Cuando en 2010 nos sentamos a dar inicio a InSight Crime, teníamos una consigna que nos ayudó a definir nuestra misión: la llamamos «crimen organizado para nerds». Y aunque es cierto que ese fue el punto de partida de nuestro proyecto y que sigue siendo nuestro eje, no nos dimos cuenta de lo rápido que se ampliaría esa noción hasta incluir temas como corrupción, violaciones a los derechos humanos, desplazamiento forzado en masa y tasas récord de homicidios. No nos imaginamos que llegaríamos a informar sobre los éxitos y fracasos de los gobiernos nacionales y locales en su lucha contra el crimen. Y no pensamos que en algún momento escribiríamos sobre procesos de paz, treguas y esquemas de prevención de violencia juvenil.
Este proyecto ha recibido todo tipo de nombres en diferentes momentos, desde centro de pensamiento hasta blog. Ha atraído a lectores y colaboradores, que van desde legisladores y académicos, hasta periodistas y analistas de seguridad. No cabe duda de que es un híbrido único que combina diversas voces y diferentes tipos de historias de todos los rincones del hemisferio. Además de investigar el crimen organizado, realizamos seminarios para enseñarles a otros cómo hacer lo mismo, y asesoramos proyectos de seguridad ciudadana.
En todo este tiempo, la esencia de lo que hacemos no ha cambiado: proporcionar a legisladores, analistas, académicos, periodistas y el público general la información necesaria para entender la corrupción y el crimen organizado en la región, para que estén en capacidad de tomar mejores decisiones de políticas. Pero más que una visión desapasionada y distante, este proyecto se ha convertido en un referente que de manera continua ofrece una mirada atenta sobre los seres humanos de a pie, que son quienes reciben el mayor impacto de la corrupción y el crimen organizado, y sobre los agentes del cambio que luchan por darle un giro a la dinámica criminal que ha hecho de esta la región más violenta del planeta.
Estos seres humanos sufren por la extorsión y los secuestros. Se les esquilman sus impuestos y pagan por esquemas de sobornos. Son reclutados a la fuerza o se vinculan a grupos criminales para salvar sus vidas. No todos son víctimas. Algunos participan de actividades criminales. Son los cabecillas y los reclutas, los operadores y los intermediarios. Nos resistimos al impulso de demonizarlos e incluso deshumanizarlos, porque necesitamos entender sus motivaciones, con el fin de aminorar su impacto. Esos seres humanos también son los activistas. Quienes se la juegan toda para reducir las tasas de homicidios, cambiar las leyes e investigar la corrupción y el crimen en las más altas esferas.
Cuando usted hace una donación a InSight Crime, nos está ayudando a contar esas historias humanas. La corrupción y el crimen organizado tienen que ver con datos, pero también con números. Y siempre les entregaremos esa arista nerd. Pero nunca olvidaremos que la corrupción y el crimen organizado tienen que ver en esencia con los seres humanos que viven estos problemas en su día a día.
Steven Dudley & Jeremy McDermott