Los Rastrojos son un grupo criminal colombiano con influencia en Norte de Santander, departamento fronterizo entre Colombia y Venezuela.  Si bien alguna vez fueron considerados como la organización criminal más grande de Colombia, son ahora un grupo reducido con presencia territorial limitada.

Nacieron de la poderosa organización del narcotráfico del Cartel del Norte del Valle (CNDV). Los Rastrojos ostentaron su poder en amplios territorios de Colombia, hasta que sus principales líderes se rindieron o fueron capturados. Desde entonces, el grupo ha logrado mantenerse vigente en una reducida zona de frontera, mientras otras organizaciones criminales de mayor dimensión buscan expulsarlos del territorio de una vez por todas

Historia

Los Rastrojos aparecieron por primera vez en 2002, como el brazo armado de Wilber Varela, alias “Jabón”, uno de los principales líderes del Cartel del Norte del Valle. En ese momento, Varela vivía una intensa lucha con su rival Diego Montoya, alias “Don Diego,” otra figura clave del CDNV, y el ejército privado de Montoya, Los Machos.

Uno de estos lugartenientes de Varela, Diego Pérez Henao, alias “Diego Rastrojo”, se encargó de reclutar los primeros miembros, por lo que el grupo pasó a ser conocido como Los Rastrojos. Además de brindar apoyo armado en la guerra interna del CDNV, los miembros del grupo también protegían laboratorios de droga y rutas claves para su líder y principales lugartenientes.

Más tarde, mientras se llevaban a cabo las negociaciones de paz entre el gobierno y los grupos paramilitares, el grupo se autodenominó Rondas Campesinas Populares (RCP), esperando ser aceptados dentro de las negociaciones. Los paramilitares, bajo la bandera de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), firmaron un acuerdo de paz en 2004 y terminaron de desmovilizar sus tropas en 2006. Sin embargo, el gobierno no permitió que la RCP participara en el proceso de negociación.

A partir de 2006, Los Rastrojos dejaron su tradicional centro de operaciones a lo largo de la costa Pacífica colombiana, y comenzaron a expandirse, primero hacia la región cafetera de Quindío, Risaralda, y Caldas, y luego hacia el departamento fronterizo de La Guajira, al norte de Colombia.

Varela comenzó a perder el control sobre el crecimiento de Los Rastrojos. En 2008, fue asesinado por dos de sus subordinados, Javier Antonio Calle Serna, alias “Comba“, y Diego Rastrojo, después de que intentara evitar que ellos expandieran sus operaciones en los departamentos de Santander y Norte de Santander, al norte de Colombia. Tras la muerte de Varela, su antiguo brazo armado creció hasta convertirse en un jugador poderoso en los negocios del narcotráfico, la extorsión y el secuestro.

Un importante aliado del grupo fue Daniel Barrera Barrera, alias “El Loco“, quien junto a alias “Comba”, sus hermanos y Diego Rastrojo, fue parte de la cúpula de Los Rastrojos. El Loco Barrera mantuvo operaciones en los departamentos de Meta y Guaviare, al oriente del país, y estuvo a cargo de la mayor parte del tráfico internacional, mientras que Diego Rastrojo comandaba a Los Rastrojos en las áreas rurales.

Los Comba trabajaron en áreas urbanas como Cali, manejando las redes de sicarios. Mientras el grupo mantuvo su bastión tradicional en el Valle del Cauca, se expandió hacia los vecinos Nariño y Cauca, y profundizó sus alianzas con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

El grupo, incluso, logró expandirse hacia Antioquia, específicamente a la subregión del Bajo Cauca, donde, a pesar de la presencia de Los Urabeños, lograron controlar laboratorios de producción y hacerse a rutas claves del narcotráfico al norte del país.

Los Rastrojos terminaron operando en más de un tercio de los 32 departamentos de Colombia, con más de 1.500 combatientes y controlando casi toda la producción de cocaína en el país, llegando a ser considerados el grupo criminal más importante de Colombia.

Sin embargo, el grupo colapsó en 2012 con la caída de tres de sus principales líderes. Javier Calle Serna, alias “Comba”, se entregó a Estados Unidos en mayo de 2012, y Diego Pérez Henao, alias “Diego Rastrojo”, fue capturado el mes siguiente. En septiembre de ese mismo año, el Loco Barrera fue capturado en Venezuela y en octubre de 2012, el hermano de Comba, Luis Enrique, también se entregó a las autoridades de Estados Unidos, dejando al grupo sin un liderazgo claro.

En 2013, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso sanciones a Los Rastrojos bajo la ley de capos (Ley Kingpin) y uno de sus antiguos líderes, “Diego Rastrojo” fue extraditado a Estados Unidos por narcotráfico, en agosto de ese mismo año.

Tras estos golpes al liderazgo de Los Rastrojos, se creyó que el grupo desaparecería. Sin embargo, a pesar de haber perdido la mayor parte de su presencia territorial y capacidad armada para 2013, pequeñas células del grupo se mantuvieron en departamentos como Nariño, Cauca, Valle del Cauca y Norte de Santander.

Fue esta última célula la cual logró levantar a Los Rastrojos de sus cenizas y robustecerse, a partir de los recursos obtenidos del narcotráfico, el contrabando y otras economías criminales en zonas fronterizas con Venezuela.

El resurgimiento de Los Rastrojos atrajo el interés de otros grupos criminales que buscaron ganarles territorio. Desde 2015 vivieron una intensa lucha con Los Urabeños, sus enemigos de antaño, por el control de los municipios de Cúcuta, capital del departamento, y Puerto Santander. Sin embargo, para 2017, Los Rastrojos ya habían declarado su victoria, incluso, expandiendo su presencia al estado venezolano de Táchira. Pero sería por poco tiempo.

Para ese entonces el Ejército de Liberación Nacional (ELN) ya había iniciado su expansión a la zona de influencia de Los Rastrojos. Para 2019 la confrontación directa ya había comenzado, llegando en un mal momento para Los Rastrojos pues para entonces estaban viviendo fuertes fricciones al interior de la organización.

Durante 2020, las confrontaciones con el ELN continuaron, logrando debilitar fuertemente a Los Rastrojos. Ese año la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) de Venezuela, se sumó a la persecución del grupo, llevándolo a un estado crítico. A partir de allí, Los Rastrojos perdieron su presencia en Venezuela y su influencia en Norte de Santander disminuyó considerablemente.

En un intento desesperado por mantenerse en pie de lucha, en 2021, Los Rastrojos acudieron a sus antiguos enemigos, Los Urabeños, para recibir apoyo en la lucha contra el ELN en Norte de Santander.

Si bien la ayuda llegó, Los Rastrojos no lograron recuperarse completamente. Se cree que actualmente cuentan con tan solo 60 integrantes en armas, e incluso, fuentes en Norte de Santander mencionaron a InSight Crime que el grupo puede llegar a ser absorbido por Los Urabeños.

Liderazgo

El liderazgo de Los Rastrojos se ha caracterizado por sus constantes divisiones internas.

En un comienzo, aún antes de las capturas de sus líderes históricos, se presentaron rupturas internas entre los seguidores de Los Comba y los de Diego Rastrojo. Tras las entregas y capturas de estos, el grupo no logró ostentar un liderazgo similar al ejercido por los mandos fundadores.

En 2019, otra fractura interna se evidenció al interior de los mandos del grupo. En marzo de ese año, Wilfrido Torres alias “Necoclí”, principal líder de Los Rastrojos fue capturado en Venezuela. Tras esto, Jhon Jairo Durán, alias “Menor” uno de sus subordinados asumió el mando máximo. Sin embargo, aún desde la cárcel, Torres no estaba dispuesto a dejar el poder, lo que desencadenó una guerra al interior del grupo.

Actualmente, el principal líder del grupo es José Gregorio López Carvajal alias “Becerro”.

Actividades Criminales

Por varios años, Los Rastrojos fueron un jugador clave del narcotráfico en Colombia. En sus orígenes protegían laboratorios y rutas para el trasiego de cargamentos, sin embargo, en la medida que se consolidaban en territorios claves para economías criminales, ganaban mayor importancia dentro de las dinámicas del tráfico de drogas.

Esto les permitió hacerse a relaciones importantes a nivel nacional e internacional. Su cercanía a Daniel “El Loco” Barrera, los impulsó en el tablero criminal de América Latina, e incluso llegaron a traficar no sólo drogas sino precursores químicos para el Cartel de Sinaloa.

Tras las capturas y entregas de sus principales líderes, el alcance del grupo se redujo significativamente y con esto su participación en economías criminales. En Norte de Santander, donde mantienen su principal enclave criminal, el grupo recibe rentas de participación en la cadena del narcotráfico, contrabando, extorsión, y tráfico y trata de personas a través de las llamadas trochas, ubicadas en la frontera con Venezuela.

Geografía

Inicialmente, el bastión de Los Rastrojos se concentrpó en los departamentos de Valle del Cauca y Cauca, a lo largo de la costa pacífica. En sus años dorados, el grupo también tuvo presencia en Antioquia, Bolívar, Cesar, Chocó, Córdoba, Nariño, Norte de Santander, Putumayo, Santander y Valle del Cauca. Incluso, tuvieron influencia y participaron de operaciones de narcotráfico en países como Venezuela y Ecuador.

Hoy en día, la presencia dominante del grupo se encuentra concentradaen Norte de Santander, departamento fronterizo con Venezuela. Sin embargo, la fuerza de esta presencia es cada vez más débil.

Aliados y enemigos

En su punto máximo de actividad criminal, Los Rastrojos se diferenciaron de otros grupos criminales colombianos en que no necesariamente trataron de controlar cada parte de la cadena de distribución de la droga, sino que se valieron de alianzas estratégicas para esto. Estas alianzas incluyeron el trabajo con grupos guerrilleros y exparamilitares para mover su producto.

Los Rastrojos mantuvieron por varios años una alianza con el ELN en los departamentos del Cauca y Nariño, y con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en otras partes del país. Ambas alianzas le dieron a Los Rastrojos un acceso directo a la base de coca —la materia prima para la cocaína— a precios muy bajos.

El otro principal aliado de Los Rastrojos, Daniel Barrera Barrera, alias “El Loco,” llegó a acuerdos similares con las FARC en algunas áreas, antes de su captura en Venezuela en septiembre de 2012. Juntos, Los Rastrojos y Barrera obtuvieron una enorme ventaja competitiva, que también dio lugar a fuertes asociaciones con los carteles mexicanos.

Tras el resurgimiento del grupo en Norte de Santander, Los Rastrojos mantuvieron una alianza con el Ejército Popular de Liberación (EPL), la cual consistió en acuerdos de no agresión que les facilitaba a ambos grupos el acceso a rentas a lo largo de la frontera. Sin embargo, esa alianza parece haberse roto tras los golpes certeros dados a Los Rastrojos.

Tras perder a su antiguo aliado, Los Rastrojos acudieron en 2021 a sus antiguos enemigos, Los Urabeños, para sumar fuerzas y enfrentar al ELN en Norte de Santander. Si bien el trabajo conjunto continúa, Los Rastrojos permanecen débiles.

A pesar de esto, el grupo ha logrado mantener alianzas con otros actores criminales como el Tren de Aragua. Ambos grupos participan de la trata de personas en la frontera entre Colombia y Venezuela.

Los Rastrojos se han enfrentado por varios años al ELN, el cual ha buscado ganarle terreno en zonas claves para el acceso a rentas criminales en Norte de Santander. Esta guerra, sumada a los golpes dados por las autoridades y la confrontación con la FANB, ha llevado a Los Rastrojos a estado crítico, e incluso a estar a punto de desaparecer.

Perspectivas

Tras los intensos golpes que han sufrido Los Rastrojos en los últimos años, el grupo ha perdido casi toda su capacidad armada y territorial. Mientras tanto, Los Urabeños, sus aliados, y el ELN, su principal enemigo, se han fortalecido.

Es cuestión de tiempo para que Los Rastrojos dejen de existir como grupo criminal. Ante esto, sus remanentes podrían ser absorbidos por Los Urabeños o mantenerse como pequeñas franquicias que actúen bajo el nombre del grupo sin mantener una unidad y línea de mando clara.

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