La investigación del asesinato de julio de 2011 del popular cantante argentino Facundo Cabral, ha revelado una red criminal con sede en Nicaragua que podría implicar a la célebre fuerza policial del país, que muchos consideraban como un modelo a seguir para evitar el infiltración de la mafia en el estado.

A las 5 de la mañana del 9 de julio de 2011, el legendario cantautor argentino Facundo Cabral, hizo el check out del Hotel Tikal en Guatemala y se subió a un Range Rover blanco para ir al aeropuerto. Su chofer era Henry Fariñas (en la foto), dueño de un club nocturno de Nicaragua y promotor, que había organizado algunos de los conciertos de Cabral en Nicaragua.

Este artículo hace parte de una serie sobre los vínculos de la policía de Nicaragua con el crimen organizado en el país y cómo estos alimentan el tráfico de drogas en la ciudad de Buelfields. Vea la serie completa aquí

Seguramente Cabral (foto derecha) no se sorprendió de que en Guatemala, uno de los lugares más violentos del mundo, Fariñas se haya presentado con dos guardaespaldas a esa hora de la mañana. Después de 40 años de carrera artística, el cantante de 74 años de edad, probablemente estaba acostumbrado a los patrocinadores misteriosos y a lugares peligrosos.

Sin embargo, el recorrido de Fariñas era más que tenebroso. Elite, una cadena internacional de clubes de striptease de propiedad de Fariñas, es conocida por albergar una sospechosa combinación de empresarios de negocios ilícitos, políticos corruptos, y policías poco fiables. Su nombre, y su club, habían sido vinculados a unas investigaciones sobre la trata de personas.

Esa madrugada de julio, los guardaespaldas de Fariñas acomodaron al técnico de sonido de Cabral en su Chevy Tahoe, que siguía el Range Rover de Fariñas. Cabral se subió al asiento de pasajeros al lado de Fariñas que conducía. El manager de Cabral estaba en el asiento trasero. Alrededor de un kilómetro del aeropuerto, un Jeep Hyundai se detuvo en el lado del conductor del vehículo de Fariñas, dos hombres se asomaron por las ventanas y abrieron fuego. Cabral y Fariñas recibieron disparos, y Fariñas se salió de la carretera hacia una estación de bomberos, a un costado de la avenida (ver foto abajo).

Los guardaespaldas de Fariñas devolvieron el fuego desde su vehículo, destruyeron la ventana trasera del Hyundai, e hirieron a uno de los sicarios. Los asesinos salieron a toda velocidad, y los guardaespaldas de Fariñas los persiguieron por unas cuadras antes de regresar para ayudar a su jefe. Ya para ese momento, Cabral había muerto. Fariñas fue trasladado a un hospital local en estado crítico, pero sobrevivió.

Era apropiado que la música del trovador Cabral, uno de los cantautores más queridos de América Latina por sus canciones de protesta y su pacifismo, haya jugado un papel clave en aclarar el caso. Cuando uno de los asesinos escuchó en las noticias que habían matado al cantante argentino, se arrepintió y se entregó a la policía. Él le dijo a la policÌa dónde encontrar el Hyundai que habían abandonado en una carretera. Con uno de los sicario bajo arresto, la prueba del vehículo y el material de video de la zona en donde se cometió el crimen, las autoridades guatemaltecas localizaron y detuvieron a tres sospechosos más esa misma semana. Después, capturaron a una quinta persona.

Los cinco asesinos son guatemaltecos, pero el gobierno de Guatemala de inmediato dijo que había sido un crimen internacional. En una conferencia de prensa que siguió a las detenciones, el ministro del Interior guatemalteco, Carlos Menocal, dijo que alguien, de un país “no identificado” de Centroamérica, se puso en contacto a través de Blackberry Messenger con el sicario principal, quien planeó el ataque con a través de su red local de ladrones de carros y de sicarios. Los asesinos identificaron al hombre como Alejandro Jiménez, alias “El Palidejo”. El objetivo, subrayó Menocal, fue el nicaraguense Fariñas, y no el argentino Cabral.

La investigación ha involucrado fiscales de cinco gobiernos, develando conexiones criminales desde México hasta Colombia. Desenredar esta red nos da una idea de por qué uno de los artistas más queridos de América Latina fue asesinado, y cómo una de las fuerzas policiales de la región más célebres puede estar involucrada.

Una red internacional

Fariñas estuvo hospitalizado durante meses en un hospital de Guatemala recuperandose de las heridas sufridas en el ataque de julio. Durante ese tiempo, los funcionarios nicaraguenses trabajaron silenciosamente para armar un caso contra él. Cuando regresó a Managua el pasado mes de marzo, fue inmediatamente arrestado y acusado de tráfico de drogas y lavado de dinero. La directora de la policía nicaraguense, Aminta Granera, le dijo InSight Crime (ver video de la entrevista, abajo) que Fariñas también está siendo investigado por el tráfico de personas.

“Está todo mezclado en un nudo confuso que estamos tratando de desenredar”, dijo Granera. “Comenzamos con Fariñas y ahora tenemos tres grupos diferentes que trafican drogas, y entre ellos es un juez del Consejo Electoral [que] movió el dinero, [y] fabricaba identificaciones falsas.”

El juez, Julio César Osuna, fue capturado en mayo con otras 10 personas, entre ellos la hermana de Fariñas, Karla Fariñas. Un hermano, Pedro Joaquín, es también uno de los detenidos. Osuna está a cargo de proveer a la organización con documentos falsos y también está siendo investigado por lavado de dinero, dijo Granera.

El grupo de Fariñas, llamado los “Charros”, parece ser parte de una clásica red de transporte de América Central. Usando contactos de alto nivel del gobierno, mueven drogas ilícitas y personas hacia el norte, y ayudan a blanquear las ganancias en el sur. Esa red transporta grandes cantidades de bienes ilícitos para el temido grupo colombiano llamado los Rastrojos, hacia las organizaciones mexicanas del cartel de Sinaloa y la Familia Michoacana. Las autoridades guatemaltecas dicen que habían visto transferencias de dinero de hasta US$700.000 en las cuentas de Fariñas.

El socio de Fariñas en Costa Rica era Jiménez, alias “El Palidejo”. Ambos hombres tienen pasados igualmente humildes.  Hasta el atentado, Fariñas (foto derecha) era desconocido en Nicaragua. El padre de Fariñas era un mecánico de automóviles, que arreglaba los carros de funcionarios del gobierno y de la policía, su madre le dijo a El Confidencial. No se sabe cómo Fariñas se convirtió en propietario de un club, pero al parecer comenzó su carrera en la industria del entretenimiento mediante el arreglo de instrumentos musicales, específicamente pianos.

Por su parte, el único negocio legítimo que se le conoce a Jiménez es un puesto de frutas que tuvo un suburbio de San José. Después del asesinato de Cabral, las autoridades costarricenses allanaron una serie de propiedades relacionadas con Jiménez (foto abajo, izquierda), desentrañando una red regional suya, que se extiende desde Panamá hasta Guatemala. Un investigador de Costa Rica, dijo a InSight Crime que Jiménez utiliza a sus padres y su esposa como testaferros para camuflar sus bienes, que en la incautación incluyeron automóviles y propiedades avaluadaos en aproximadamente US$ 2.5 millones.

Entre los intereses de negocios comunes que tenían Fariñas y Jiménez están los clubes nocturnos Elite, una cadena de clubes de striptease donde los negocios oscuros pueden ser discutidos y pactados en paz. Las autoridades no saben cuándo, o bajo qué circunstancias, entró Jiménez en el negocio de las discotecas con Fariñas, pero Fariñas, en su testimonio ante las autoridades guatemaltecas, afirmó que el club estaba en el centro de una disputa entre los dos hombres, lo que llevó al atentado y a la muerte de Cabral.

Al testificar por videoconferencia, desde su cama de hospital en Ciudad de Guatemala antes de ser enviado de regreso a Nicaragua, Fariñas dijo que Jiménez estaba tratando de forzarlo a venderle Elite en Costa Rica. Sin embargo, Fariñas afirmó que le había ofrecido a Jiménez sólo una fracción del club, lo que enojó al costarricense. Eso, según Fariñas, fue el motivo del ataque que llevó a la trágica muerte de Cabral.

En marzo, Jiménez fue arrestado en Colombia con un grupo de miembros del grupo criminal los Rastrojos, y las autoridades colombianas lo enviaron a Guatemala para enfrentar cargos de asesinato. Los nicaraguenses también han acusado al costarricense de narcotráfico.

Los tumbadores, la policía y los conspiradores

Dada la naturaleza de su negocio, la versión de Fariñas ofreció una explicación poco probable del motivo de tal confrontación violenta, e investigadores en Nicaragua, Guatemala y Costa Rica, le dijeron a InSight Crime que la pelea está conectada a las actividades ilícitas de los dos hombres, incluyendo el tráfico de cocaína y la trata de  personas, así como el lavado de dinero, según las autoridades nicaraguenses. Sin embargo, entre las teorías sobre el ataque, el más probable podría ser el robo. En otras palabras, Fariñas podría simplemente haber estafado a su socio.

Para Nicaragua, un lugar con menos valor que muchos de sus vecinos para los grupos de traficantes, los llamados “tumbes” o robos, se han convertido en una de las formas principales de ganar dinero con el tráfico de drogas y una de las principales fuentes de conflicto. Varios de los principales grupos criminales del país también actúan como “tumbadores”. Los tumbadores con frecuencia roban la mercancía y luego la venden, incluso a veces al mismo grupo al que acaban de robar.

Estos grupos incluyen a menudo agentes de policía, quienes se apoderan de drogas y dinero en efectivo con regularidad y pueden decidir si informar de ello o no, dependiendo del precio que ofrecen los traficantes para recuperar las drogas. Dos ex jefes Comandantes de la policía guatemalteca, por ejemplo, fueron detenidos por conexiones con redes de tumbadores, aunque ya han quedado en libertad.

Estas redes llegan hasta las altas esferas del poder. Un cable diplomático de Estados Unidos revelado por WikiLeaks dijo que los máximos dirigentes del partido gobernante, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), utiliza dineros incautados producto del tráfico de drogas para pagarle coimas a los jueces para que dejen libre a traficantes encarcelados. En un caso relatado en el cable se manejó la suma de US$ 609.000, de una incautación.

Los problemas con los tumbes con frecuencia también cruzan fronteras. En 2008, unos presuntos traficantes detuvieron un autobús de turismo que viajaba de Nicaragua a Guatemala, y mataron a 15 nicaraguenses y a un holandés que se encontraban a bordo. El motivo del ataque, dijeron las autoridades, fue que los traficantes creían que un cargamento de droga, que les había sido robado, estaba en el autobús. Uno de los sospechosos en el caso llevaba una pistola con el grabado, “Policía Nacional de Nicaragua.”

El caso Cabral y Fariñas puede estar conectado a un esquema de tumbe. La jefe de policía de Nicaragua, Granera, le dijo a La Prensa que una teoría sobre el atentado fue que era el resultado de un tumbe. Cuando InSight Crime le preguntó acerca de esto, Granera dijo que no quería entrar en detalles por temor a obstaculizar la investigación.

Sin embargo, según un policía de alto nivel en Nicaragua, quien habló con InSight Crime con la condición de que su identidad no fuera revelada, Fariñas trabajaba en estrecha colaboración con policías sucios nicaraguenses que participan en tumbes. Uno de esos policías, dijo, fue Carlos Palacios, quien hasta su retiro en mayo era miembro de la cúpula de la policía y alguna vez dirigió la rama de inteligencia de la institución. (Vea abajo el video de la entrevista del InSight Crime con la jefe de policía Granera).

Su esquema, según el policía, era que Fariñas se hacía pasar por un comprador de drogas. Cuando la policía incautaba la droga utilizando la información que Fariñas había proveído sobre el cargamento, Fariñas alegaba ignorancia acerca de la operación, y después se quedaba con una parte de la droga incautada para su reventa, mientras que la policía se quedaba con el resto.

La teoría no es una exageración. Fariñas tiene una larga relación con Palacios y la policía. Después de su arresto, la madre de Fariñas, dijo a El Confidencial, que Palacios era el padrino de uno de los hijos de Fariñas. Ella dijo que su hijo había pagado por la restauración de una estación de policía en Managua, y que había patrocinado el equipo de fútbol de la policía.

Según el policía nicaraguense de alto nivel, funcionarios antinarcóticos internacionales, y periodistas nicaraguenses, los clubes Elite también son frecuentados por la policía y los altos funcionarios públicos, incluido Palacios. Cuando se le preguntó recientemente acerca de su relación con Fariñas, Palacios se puso tenso y negó que los dos fueran “compadres” en cualquier sentido de la palabra.

“Lo he conocido (a Fariñas) por unos nueve años más o menos”, dijo el ex comandante de la policía a la prensa local, que lo rodeaba fuera de su ceremonia de retiro. “Si yo tuviera información de una actividad ilícita de una persona, por supuesto que no tendría una relación de amistad (con esa persona).

Granera confirmó que los dos hombres jugaban al fútbol juntos y que el equipo de Palacios fue patrocinado por Fariñas. Ella añadió que otros policías podrían haber confraternizado con la familia de Fariñas y frecuentado su club, sin ofrecer defensa o disculpas por esas actividades.

“Sólo porque vas al Club Elite, significa que eres un criminal que trabaja con Henry Fariñas?”, preguntó ella. “No necesariamente”.

Tras el ataque a Cabral, el diario La Prensa también investigó la posibilidad de que haya estado ligado a algún tumbe. Los informes, citando fuentes anónimas, dijeron que Fariñas había trabajado con alguien cuyo alias era “El Bigotón”. Un policía identificó a Fariñas como un “informante”, es decir, la fuente de información sobre los cargamentos que se interceptaban. La Prensa no identifica a El Bigotón. El policía le dijo a InSight Crime que El Bigotón era el mismo Palacios, pero no ofreció ninguna prueba de ello.

“Carlos tiene bigote”, dijo Granera cuando InSight Crime preguntó acerca de los supuestos alias de Palacios. “Pero no puedo decir que eso signifique que esté relacionado con los crímenes de Fariñas y Palidejo”.

Granera no quiso decir si la policía estaba investigando a Palacios, pero el gobierno de Estados Unidos ciertamente tuvo sus sospechas acerca de él antes de la muerte de Cabral. “Palacios es una persona leal a Ortega, sobre quien se ha alegado, aunque no probado, que tiene los vínculos con el crimen organizado y la corrupción en Nicaragua”, según un cable diplomático de Estados Unidos del 2008, dado a conocer por WikiLeaks.

Un cable posterior es más explícito. Citando una fuente ex sandinista, dice, “el comisionado de Policía, Carlos Palacios, del FSLN es un corrupto de la línea dura, cuyo papel es mantener a la Jefe de Policía, Aminta Granera, en línea con información comprometedora [sobre ella], que él supuestamente posee.”

En la entrevista con InSight Crime, Granera, que es más popular que el presidente Daniel Ortega, parecía nerviosoa por los temas de la corrupción y los tumbes con participación de policías.

“Creo que son casos aislados que sí se han dado”, dijo. “Y se han puesto a la orden de los tribunales competentes”.

Hay indicios de que el caso Fariñas, que aún no ha entrado en al etapa de juicio, podría terminar en un arreglo tras bambalinas lejos del escrutinio público, precisamente gracias a las numerosas conexiones que mantiene la familia Fariñas. Entre los defensores de Henry Fariñas, cuando las autoridades de Guatemala dijeron que él había sido el blanco del ataque, estaba Alba Luz Ramos, presidente de la Corte Suprema de Nicaragua.

La relación de la familia de Fariñas con la policía también parece más profunda que una simple reunión ocasional en un club nocturno o un campo de fútbol. A medida que la soga alrededor del cuello de Henry Fariñas se apretaba con declaraciones públicas de sus conexiones a las redes internacionales de tráfico, la familia de Fariñas publicó fotos de la hermana Karla junto a otro comandante de la policía, en lo que parecía ser un intento de enviar el mensaje de que si procesaban a Fariñas podría traer consecuencias vergonzosas para más de un funcionario de la policía.

Sin duda, en este caso, la policía puede ser la que más tiene que perder. La policía nicaraguense, que es elogiada en toda la región por su enfoque de servicio a la comunidad y por la capacidad de mantener a raya a la delincuencia organizada. Pero el caso del asesinato de Cabral ofrece una nueva y más inquietante narrativa: que Nicaragua no tiene menos violencia que sus vecinos porque tiene una fuerza policial más eficaz, sino porque el crimen organizado es un negocio de arriba hacia abajo, controlado por las mismas autoridades que se supone que deberían estar luchándolo.

*Reportaje adicional de Jeremy McDermott. Gráficos por Andrés Ortiz Sedano.

Steven Dudley is the co-founder and co-director of InSight Crime and a senior research fellow at American University’s Center for Latin American and Latino Studies in Washington, DC. In 2020, Dudley...