero.