Juárez siempre ha sido un lugar inestable. Es una ciudad fronteriza que atrae grandes números de inmigrantes en busca de trabajo, y genera grandes difrencias entre sus habitantes más ricos y más pobres —todos factores asociados a la violencia.
Sin embargo, mapear el fenómeno no necesariamente produce los resultados esperados. Un reciente estudio (pdf) de dos prominentes científicos sociales, financiado por la iniciativa HASOW de la PUC-Rio, señaló que la violencia en Juárez en 2009 y 2010 estuvo concentrada en ciertos sectores de la ciudad, como se esperaba, pero no siempre siguió el patrón esperado, en términos del estatus socio-económico de las víctimas.
Utilizando información del gobierno, los investigadores, Robert Muggah del Instituto Igarapé (Brasil) y Carlos Vilalta del CIDE (México), encontraron que los incidentes violentos se centraban en los cuadrantes noroeste y suroeste, específicamente, en tres áreas de la ciudad conocidas como Delicias, Aldama y Babicora Sur.
Este artículo hace parte de una serie sobre la violencia en Ciudad Juárez. Vea la serie completa aquí.
Luego determinaron si había presentes seis “factores de riesgo” específicos estaban presentes en estas áreas. Estos factores de riesgo se basaron en lo que se conoce como la teoría de la desorganización social, la cual busca explicar el comportamiento criminal al “enfocarse en las características contextuales y de composición en escenarios específicos”. Según esta teoría, existen numerosos factores que conducen a mayores niveles de violencia, como el tamaño de la población inmigrante, y las tasas de educación y pobreza.
De estos factores, los investigadores encontraron que la “población de otro estado” era la que más se relacionaba con estas áreas violentas. En Juárez —una ciudad fronteriza donde gran parte de la población ha venido de otras zonas en busca de trabajo en la industria maquiladora— esto no es sorprendente.
Lo sorprendente fue que las áreas más educadas presentaban los mayores índices de violencia. Aunque cabe mencionar que “educada” se define como una educación de noveno grado en México, los investigadores parecen estar confundidos por este resultado; como dicen ellos, se necesita mayor investigación. “Es difícil interpretar este resultado debido a la falta de más información sobre los perpetradores”, escriben.
Igualmente desconcertante fue la alta tasa de violencia en áreas donde los programas de “bienestar social” eran sólidos. Específicamente, los investigadores utilizaron las prestaciones de seguridad social para los trabajadores estatales, para ilustrar que la violencia correspondía a distritos aparentemente de “clase media”.
Finalmente, hay una discrepancia con respecto a las zonas pobres. Los investigadores encontraron dos niveles de pobreza: uno en el que no hay “acceso al agua” y “viviendas disponibles”; y otro en el cual hay “unidades de vivienda ocupadas con pisos sin cemento.” El primero (un poco más rico) correspondió a zonas más violentas.
La conclusión general de este estudio es difícil de discernir, pero la conclusión preliminar obvia es alarmante: la violencia se llevó a cabo en gran parte, en zonas de clase media en Juárez. Las razones para esto, como los propios autores dicen, son más difíciles de descifrar. “Estos eventos únicos probablemente requieren un estudio más amplio, más allá de las variables de composición demográficas y socioeconómicas,” establecen.
Este artículo hace parte de una serie sobre la violencia en Ciudad Juárez. Vea la serie completa aquí.