La reciente masacre de unos manifestantes estudiantiles en el turbulento estado de Guerrero ha arrojado luz sobre los Guerreros Unidos -la organización criminal que presuntamente está tras los asesinatos- y sobre la cambiante naturaleza del hampa en México.

Como InSight Crime informó anteriormente, el 5 de octubre el procurador del estado de Guerrero, Iñaky Blanco, señaló a la prensa que la policía local había entregado a más de 17 estudiantes que protestaban al grupo criminal de los Guerreros Unidos, un grupo escindido de la Organización Beltrán Leyva (OBL). El anuncio estuvo acompañado del descubrimiento de una fosa común con 28 cuerpos cerca de lugar en el que fueron asesinados los estudiantes. Este hecho despertó temores por la muerte de algunos de los 43 estudiantes desaparecidos tras la protesta del 3 de octubre en Iguala, Guerrero.

Desde que ocurrió la masacre, se ha hecho publica nueva información que vincula al alcalde de Iguala, José Abarca Velázquez, al grupo criminal responsable de los asesinatos.

Un informe interno del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) fechado el 1 de octubre, señala que el cuñado de Abarca Velázquez es el jefe de los Guerreros Unidos en Iguala, informó El Universal. Según el informe, Abarca tiene todavía más vínculos con el crimen organizado en la región: otros dos cuñados eran miembros de la OBL, mientras que su suegra habría trabajado para Arturo Beltrán Leyva, el líder de este grupo narcotraficante, hasta que fue abatido por las fuerzas de seguridad en 2009.

Análisis de InSight Crime

La participación de los Guerreros Unidos en este caso pone de relieve una tendencia en curso en México: los grandes carteles del narcotráfico están siendo reemplazados por grupos criminales más pequeños, que buscan fuentes de ingresos diversas en lugar de depender únicamente del tráfico transnacional de drogas. La fragmentación del mundo criminal de México sigue un patrón visto anteriormente en Colombia, en el que un número creciente de pequeños grupos criminales hacen uso de la extorsión, el microtráfico y el sicariato como fuentes de ingresos.

Las protestas estudiantiles no representan ningún incentivo financiero claro, por lo que es probable que los Guerreros Unidos estuvieran trabajando bajo la directiva de los corruptos funcionarios locales. Si actuar como el “músculo” de las instituciones del gobierno local de hecho representa una fuente de ingresos clave para el grupo, esto lo hace mucho más similar a una pandilla callejera que a un cartel de la droga altamente sofisticado, como lo era su predecesor, la OBL.

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Los Guerreros Unidos, un grupo que se separó de la OBL tras el asesinato de Arturo Beltrán Leyva en 2009, es considerado un “mini” cartel y está involucrado en el tráfico de drogas, pero actualmente está especializado en la extorsión y el secuestro. Tras la detención del líder del grupo Mario Salgado Casarrubia, alias “Sapo Guapo”, el grupo criminal -que según un funcionario mexicano llegó a ser el principal proveedor de marihuana de la ciudad Chicago- se fragmentó y tuvo que recurrir a otras actividades criminales como fuentes de ingresos.

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