No es una producción de video sofisticada. Empieza: "Carreras de caballos... Cobán, Guatemala... 15 de septiembre de 2010". Dos hombres —uno con uniforme de jockey, el otro con ropa de calle— preparan sus caballos tras una puerta metálica en una pista de tierra. En el fondo suena música norteña. La cámara hace un paneo del público: espectadores sonriendo con sombreros de vaqueros, gafas y jeans; todos mirando desde sus camionetas de plató. La puerta metálica se abre y los caballos arrancan a correr por la pista para diversión del público.
La carrera sería una inocua manifestación deportiva local si no fuera por las identidades del público presente (ver el video abajo). Era una de las muchas carreras de caballos narradas ese día en el video casero de 47 minutos. Pero la filmación provee información genuina de quiénes componen la alianza Zetas-Overdick, incluyendo líderes de alto rango, sicarios, cobradores y hasta un agregado militar. Hay varios comandantes y tenientes de los Zetas; Horst Walther Overdick y su hijo, Walter Jr.; dos sospechosos de homicidio y miembros de las operaciones de lavado de activos del grupo; finalmente, hay un oficial militar guatemalteco quien, sorpresivamente, está vestido de uniforme mientras mira el espectáculo.
Este artículo hace parte de una serie sobre la presencia y expansión de Los Zetas en Guatemala. Vea la serie completa aquí.
Más allá de las personalidades, el video ilustra a cuántas capas desciende la red de narcotráfico, lavado de activos y contrabando Zetas-Overdick en Cobán y brinda un punto de partida para entender la manera como funciona. La red ha evolucionado con el tiempo, pero los roles de los actores en ellas han permanecido iguales en su mayoría: Los Zetas se ocupan de la seguridad y proporcionan un gran flujo de dinero para el producto ilegal; los locales suministran las drogas ilegales y la infraestructura y contactos para recibirla, almacenarla y moverla a través de los corredores traicioneros y engañosos del hampa en Guatemala. Ambos lavan los ingresos en la economía local, aunque sean los lugareños los que proporcionan los contactos y los canales a través de los cuales se lleva a cabo esta fase de la operación.
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Por su parte, los Zetas tienen aproximadamente 30 agentes en Guatemala, divididos en dos grupos: el brazo operacional, que es el aparato de seguridad; y el administrativo, que se encarga del dinero. El ala operacional ha reclutado a locales y los ha entrenado en México y Guatemala para operaciones de seguridad, reconocimiento y homicidio. Los principales reclutas son ex militares de Guatemala.
Contrario a muchos informes que afirman que Los Zetas buscan contratar pandilleros, dos exfuncionarios de gobierno dijeron que InSight Crime que los Zetas prefieren exsoldados precisamente porque traen algo de entrenamiento, habilidad con las armas y entienden la administración jerárquica.
Algunos de estos exsoldados son antiguos Fuerzas Especiales, conocidos como Kaibilies. Esta es la versión del ejército Guatemalteco de los Infantes de Marina de Estados Unidos, aunque en un número muy menor. El Ejército ha entrenado a sólo 1.100, un proceso que según los rumores incluyó criar un cachorro y luego matarlo al final del entrenamiento básico, tan solo para demostrar su capacidad de poner las órdenes por encima de cualquier cosa.
El brazo operacional de Los Zetas en Guatemala ha crecido hasta incluir a diez tenientes, la mayoría mexicanos, cada uno de los cuales tiene a su cargo entre ocho y diez soldados. Esto les da un total de 80 soldados aproximadamente. A estos pequeños grupos de soldados los llaman "estacas", homenaje a la mentalidad militar. Los Zetas, aunque a más de diez años de haberse retirado de sus orígenes, aún tienen mucho de su historial militar en su lenguaje, su modus operandi y su estrategia. Establecen dominio territorial mediante la superioridad en número, las armas, la táctica, la recopilación de inteligencia y, muchas veces, el terror psicológico. De esta forma, pueden acorralar rápidamente el mercado criminal local y comenzar a cobrar su indispensable "piso".
Los Zetas también usan los contactos que han desarrollado, con la ayuda de sus aliados locales, en el Ejército guatemalteco para obtener armas y entrenamiento. Oficiales y ex oficiales facilitan las compras de armas. Un cable diplomático de los Estados Unidos publicado por WikiLeaks en 2009, decía que el gobierno ha "enviado a casa" a doce oficiales militares de rango medio por sospecha de ventas de armas a traficantes. Cuando no pueden comprar las armas, los Zetas las roban. Una investigación que tuvo un amplio despliegue publicitario sobre la muerte de cinco policías, quienes presuntamente saqueaban un depósito de armas y drogas de Los Zetas, reveló que las armas usadas por Los Zetas para matarlos fueron robadas de un alijo militar.
Oficiales en ejercicio y retirados también suministran entrenamiento. Un militar de alto mando actual, que no está autorizado para hablar oficialmente, le dijo a InSight Crime que Los Zetas tienen campamentos en varias partes de Guatemala y México donde entrenan gran parte del personal ex militar guatemalteco.
La potencial infiltración de Los Zetas en la jerarquía militar es evidente en el video obtenido por InSight Crime en el que un oficial de los Kaibiles parece hacer cabriolas con el grupo de Zetas y la gente de Overdick, en una carrera de caballos que se llevó a cabo en el aeropuerto de Cobán. Una fuente oficial de InSight Crime lo identificó como el Coronel Edgar Ernesto Muralles Solórzano. El vocero del ejército Ron Urízar no podía confirmar que es Muralles quien aparece en el video. Sin embargo, Urízar dijo que Muralles es Kaibil y en ese momento era subdirector de la escuela militar Adolfo V. Hall del Norte en San Pedro Carchá localizada en las afueras de Cobán. Muralles que sigue activo pero en la actualidad no tiene un puesto asignado, no se encontró para pronunciarse al respecto dijo Urízar, pues Muralles no está autorizado dar declaraciones a la prensa sobre asuntos personales.
Un pariente cercano del equipo de seguridad personal de Overdick es también un oficial militar activo, de acuerdo con agentes de seguridad guatemaltecos y extranjeros consultados para este reporte, y está conectado con las actividades del grupo. Otro exKaibil fue capturado después del asesinato de los 27 jornaleros en Petén en mayo, por su presunta participación en esa masacre.
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Una vez el brazo operativo toma el control del territorio, Los Zetas monopolizan el "piso". En Cobán, esto fue relativamente fácil comparado con las batallas que el grupo enfrenta en México. Cuando encuentran a un comerciante local vendiendo DVD pirateados que no fueron hechos por ellos, presuntamente lo asesinan. También se encontró muerto a un expendedor de marihuana. Un hombre que ingresaba gasolina de contrabando desde México fue golpeado y le robaron sus ganancias del día. Cobán es ahora un centro de productos mejicanos, desde huevos y gasolina hasta papel higiénico y tortillas mexicanas que se ofrecen en las esquinas.
Todo el dinero recolectado es manejado por el ala administrativa de los Zetas. Este brazo está dedicado a los ingreso y pagos, incluyendo el esquema de soborno masivo necesario para que cualquier negocio del crimen organizado prospere. Para esto, los operadores locales de Los Zetas y sus aliados se acercaron a la policía. Los Zetas empezaron pagándoles US$300 mensuales en billetes de US$20; el operador radial recibía US$500 mensuales. Los comandantes de la Policía en el área recibían una cifra sustancialmente mayor, presuntamente unos US$10.000 por adelantado para dar inicio a las relaciones y luego mensualmente sobres llenos de billetes de US$20.
Esta precisión es clásica en Los Zetas. El grupo también es conocido por su escrupulosa contabilidad. A cambio, la Policía suministra a Los Zetas direcciones específicas cuando mueven cargamentos para evadir a las autoridades cuando había presencia militar en las vías. La Policía también los encubre en homicidios y provee información sobre lo que se habla de ellos en los círculos legales, políticos y civiles.
Asimismo, Los Zetas establecieron una intrincada red de "ojos y oídos" para recolectar información. Estos "halcones" incluyen prostitutas, mendigos, lustrabotas, niños, taxistas, políticos y fiscales. De acuerdo a un oficial militar que trabajaba en el área, eran cientos de personas. Como sucedía con el Cartel del Golfo en México, los locales se refieren a Los Zetas como "La Compaña".
Además de sus ojos en las calles y en la Policía, penetraron el sistema judicial local. Su abogado, aparentemente, se acercó a la oficina del Fiscal Distrital para ofrecer sobornos, y fue capaz de comprar algunos fiscales de nivel bajo por medio de un expolicía que trabajaba para ellos y estaba vinculado sentimentalmente con una fiscal.
Los Zetas han consolidado su influencia en el área de otras formas. Su brazo administrativo compró o coartó a los locales para que vendieran sus fincas para usarlas como refugios. Para evitar alguna sospecha, presuntamente dejaron los títulos de las tierras a nombre de los dueños originales (hacen lo mismo cuando "toman prestados" autos de los locales). Estos son puntos críticos para el depósito y el tránsito que el grupo usa cuando reciben o mueven cargamentos ilegales.
Parece que gran parte de las drogas llegan vía Honduras en estos días, donde la agitación política y la corrupción hacen de ese país un punto de fácil acceso para aterrizar aviones o atracar lanchas rápidas. Honduras también es atractiva porque con relativamente poco combustible una pequeña aeronave puede mover toneladas de producto ilegal. Las pistas de aterrizaje escondidas en Guatemala obligan a que se emplee mayor combustible lo que disminuye el campo para cargar producto ilegal.
Para Los Zetas esto no ha representado tanto como para otras organizaciones. Contrario a lo que sucede con otras redes criminales que mueven cargamentos de grandes cantidades, Los Zetas transitan con menores cargas, posiblemente porque carecen de la infraestructura y alcance que sí tienen sus rivales. Su método preferido es a través de compartimientos escondidos, camiones de carga y contenedores. Los cargamentos más grandes son escoltados por el brazo operativo. Un carro en la vanguardia da aviso de retenes espontáneos; un carro en la retaguardia está preparado para cualquier tipo de enfrentamientos. Como en la época de Juancho León, Guatemala aún es famosa por sus "tumbes" o robos. Algunos policías emprendedores operan sus propias pandillas de tumbe, usualmente revendiendo al mismo grupo criminal al que robaron, así que los Zetas se aseguran de saber quién está apostado en los retenes cuando mueven grandes cargamentos.
El grupo también ha empezado a lavar activos a través de negocios locales. En parte, esto ha sido negociado por Overdick y sus contactos. Él está emparentado por su familia política con un congresista que tiene a su cargo algunos de los contratos públicos estatales. Estos contratos son canalizados a través de varios comités en el Congreso, agencias gubernamentales y luego a través de lo que se denomina organizaciones no gubernamentales (ONG) en Guatemala. Estas agencias gubernamentales y ONG sirven como facilitadoras y usualmente entregan contratos dependiendo de los sobornos que reciban. Los proyectos sirven doblemente a los criminales: lavan ingresos del narcotráfico, y el dinero canalizado a través de las construcciones es devuelto a los dueños de las compañías, ONG, políticos y las figuras del hampa que participan.
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Alta Verapaz no es inmune a este esquema. La hija de uno de los socios narcotraficantes de Overdick era la cabeza de una de estas ONG, el Programa de Desarrollo Rural de las Verapaces (PRODEVER). Por su parte, PRODEVER obtuvo su dinero del Fondo Nacional para la PAZ (FONEPAZ), una agencia gubernamental que se ha enfocado en administrar proyectos desde el establecimiento de la paz en 1996. En 2010, el gobierno investigó varios contratos administrados por FONEPAZ,algunos para Alta Verapaz, afirmando que las ONG malversaron hasta US$58 millones fueron malversados por ONGs.
Estos esquemas posiblemente alcanzaron la cúspide de la cadena alimenticia. El encargado de supervisar los proyectos de FONEPAZ en esa época era Obdulio Solórzano, excongresista para Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), el partido de coalición del presidente guatemalteco, Álvaro Colom. Solórzano fue asesinado en 2010 en Ciudad de Guatemala, posiblemente, por su conocimiento de éste y otros esquemas, incluyendo el financiamiento de la campaña presidencial de Colom en 2007. En diciembre, Los Zetas publicaron un comunicado en la estación local de Cobán, "La Buena", donde afirmaron que Colom tomó de ellos US$11,5 millones en contribuciones a su campaña, y que luego el presidente los "traicionó". En el comunicado, el grupo menciona el arresto de un socio y el asesinato de alias "Bigote", en aparente referencia a Solórzano.
En los sectores de construcción y agricultura, tanto Los Zetas como Overdick lavan ingresos a través de productos y servicios tradicionales de la región. Del lado de la construcción, Overdick opera con una compañía local que, presuntamente, es la fachada de una familia prominente de Cobán. A través de esta empresa canalizan dineros públicos. Por el lado del agro, tanto Overdick como Los Zetas tienen numerosos compradores de cardamomo que siguen usando ese y otros mercados para lavar dinero. Al cruzar su contabilidad, las consecuencias son claras: en febrero, el día que el estado de sitio en Alta Verapaz terminó, sicarios asesinaron en Cobán a Boris Pinot, presunto cobrador y comprador de cardamomo de Overdick.
Dólares americanos fluyen hacia Cobán, al igual que hacia áreas remotas de Alta Verapaz, al punto que productores indígenas dejaron de aceptar el "dinero verde", quejándose que esto implica un viaje extra hacia Cobán para cambiarlo. Los precios también han sido afectados. Algunos compradores locales dijeron en privado que no pueden competir con quienes negocian con los narcotraficantes. Muchos guardan silencio.
Los niños de los colegios locales no se quejaban por los dólares. Los Zetas les pagaban una pequeña cuota para que cambiaran el dinero en bancos locales, hasta que los bancos empezaron a hacer muchas preguntas. Los dueños de casas de cambio también estaban felices. Era común que cambiaran dólares de la policía, los "halcones" y otros operadores de Los Zetas a seis quetzales por dólar, en vez del cambio normal el cual se encuentra por encima de siete.
Los Zetas trajeron consigo nuevas tácticas y actitudes. Conducían carros grandes y ostentosos, como Hummers, muchas veces dejando colgadas las armas automáticas desde las ventanas abiertas. Cuando dos policías cuestionaron a un comandante Zeta en la plaza central, este apuntó una pistola a la cabeza de un oficial, mientras le quitaba el arma al otro, luego la apuntó a su cabeza. Cuando otro policía se rehusó a aceptar los pagos, detuvieron su carro, lo sacaron y metieron en uno de los suyos. Luego, anduvieron con él por toda la ciudad golpeándolo, antes de botarlo al lado de una carretera.
Los locales desafiaron a los recién llegados por su cuenta. Dos estudiantes universitarios que miraron por mucho tiempo a la novia de un Zeta durante una demostración equina, fueron asesinados después en una estación de servicio. Otro Zeta mexicano, asesinó a su novia guatemalteca, luego la dejó en la base de un puente, presuntamente porque no quería que ella le fuera infiel luego de que él volviera a México al día siguiente. Como muchos otros crímenes, estos no fueron reportados en las noticias, le contó un exoficial de alto rango de Alta Verapaz a InSight Crime con la condición de que su nombre no fuera publicado.
El incremento del narcotráfico en la región también ha llevado a un aumento del consumo, dado que los Zetas y los operadores locales se encuentran pagando a sus expendedores en droga en vez de dinero. Los grupos grandes que mueven cargamentos considerables evitan pérdidas de esta manera. Los locales prefieren esta forma de pago. Estos expendedores, que incluyen tanto soldados como "halcones", venden una versión diluida del polvo en pequeñas bolsas a 50 o 100 quetzales. Otros vendedores más diligentes cocinan el polvo a una forma sólida de crack local que varía entre 25 y 100 quetzales, dependiendo en el tamaño de la roca. No hay números que indiquen el incremento del consumo, apenas evidencias anecdóticas y la creciente violencia que rodea al mercado local.
Estos operadores, una combinación de soldados y halcones, también se encuentran involucrados en otras actividades criminales, especialmente la extorsión. Hay esquemas tanto de extorsión regular como ocasional en el área. La primera, se basa en el pago de cuotas mensuales por parte de comerciantes locales, vendedores y otros negocios. La segunda, es vía telefónica o con una visita y puede ser considerable, entre US$3.000 y US$6.000, según afirmó el pariente de una víctima. Los extorsionados en este caso provienen de todas las clases sociales, y la reacción de las élites podría determinar si los Zetas se convierten en un residente a largo plazo o una pesadilla a corto plazo.
Este artículo hace parte de una serie sobre la presencia y expansión de Los Zetas en Guatemala. Vea la serie completa aquí.
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