Así como todos los principales grupos criminales tienen sus mitos y leyendas, cada acción judicial para desmantelarlos está construida alrededor de una historia. Muy pocos pueden reclamar una narrativa bien elaborada, e infundida con intriga, como la organización conocida como el “Cartel de Sinaloa”. Su imagen pública, Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, disfruta de un estatus casi mítico, impulsado este año por la ciudad de Chicago al nombrarlo enemigo público Nº1, siendo Al Capone su predecesor inmediato.

En los últimos años, la leyenda del Cartel de Sinaloa se ha intensificado, con algunos comparando el modelo de negocio de la organización, de miles de millones de dólares, con el de una corporación de hoy en día. Un reciente informe de Bloomberg vinculó al grupo Sinaloa con la creciente tasa de homicidios en Chicago, mientras que otros simplemente se maravillan del aparente agarre de hierro del “cartel” en Estados Unidos.

Muchas de las caracterizaciones se derivan de un tesoro de documentos publicados por los fiscales del gobierno en los últimos dos años, ya que describen su narrativa y acción judicial en contra de Vicente Zambada Niebla, un presunto capo de alto rango e hijo de Ismael “El Mayo” Zambada García, un miembro principal del Cartel de Sinaloa. Agentes mexicanos detuvieron al joven Zambada en Ciudad de México horas después de reunirse con agentes encubiertos de la DEA, y fue extraditado a Estados Unidos en 2010 para enfrentar cargos de conspiración y tráfico de drogas en Chicago.

El juicio se puso en marcha de nuevo esta semana con una audiencia. Los documentos del gobierno, presentados como parte de una serie de mociones previas al juicio, ofrecen una visión sorprendente sobre el funcionamiento interno del grupo de Sinaloa, incluyendo transcripciones de extractos de conversaciones grabadas entre los informantes del gobierno y Guzmán y el joven Zambada.

InSight Crime revisó los documentos de la corte en el caso de Zambada Niebla, junto con casos federales relacionados en otras jurisdicciones, y lo que aparece es una imagen que plantea preguntas importantes acerca de nuestros populares supuestos sobre el grupo de Sinaloa: la composición de la organización, su relación con los traficantes ubicados en Estados Unidos y el nivel de sofisticación del legendario grupo que a menudo se describe como la organización narcotraficante más poderosa del mundo.

Federación, no un cartel

Para empezar, los documentos muestran que el grupo de Sinaloa opera menos como un cartel que dicta los precios, que como un proveedor que busca el mejor comprador y el más confiable. El grupo es descrito por los fiscales como la “Federación de Sinaloa”, una alianza entre el Zambada García mayor y Guzmán, que a veces parece operar con relativa independencia. Muchos de los acusados nombrados en la acusación están asociados a una facción u otra, pero otros trabajan con ambas partes.

Los detalles más reveladores de la relación entre las dos facciones y su relación con los distribuidores ubicados en Estados Unidos se encuentran en los intercambios entre Guzmán y Zambada García y los presuntos traficantes ubicados en Chicago, que se convirtieron en informantes de la DEA, Pedro y Margarito Flores.

Los hermanos Flores supuestamente suministraron el mercado en todo el Medio Oeste, y hasta Nueva York, Filadelfia, Los Ángeles y Canadá. Se dice que importaron hasta dos toneladas de cocaína al mes del grupo de Sinaloa. Según los documentos del gobierno, los hermanos mantuvieron un estrecho contacto con los dirigentes de la federación y sus socios durante varios años, incluyendo el viaje al estado de Sinaloa en México para varios encuentros personales con Zambada García y Guzmán.

Los hermanos Flores fueron convocados por primera vez en Sinaloa en mayo de 2005 para una reunión con la pareja para discutir crédito, fijación de precios y envío. En ese momento, se cree que compraron hasta 20 toneladas de cocaína de los hombres a través de los socios de nivel inferior. Durante las reuniones, que se prolongaron durante unos días, Zambada García accedió a ampliar el crédito, y le ofreció el mismo precio dado a otros socios de alto nivel.

Al tercer día, los hermanos Flores fueron trasladados a un compuesto en la cima de la montaña, donde Guzmán presuntamente preguntó sobre las condiciones ofrecidas por su socio y se comprometió a respetar el mismo acuerdo, lo que significa que cada facción en ese nivel negociaba sus propios términos. No está claro si los hermanos podrían controlar la facción que suministra sus pedidos; sin embargo, los paquetes de droga fueron claramente sellados para identificar de quién provenían.

En octubre de 2008, Margarito Flores aparentemente regresó a Sinaloa y acordó vender heroína a las dos facciones de la Federación durante una cumbre. En otra instancia de la aparente independencia entre las facciones, los hermanos Flores realizaron una artimaña en la que se quejaban de la calidad de la heroína suministrada por Zambada García contra la de Guzmán, en un intento por regatear para conseguir un mejor precio.

En una conversación grabada por Pedro Flores en noviembre de 2008, Guzmán dice: “Mi amigo! Oh, pero yo estoy aquí a tu servicio, tu lo sabes”.

Después de una aparente breve conversación, Guzmán acordó reducir el precio de un kilo de heroína en US$5.000 a US$50.000 después de que Flores le asegura que a ese precio, el dinero estaría listo de inmediato.

Los hermanos Flores grabaron las conversaciones, según los fiscales, con el fin de capturar al liderazgo de la federación discutiendo sobre sus métodos y logística. Las grabaciones plantean interrogantes sobre el grado de yuxtaposición entre las dos facciones, si los hermanos podrían confiadamente asumir que una facción no sabría sobre el producto del otro.

Después de que Guzmán se compromete a bajar el precio, Pedro Flores le dice al capo: “Está bien, entonces, se lo agradezco mucho. Es porque… el otro hombre (Zambada García) me había dado algo que no resultó bien, y tuve que equilibrarlo”.

Luego Flores pide heroína adicional, y después de que ellos están de acuerdo en una cantidad, Guzmán dice: “Oh eso es bueno. Alguien más te ha enviado [heroína]?”.

Luego, refiriéndose a Zambada García, añade: “Debido a que este tipo me dijo que iban a enviar [heroína] para ti”.

Flores: “Sí, pero lo enviaron no era bueno. No se puede comparar con lo que usted tenía”.

Guzmán: “Está bien lo enviaré entonces”.

En lugar de simplemente recibir el producto, los hermanos parecen haber influido lo suficiente que, según un testigo del gobierno, estuvieron informados de los envíos, a medida que hacían su camino desde Colombia hacia México (una estrategia de contrabando que implicó el uso de aviones de carga para enviar ropa Centro y Suramérica como parte de una misión de ayuda humanitaria y cargándolas con drogas para la vuelta). Era, en otras palabras, más una asociación que una dictadura impuesta desde el supuestamente todopoderoso Guzmán.

Violencia en México ha tenido menos impacto en Estados Unidos

La frase común en Estados Unidos es que la violencia en México afecta a los negocios en Estados Unidos, determinando lealtades y provocando espasmos homicidas que se extienden a través de miles de millas. Y aunque sin duda hay algo de verdad en esta afirmación, los documentos de la corte también ilustran que el mercado de Estados Unidos tiene su propia e independiente dinámica que puede aislarlo de los combates al sur de la frontera.

Los hermanos Flores, por ejemplo, firmaron como informantes de la DEA después de que se vieran envueltos en la rivalidad entre la Organización Beltrán Leyva (OBL) y la Federación de Sinaloa, que estalló a principios de 2008, dijeron los fiscales. La división entre los antiguos aliados se tradujo en una batalla, bien documentada, por la lealtad de los distribuidores.

Sin embargo, los documentos del gobierno, tanto en el caso de Zambada Niebla como en un caso federal independiente con otro distribuidor, Manuel Fernández Navarro, un agente de narcóticos y cliente de la OBL, muestran que ambos grupos de distribución continuaron trabajando con la Federación Sinaloa y la OBL después de que comenzó la guerra.

Por su parte, Fernández Navarro supuestamente reunieron dinero con los hermanos Flores para comprar cocaína de la Federación de Sinaloa y la OBL. Según los documentos, en noviembre de 2008, cuando los gemelos Flores se había convertido en informantes, habían arreglado con Fernández para comprar 1,4 toneladas de cocaína de la OBL. Además, Pedro contó a Fernández sobre la reunión cumbre de su hermano con Guzmán el mes anterior.

Estas transacciones generan preguntas sobre los efectos de la guerra por la lealtad entre los traficantes de nivel medio. De hecho, los fiscales no incluyeron detalles sobre las amenazas de violencia contra los hermanos Flores. Lo que está claro es que, incluso después de que estallara la guerra, los hermanos Flores, mientras que colaboraban con la DEA como informantes, seguían comprando drogas de ambas facciones. Lo que no queda claro es qué tipo de protección recibieron de la DEA, si se dio el caso, durante la guerra.

Sicarios, ¿intermediarios o líderes?

En diciembre de 2011, las fuerzas especiales mexicanas capturaron a Felipe Cabrera Sarabia, alias “El Inge” o “El Ingeniero”, a quien las autoridades mexicanas caracterizaron como el jefe de seguridad y “guardaespaldas” de Guzmán, así como de ser director de operaciones en los estados de Durango, Sinaloa y parte de Chihuahua.

Sin embargo, los fiscales federales en el caso de Zambada Niebla lo describieron como un coordinador de envíos de heroína y dinero para la facción de Zambada García. No hubo ninguna referencia al control de los corredores de tráfico o la violencia generalizada que se le atribuye en la conferencia de prensa en México. De hecho, los hermanos Flores presuntamente comenzaron a comprar heroína de Cabrera como un “favor” a Zambada García.

Esta discrepancia en el perfil público plantea interrogantes sobre la verdadera función de los operativos aparentemente alto nivel capturados por las autoridades mexicanas. Puede ser que los fiscales de Estados Unidos optaran por no incluir un informe completo de las actividades criminales de Cabrera, o podría significar que la organización criminal es menos sofisticada de lo que comúnmente se cree, si un jefe de plaza necesita ayuda para descargar su producto.

Una jerarquía menos elaborada

Un incidente independiente sugiere que capos de alto nivel están involucrados en detalles aparentemente minutos, con German Olivares, otro de los acusados nombrados, supuestamente prohibiendo el uso de billetes de baja denominación (algo menos de US$20) como pago de los cargamentos de droga. La regla evidentemente desató una disputa después de que los hermanos Flores reclamaran que los billetes de poca dominación eran necesarios para transportar el dinero rápidamente a México, a falta de tiempo suficiente para lavar el dinero en billetes grandes.

Se dijo que Olivares coordinaba el corredor de Juárez para la Federación de Sinaloa y ocupaba un escalón superior en el liderazgo. Sin embargo, a pesar de ese estatus, se preocupa por el tamaño de los billetes, lo que sugiere que o bien tenía un papel de menor importancia o que incluso los operativos de alto nivel estaban involucrados en los detalles de día a día. Una conversación sobre la prohibición incluso involucró a Zambada García.

Más venta al por mayor que distribución

En general, el retrato pintado por los documentos suministrados por el gobierno muestra una imagen radicalmente diferente a la organización que opera en “1.000 ciudades de Estados Unidos”, como se citó en un informe de 2011 del ya desaparecido Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas (National Drug Intelligence Center)

La conclusión de dicho informe fue seriamente cuestionada en agosto después de que el Washington Post informara que oficiales de la policía local, en más de una docena de ciudades, no tenían conocimiento de la actividad relacionada con el cartel en sus comunidades, supuestamente documentada por el gobierno federal.

El informe llegó a la conclusión, en parte, tras ampliar de su definición para incluir a traficantes que han comprado drogas de socios del cartel, lo que incluiría a los hermanos Flores. Sin embargo, está por verse el grado de control que tiene la federación de Sinaloa sobre los hermanos.

Si el caso de Zambada Niebla va a juicio, es probable que se obtengan más detalles sobre el trabajo de los informantes y las operaciones de tráfico de drogas. Sin embargo, como en los casos de “terrorismo” post-9/11 de hace una década, es probable que haya una gran diferencia entre los tentadores detalles presentados a la prensa y el público, y la evidencia que eventualmente se ofrece en los tribunales.

A partir de ahora, los abogados de Zambada Niebla han separado con éxito su caso de los otros acusados, y será juzgado junto a los hermanos Flores. La fecha del juicio para los demás es el 21 de enero de 2014; no se ha establecido ninguna fecha para el juicio de Zambada Niebla.

*Michelle García es escritora, y periodista de radio y video que actualmente viaja por la frontera entre México y Estados Unidos, trabajando en un libro y en un documental. Su trabajo ha aparecido en The Washington Post, Salon, Time y otros.