El Tren de Aragua es un grupo criminal oriundo de Venezuela que se ha convertido en la banda más poderosa del país. Tiene su centro de operaciones en el Centro Penitenciario de Aragua, en la región centro-norte de Venezuela, y lleva a cabo extorsiones, secuestros, tráfico y trata de personas, entre otros delitos.
El grupo, considerado así por tener una cuantiosa cantidad de miembros, ha logrado sobrevivir gracias a largos periodos de impunidad propiciados por el gobierno de Nicolás Maduro en zonas claves, como su base principal en Aragua. Además, ha mantenido e incrementado su poder y presencia al establecer alianzas y reclutar pequeñas bandas criminales en territorios claves de Venezuela y otros países de la región.
Desde 2018, el grupo se ha expandido rápidamente por Latinoamérica a lo largo de la ruta que recorren los migrantes venezolanos, y se ha involucrado en el tráfico de migrantes en las áreas fronterizas de varios países. Asimismo, presuntos miembros del grupo se han asentado en ciudades de Colombia, Perú, Chile y otros países.
Historia
El grupo tuvo su génesis en el sindicato de obreros que laboraban en la construcción del tramo del Ferrocarril de Venezuela que recorría los estados Aragua y Carabobo, por lo cual decidieron llamarse “Tren de Aragua”. Tras el inicio del proyecto en 2005, el sindicato cobraba por la asignación de puestos de trabajo y extorsionaba a contratistas. El grupo fue ampliando sus actividades criminales, y cuando la construcción se paralizó en 2011, el sindicato ya funcionaba como una banda criminal.
Sin embargo, el Tren de Aragua, como se le conoce hoy en día, no se consolidó sino hasta 2013, cuando Héctor Rustherford Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”, fue encarcelado en la prisión de Tocorón y estableció alianzas con miembros del sindicato. Allí, el preso escaló rápidamente en la jerarquía penitenciaria hasta convertirse en “pran”, como se les conoce a los líderes carcelarios en Venezuela.
Diversos factores ayudaron a que el grupo criminal se fortaleciera. Por una parte, las reformas penitenciarias que dictó en 2013 la entonces ministra de prisiones, Iris Varela, nunca fueron aplicadas en Tocorón. Así, Guerrero empezó a cobrar la “causa”, un monto mensual que los presos debían pagar al pranato, y cuyos ingresos permitieron la construcción de gimnasios, piscinas, parques infantiles, restaurantes, discotecas y otras obras dentro de la prisión.
Afuera del centro penitenciario, el Tren de Aragua encontró pocos obstáculos para establecer su control y sus operaciones. Guerrero reclutó a líderes de bandas criminales del barrio San Vicente, ubicado en Maracay, la capital de Aragua, a unos 30 kilómetros de Tocorón, y allí establecieron otro centro de operaciones. Una de esas bandas, conocida como la banda de “El Flipper”, por el alias de su líder, Kenferson Sevilla Arteaga, tomó el control completo del barrio.
La banda luego constituyó legalmente una institución, conocida como “Fundación Somos El Barrio JK“, para recibir recursos y apoyo de ciertos elementos del Estado, como la entonces ministra Varela. Bajo esta figura, el grupo también impone estrictas normas en la comunidad.
Durante su periodo como gobernador de Aragua, Tareck El Aissami desmanteló gran parte del aparato policial de Aragua y convirtió a San Vicente en una de las conocidas “zonas de paz”, a la cual no podían entrar cuerpos de seguridad. Gracias a esto, en San Vicente el Tren de Aragua consolidó un feudo criminal tan poderoso, que los policías y sus familiares fueron obligados a abandonar sus viviendas. Quienes se negaron a partir fueron violentamente asesinados.
Algunas de las bandas criminales que ya operaban en Aragua establecieron pactos de no agresión con Guerrero, entre ellas el Tren del Llano. Sin embargo, tras la muerte del líder del Tren del Llano en 2016, el Tren de Aragua tomó el control de sus áreas de influencia en Aragua y parte del estado Guárico, según fuentes policiales que hablaron bajo condición de anonimato por temor a su seguridad.
Sin embargo, entre 2015 y 2017 su creciente fuerza puso a la banda en la mira de las autoridades nacionales que desarrollaban la Operación de Liberación del Pueblo (OLP), una serie de cuestionadas operaciones contra la criminalidad a nivel nacional. El Tren de Aragua contraatacó y logró sobrevivir a los operativos.
Guerrero continuó ganando más poder, e incluso aceleró su expansión en años siguientes, tanto dentro como fuera de la prisión. Dentro de la prisión, se consolidó como el pran más importante del país, luego de ser señalado por el asesinato del primer pran de Venezuela, Wilmer Brizuela, alias “Wilmito”, ocurrido en Tocorón en abril de 2017.
Durante los años que siguieron, la banda expandió su red a otros estados de Venezuela a través de alianzas con grupos criminales menores, y acabando con quienes se oponían a sus normas e intereses.
Desde 2018, la banda inició su expansión a Sucre, un estado costero al nororiente del país a corta distancia de Trinidad y Tobago, buscando entrar en el negocio del transporte de drogas hacia el Caribe, según fuentes entrevistadas por InSight Crime bajo condición de anonimato. Aunque luego fue desplazado por el Tren del Llano, hoy en día el grupo mantiene el control de Güiria, uno de los pueblos costeros más cercanos a Trinidad y Tobago.
Uno de sus primeros intentos por establecerse en ejes fronterizos se comenzó en el 2018, en la frontera entre el estado venezolano de Táchira y el departamento colombiano de Norte de Santander. La banda entró en disputas con poderosos grupos guerrilleros como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y bandas criminales como Los Urabeños, que ejercen el control de los pasos clandestinos, conocidos como trochas. El Tren de Aragua buscó establecer sus actividades del lado colombiano, en la ciudad de Cúcuta y Villa del Rosario, cerca de la frontera, donde su presencia generó un conflicto con el ELN, que resultó en una ola de enfrentamientos y homicidios.
El mismo modus operandi llevó a la banda a otros países de la región, donde estableció bandas satélites. Desde al menos 2018, el Tren de Aragua, o al menos su nombre, adquirió presencia y fama a nivel internacional. Siguiendo la ruta que tomaron los migrantes venezolanos hacia el sur del continente, el Tren de Aragua se expandió mediante la provisión de servicios de tráfico de migrantes, para luego incursionar en la trata de personas, la extorsión y el microtráfico de drogas. Actualmente se tienen reportes de presuntos miembros del grupo en Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile.
Actividades criminales
La banda inició su carrera cobrando extorsiones dentro y fuera de prisión, y poco a poco diversificó su portafolio criminal. Actualmente, el Tren de Aragua está involucrado en extorsiones, secuestros, trata y tráfico de personas, contrabando, y se sospecha que tiene participación en el tráfico de armas y drogas.
Las extorsiones siguen siendo una de las rentas criminales más lucrativas del grupo, tanto por el cobro de la “causa” en el penal de Tocorón, que va desde los US$10 por prisionero, como por las extorsiones a comerciantes, productores agrícolas e incluso trabajadoras sexuales dentro y fuera del país.
La banda también lleva a cabo secuestros en Venezuela y en otros países. Chile, Colombia y Perú son algunos de los que registraron casos de secuestros cometidos por grupos vinculados al Tren de Aragua. En los últimos años, en Venezuela, el Tren también se involucró en el robo extorsivo de vehículos que frecuentemente involucraba secuestros.
El tráfico de migrantes fue la puerta de salida que le permitió al grupo migrar con facilidad por Latinoamérica. Impulsado en parte por el éxodo de venezolanos en la última década, la banda tomó control de pasos fronterizos, en los que les cobra a los migrantes, predominantemente venezolanos, y a los transportistas. El grupo también ha sido vinculado a la trata de personas con fines de explotación sexual y a la extorsión a las trabajadoras sexuales venezolanas a lo largo de la ruta migratoria hacia Chile.
Liderazgo
El líder de la banda es Héctor Rustherford Guerrero Flores, alias “Niño” Guerrero, el principal pran carcelario de Venezuela, quien lidera el grupo desde la cárcel de Tocorón.
De acuerdo con registros del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, Guerrero comenzó a delinquir en el 2005, cuando atacó a una comisión policial y asesinó a un funcionario de PoliAragua, Oswaldo González. El criminal fue recluido por primera vez en Tocorón en 2010, pero dos años más tarde escapó junto a otros reclusos. Para entonces, Guerrero ya fungía como el líder carcelario del penal, y medios de noticias reseñaron su fuga al estar asociado con una actriz y modelo venezolana llamada Jimena Araya, conocida como “Rosita”, con quien presuntamente manejaba una red de explotación sexual en la cárcel.
Su recaptura y retorno a Tocorón llevaron a Guerrero a consolidar el Tren de Aragua junto a otros criminales, que pasaron a ser sus más confiados lugartenientes o “luceros”. Entre ellos destacan Larry Amaury Álvarez, alias “Larry Changa”; Kenferson Sevilla Arteaga, alias “El Flipper”, y Yohan José Guerrero, alias “Johan Petrica”. Este último ha sido señalado de liderar un sindicato minero en Las Claritas, estado Bolívar.
Geografía
El centro de operaciones del Tren de Aragua se ubica en el estado Aragua, donde se encuentra la cárcel de Tocorón y el barrio San Vicente, en el municipio Girardot, al sureste del estado. La banda también está presente en otros seis estados de Venezuela: Carabobo, Sucre, Bolívar, Guárico, Lara y Miranda.
Fuera de Venezuela, presuntos miembros de la banda han establecido operaciones en Colombia, Brasil, Perú, Ecuador, Chile y Bolivia. Si bien su foco principal han sido las regiones fronterizas, algunos miembros del grupo también se han asentado en ciudades principales como Bogotá, Colombia, y Lima, Perú.
Aliados y enemigos
El Tren de Aragua mantiene numerosos vínculos con grupos del crimen organizado, tanto en Venezuela como en la región, con los cuales ha establecido beneficiosos acuerdos de no agresión y hasta alianzas para repartirse rentas criminales.
La banda se ha aliado con otros grupos carcelarios, como el pranato del Internado Judicial de Trujillo, dominado por Álvaro Enrique Montilla Briceño, alias “El Loro”, según investigaciones periodísticas y fuentes entrevistadas por InSight Crime.
Asimismo, el Tren presuntamente reclutó y financió a una pequeña banda criminal en el estado Lara, llamada la banda de “El Santanita” por el alias de su líder, Josué Ángel Santana, para cometer secuestros y extorsiones.
En el exterior, se han registrado múltiples indicios de alianzas, principalmente con bandas locales que funcionan como una suerte de satélites para el grupo. Tal es el caso del Clan Los Gallegos, una organización en Perú y Chile que ha operado como brazo armado de la banda. En Brasil, un informe indicaba en 2021 que varios miembros del Tren de Aragua que se encontraban presos en Roraima trabajaban con el Primer Comando Capital (PCC); sin embargo, no se tienen más registros del grupo en las prisiones del país.
Por otra parte, el Tren de Aragua ha enfrentado a múltiples grupos desde sus inicios. Quizá el conflicto más violento ocurrió cuando se disputó los pasos fronterizos entre Venezuela y Colombia con el ELN, en su intento de expansión. Aunque la presencia de presuntos miembros del Tren de Aragua en el departamento colombiano de Norte de Santander ha continuado, el conflicto con la guerrilla parece haber bajado de intensidad en 2022.
Si bien el desarrollo y fortalecimiento del grupo fue impulsado por su relación con funcionarios clave en el gobierno, la existencia de vínculos entre la banda y el Estado ha sido difícil de comprobar. Múltiples fuentes han comentado a InSight Crime que existen indicios de conexiones con actores políticos oficialistas, pero dichos alegatos no han podido ser corroborados de manera independiente.
Con las fuerzas de seguridad, la relación ha sido compleja. Por una parte, múltiples fuentes entrevistadas por InSight Crime han señalado que el grupo ha logrado corromper a funcionarios locales y regionales. Pero, a lo largo del tiempo, algunos cuerpos de seguridad y oficiales han intentado perseguir al grupo, especialmente por los ataques que han sufrido a manos de la banda y por los asesinatos de policías. Uno de estos casos fue la Operación Liberación del Pueblo (OLP), efectuada por las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana (PNB).
Perspectivas
La expansión territorial del Tren de Aragua por el continente representa importantes oportunidades criminales para el grupo. Con presencia en al menos cuatro países, y sospechas de su accionar en varios más, el grupo se ha configurado como una amenaza a la seguridad regional, y ha demostrado que desmantelarlo no será sencillo.
Por una parte, es poco probable que el grupo pueda ser erradicado mientras opere impunemente desde Venezuela, donde cuenta con un centro de operaciones ideal para que su criminalidad prospere, y bajo el cual parece estar a salvo de cualquier intento de detenerlo por parte de la justicia.
Además, su experiencia para corromper oficiales de seguridad, así como formar y controlar redes dentro de recintos carcelarios, les dificulta a los cuerpos de seguridad no solo la lucha contra la banda, sino además mantenerlos tras las rejas de manera segura. Los casos de Perú y Chile, que han tenido problemas para contener a los miembros del Tren de Aragua en prisión, son claros ejemplos de tales dificultades.