Un funcionario del gobierno mexicano declaró que en el país sólo quedan dos carteles de la droga, una afirmación discutible, pero que refleja la tendencia actual hacia la fragmentación criminal.

En entrevista con Proceso, Tomás Zerón —director de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de la Procuraduría General de la República (PGR) de México— identificó al Cartel de Sinaloa y al Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) como los dos últimos carteles de la droga que aún están “operando y funcionando” en México.

La fragmentación de otras organizaciones criminales de gran tamaño, tras la muerte o captura de sus principales líderes —como los carteles del Golfo, Juárez y Tijuana, o los Caballeros Templarios y la Organización Beltrán Leyva (OBL)—, ha dado como resultado cientos de células criminales independientes a lo largo del país. Zerón señaló que estas células están “tratando de buscar el poder para la sobrevivencia”, lo cual ha generado disputas y violencia.

Según Zerón, actualmente sólo quedan tres grandes capos en México, y dos de ellos —Ismael Zambada, alias “El Mayo”, y Fausto Isidro Meza Flores, alias “Chapo Isidro”— son los líderes del Cartel de Sinaloa. El tercero, Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, lidera al CJNG.

Zerón se refirió al CJNG como un grupo fuerte y un “foco rojo”, a raíz de sus recientes ataques contra las fuerzas del gobierno.

Análisis de InSight Crime

La fragmentación de las organizaciones narcotraficantes mexicanas en grupos criminales más pequeños y focalizados ha sido una tendencia marcada durante los últimos años. Muchos carteles actualmente operan más como organizaciones flexibles y dinámicas compuestas por varias células (en el caso de Los Zetas, como una “franquicia”), que como estructuras claramente definidas y jerárquicas.

Como afirma Zerón, este proceso ha estado impulsado por la muerte y captura de los principales líderes de los carteles. De hecho, grupos como Los Zetas (que según Zerón están debilitados al punto de la desintegración), el Cartel del Golfo, los Caballeros Templarios y el Cartel de Juárez, han sufrido una disminución en su poder debido a la presión del gobierno (algo que el emergente CJNG podría estar a punto de experimentar, a medida que las autoridades continúan desplegando masivas operaciones de seguridad en el estado de Jalisco).

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La ruptura de los grandes carteles de México y la multiplicación de las células criminales pequeñas también han llevado a que los grupos criminales diversifiquen sus fuentes de ingresos y se involucren en crímenes más localizados —como la extorsión, el secuestro y el robo de recursos naturales—. La competencia por estos mercados ha generado un aumento de la violencia entre los grupos.

Sin embargo, las afirmaciones de Zerón contradicen las últimas cifras de la PGR, según las cuales en México actualmente operan nueve carteles y 45 células criminales. Por otra parte, la mayoría de los informes identifican a Chapo Isidro como el cabecilla de un grupo escindido de la OBL, conocido como la red Meza Flores, y no como uno de los líderes del Cartel de Sinaloa. La complejidad del panorama criminal y las dificultades para identificar y diferenciar las distintas organizaciones criminales significa que es difícil generar datos concretos sobre el número y la situación de estos grupos, pero la afirmación de Zerón de que sólo quedan dos carteles es peligrosa, en el sentido de que simplifica y minimiza la naturaleza de una amenaza que sigue presente en México.

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