Un informe sobre el narcotráfico en Argentina ofrece nueva evidencia sobre el papel del país en la producción de cocaína, y señala que en la ciudad capital de Buenos Aires funcionan numerosos laboratorios de cocaína controlados por una red criminal peruana.

El 19 de marzo, la ONG argentina Fundación La Alameda presentó un informe titulado “Los laboratorios narcos de la ciudad”, en el cual señala que actualmente hay al menos 10 laboratorios de cocaína en el barrio Bajo Flores en Buenos Aires, informó La Nación.

Según el informe, más de 300 hombres fuertemente armados —muchos de los cuales son antiguos miembros del grupo guerrillero Sendero Luminoso de Perú y de las fuerzas de seguridad peruanas— protegen estos laboratorios, cada uno con la capacidad de producir 10 kilos de cocaína diariamente, y los cuales pueden ser desmantelados en unos 30 minutos.

Al parecer, el grupo criminal que supervisa los laboratorios importa pasta de coca de Bolivia y Perú, y está dirigido por un exguerrillero de Sendero Luminoso llamado Marcos Antonio Estrada González, alias “Marcos”.

Según el informe, el grupo criminal incluso realiza algunas de sus operaciones a pocos kilómetros de la Presidencia, lo cual, según los autores del informe, es atribuible en gran medida a la corrupción de la Policía Federal y a la ineficacia (y en ocasiones complicidad) del Ministerio Nacional de Seguridad.

Gustavo Vera, titular de La Alameda, dijo durante una conferencia de prensa que la ONG decidió publicar el informe debido a la “absoluta inacción del juzgado y del Ministerio de Seguridad”, informó La Nación.

Análisis de Insight Crime

Los resultados de la investigación de La Alameda —que aparentemente motivaron los comentarios del papa Francisco sobre la “mexicanización” de Argentina en febrero— constituyen nuevos indicios de que Argentina se está convirtiendo en un centro de producción de drogas cada vez más importante.

Si bien el transporte de base de coca desde Bolivia hacia Argentina para abastecer el mercado interno del “basuco” —una forma de crack— no es nada nuevo, las denuncias sobre laboratorios de producción de cocaína a gran escala en Buenos Aires parecen ser un fenómeno relativamente nuevo. En el pasado se han descubierto laboratorios de cocaína en la región de la Patagonia en Argentina y cerca de la frontera con Bolivia, así como en una ciudad más pequeña ubicada en la provincia de Buenos Aires.

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Por otra parte, el hecho de que los peruanos sean los presuntos responsables del funcionamiento de los laboratorios de cocaína muestra el nivel de infiltración de elementos criminales transnacionales en Argentina —atraídos por el aumento de los beneficios debido a la creciente demanda interna de drogas y al acceso a los mercados extranjeros—.

Como se indica en el informe, los críticos argumentan que, a pesar de las crecientes preocupaciones de los ciudadanos, las autoridades argentinas no han adoptado las medidas adecuadas para hacer frente al tráfico de drogas y han negado sistemáticamente que Argentina sea un país productor de drogas.

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