La ciudad nicaragüense de Bluefields es un lugar en el que los transportistas del narcotráfico dominan y la cocaína flota hacia la costa hasta llegar a los clubes nocturnos.
No hay cerreteras que conduzcan a Bluefields, la principal ciudad de la remota costa caribeña nicaragüense, pero la ciudad y la región en general se han convertido en un centro de operaciones y transporte para el narcotráfico internacional.
Este artículo hace parte de una serie sobre los vínculos de la policía de Nicaragua con el crimen organizado en el país y cómo estos alimentan el tráfico de drogas en la ciudad de Buelfields. Vea la serie completa aquí.
Las lanchas rápidas cargadas con toneladas de cocaína se mueven desde las costas colombianas, encontrando apoyo y refugio en diferentes lugares de la costa oriental de Nicaragua. Existe una serie de redes criminales locales, encargadas de satisfacer estas necesidades, que surgieron de las selvas de las Regiones Autónomas del Atlántico Norte y Atlántico Sur (conocidas como RAAN y RAAS, respectivamente).
Disputas entre grupos rivales por el robo de mercancía han transformado a la otrora región bucólica, en una de las más violentas. En 2010, el último año que cuenta con estadísticas disponibles, la tasa de homicidio en la RAAS fue de 40 por cada 100.000 habitantes, en comparación con la de Managua que se ubicó en 17 por cada 100.000. La violencia ha golpeado a las fuerzas de seguridad al igual que a los civiles. En 2004, cuatro policías fueron asesinados en Bluefields por miembros de la llamada pandilla Reñazco.
Actualmente en esta ciudad, de aproximadamente 90.000 habitantes, hay pocos secretos; y no hay dudas para los locales de quién se manda.
"Frank Zeledón dirige el pueblo," dijo un taxista. Luego de que el conductor se aseguró de que no estaba siendo grabado y que su nombre no sería usado, aceptó señalar la fortaleza residencial de Zeledón, la cual es famosa por sus fastuasas fiestas.
Zeledón tiene un prontuario criminal, pero nunca ha sido acusado por narcotráfico. Aún así las autoridades lo tienen bajo su mira (Ver video abajo, de la Comandante de Policía Aminta Granera hablando sobre Zeledón).
La lujosa mansión de Zeledón, y un puñado de casas similares, contrasta fuertemente con las estructuras de bloques de ladrillo y madera que componen el resto de las viviendas locales. Jeeps Cherokee y camionetas Land Rover nuevas se mueven por las calles al lado de carros viejos y taxis destartalados.
Investigadores antinarcóticos nicaragüenses e internacionales dicen que Zeledón (en la foto de arriba) provee apoyo logístico en Bluefields y sus alrededores a la red de narcotráfico liderada por Archibald Clayburn, conocido por los locales como “Mr. Boney”. Clayburn, un residente del archipiélago nicaragüense de Corn Islands, es dueño de un hotel, según los investigadores.?
Ninguno de los dos ha sido acusado por narcotráfico, pero agencias internacionales de inteligencia han establecido que Clayburn maneja cargamentos de cocaína provenientes del archipiélago colombiano de San Andrés. Luego moviliza la droga a través de la red de Zeledón en Bluefields, la cual incluye un astillero que construye compartimentos secretos en lanchas y botes para esconder las drogas. También sirve de taller mecánico para reparaciones.
Zeledón se protege de varias maneras. Norman Howard del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en Bluefields dijo que Zeledón fue muy activo durante las elecciones locales y que los candidatos respaldados por el ganaron, en gran medida por un presupuesto de campaña bien alimentado.
El poder de Zeledón es tal que cuando el comandante de policía Manuel Zambrana lo arrestó en Bluefields en mayo del año pasado por atacar a un pastor, amenazando al líder espiritual con un arma calibre 38, duró solamente 12 horas en prisión. Zambrana fue transferido dos semanas después a un puesto de la policía en Managua.
La remoción del cargo de Zambrana reforzó la percepción local de que ningún policía honesto puede sobrevivir mucho tiempo en este lugar, y que narcotráficantes como Zeledón son protegidos desde arriba. Zambrana parecía haber estado cambiando esta noción para ganarse la confianza de la población local, y desafiar el poder de los narcotraficantes al ingeniarse una serie de redadas a los clubes locales, conocidos por ser puntos locales para la distribución de drogas.
"Zambrana hizo algo que no habíamos visto antes en Bluefields", dijo uno de los residentes locales llamada Marjorie, cuyo apellido decidió omitir. "Él llevó a cabo redadas en las clubes nocturnos en dónde vendían drogas a los menores. Desafió a los grandes capos. Claro que no iba a durar mucho".
InSight Crime contactó a Zambrana, pero él se rehusó en comentar sobre el caso. La comandante de policía Granera le dijo a InSight Crime que la remoción de Zambrana de Bluefields "coincidió con una reestructuración que estábamos llevando a cabo… No tuvo nada que ver con el encarcelamiento de Frank Zeledón".
Zeledón es uno de varios operadores locales que han establecido puntos de logística a lo largo de la costa caribeña nicaragüense, muchos de ellos conocidos por los locales. Estos puntos proveen una serie de servicios a la cadena internacional de narcotráfico.
El primero de estos servicios es el aprovisionamiento de combustible para las lanchas rápidas que se mueven hacia el norte a lo largo de la Costa Caribe, alimentando principalmente las organizaciones criminales transnacionales mexicanas que mueven cargamentos de droga hacia Estados Unidos. Estas lanchas, que pueden tener hasta cinco motores, son más rápidas que casi cualquier bote en las fuerzas navales de interdicción. Lo que es más, normalmente viajan de noche lo que dificulta su localización en los radares.
Los narcotraficantes internacionales confían en las redes nicaragüenses para esconder sus botes, repararlos cuando sea necesario y ofrecer entretenimiento para las tripulaciones durante el día. El capitán Blas Hernández Mendoza del Distrito Naval del Atlántico (DNA) le dijo a InSight Crime que los cargamentos de droga son transferidos en Nicaragua desde botes pesqueros a lanchas rápidas o viceversa; otros cargamentos son desembarcados y separados en cargamentos más pequeños –lo que sea para despistar a las autoridades. Algunos cargamentos también son escondidos en depósitos secretos a lo largo de la costa, a la espera de que culminen operaciones navales.
Los grupos nicaragüenses también proveen inteligencia utilizando redes de pescadores y espías para seguirle el rastro a los movimientos de los navíos de las fuerzas de seguridad, allanando el camino para los cargamentos de drogas. Los llamados ‘vigilantes’ viven cerca a las bases, reportando sobre los movimientos de barcos y otras embarcaciones oficiales.
Hay rumores de infiltrados en las bases navales, con suficiente acceso para reportar los movimientos de embarcaciones estadounidenses que patrullan las aguas caribeñas en operaciones conjuntas. Hasta US$4 millones en efectivo incautados a narcotraficantes por la armada ‘desaparecieron’ en 2009, de acuerdo a Gerardo Suárez, quién en febrero de 2012 era el fiscal general en la RAAS, y es uno de los pocos que está dispuesto a hablar abiertamente sobre las actividades del narcotráfico en el área.
Suárez pasó bastante tiempo en la RAAS, persiguiendo a una grupo que operaba en el sur de la región autónoma, conocida como los “Tarzanes”. Allí, bastante al sur de Bluefields, cerca a San Juan del Norte, los Tarzanes operan en áreas remotas de la selva y en porciones de la frontera con Costa Rica. La pandilla fue creada alrededor de la familia Reyes Aragón, y hay órdenes de captura pendientes para siete miembros del clan. Suárez dijo que además del narcotráfico, el grupo se ha visto involucrado en el tráfico de armas y en una serie de homicidios, incluyendo el infame homicidio de cuatro policías en Bluefields en 2004.
Al norte de Bluefields, alrededor de Sandy Bay, en la frontera que separa a la RAAS de la RAAN, una poderosa red de narcotráfico es liderada por Donly Mendoza (abajo a la derecha). Fuentes policiales establecieron que Mendoza se mueve con un grupo de hasta 40 guardaespaldas y trabaja de la mano de OCT hondureñas y mexicanas. En enero de este año, las fuerzas de seguridad lanzaron una operación para capturar a Mendoza en Sandy Bay, luego de un tiroteo entre traficantes rivales que dejó cuatro heridos. Siete arrestos se llevaron a cabo y se incautaron algunas armas, pero de Mendoza no se supo nada.
Más al norte, hacia la Frontera con Honduras, hay una red criminal liderada por un colombiano, que cuenta con un documento de identificación nicaragüense bajo el nombre de Alberto Ruiz Cano. Su nombre real es Amauri Carmona Morelos (en la foto de abajo), de San Andrés, y se cree que su padre trabajó para el Cartel de Cali, instruyendo a su hijo sobre el mundo del narcotráfico internacional.
Carmona Morelos era el dueño del famoso club nocturno de Managua ‘Mr. Sponge’, el cual usaba para lavar dinero producto del narcotráfico al igual que como un centro de reuniones para negociar el movimiento y compra de cargamentos de droga. Su base de operaciones se encuentra en Walpa Siksa en la RAAN, pero se cree que se mueve continuamente hacia y desde Honduras hacia San Andrés, Colombia, de acuerdo a fuentes internacionales de inteligencia consultadas por InSight Crime.
Muchos de los narcotraficantes nicaragüenses comenzaron como pescadores de ‘langosta blanca´, como se le dice a los fardos de cocaína provenientes de los cargamentos que llegan a las costas luego de que los traficantes se ven forzados a tirarlos por la borda cuando son perseguidos por fuerzas de seguridad. Ellos establecen contacto con narcotraficantes cuando estos llegaban a comprar estos cargamentos perdidos. Los lugareños insisten en que les han pagado hasta $500 dólares por cargamentos de cocaína encontrados por ellos, una pequeña fortuna en estas comunidades remotas, cuyas oportunidades de empleo, además de las drogas, provienen de la pesca ya la madera.
"Mucha de la población en la RAAS, particularmente en las comunidades costeras, apoyan a los narcotraficantes", dijo el fiscal Suárez. "Ellos, proveen empleos, y cuando hay tormentas y huracanes, son los narcotraficantes los que le ayudan a la gente a reconstruir, no el gobierno, el cual tiene una escasa presencia".
Esto fue respaldado por el capitán José Castillo de la DNA, quien dijo que debido a la pobreza extrema, "Es fácil para los narcotraficantes comprar su apoyo en estas comunidades".
Mientras algunos recogen los cargamentos, otros se configuran como “tumbadores”, grupos de piratas fuertemente armados que roban los cargamentos a los transportadores para revenderlos, usualmente en Honduras.
A lo largo de la cadena, muchos de estos transportadores son pagados por sus servicios en cocaína para vender en el mercado interno. Las autoridades nicaragüenses creen que es el caso con Zeledón, quién vende su mercancía localmente en pequeñas dosis. Esta puede ser la razón por la cual haya pujado por la salida de Zambrana como comandante local.
"Él [Zambrana] no los dejaba trabajar", un empresario fue citado en La Prensa hablando sobre los clubes nocturnos en los que Zeledón lleva a cabo gran parte de su negocio. "Él era un santurrón," señaló otro.
Claro, una buena persona es un término relativo en esta región. Lo que es más, Zambrana parece haberse dado cuenta de algo que no muchos “empresarios” locales vieron: los pequeños transportadores de hoy pueden ser el gran problema de seguridad nacional del futuro. Para asegurarse, mientras la presión crece en otras partes de Centroamérica, al igual que en México y Colombia, la importancia de Nicaragua como un punto de trasbordo seguramente aumentará; y esto tendrá uno de dos resultados: las organizaciones narcotraficantes armaran base acá o incrementaran su participación en los grupos criminales locales, otorgándoles el empuje para convertirse en grupos transnacionales en su propio derecho.
*Reportaje adicional a cargo de Steven Dudley. Gráficas por Andrés Ortiz Sedano.