En la violenta ciudad de Palmira se redujeron los homicidios en un 46 por ciento durante los primeros seis meses de 2016, en comparación con el mismo periodo del año pasado, lo cual indica que las nuevas medidas de seguridad están produciendo resultados en una de las regiones más turbulentas de Colombia.
Según cifras de la Cámara de Comercio, entre enero y junio de 2015 se registraron 110 homicidios, en comparación con 59 durante los primeros seis meses de 2016, informó El País.
Funcionarios municipales y representantes del sector privado dijeron que el fortalecimiento de las medidas de seguridad, así como intervenciones específicas en las comunidades, fueron estrategias clave para disminuir la tasa de homicidios en esta ciudad, que tiene unos 350.000 habitantes y se encuentra a 20 kilómetros de la ciudad de Cali, Colombia.
Las cifras oficiales indican que en Palmira se había presentado una constante reducción en los homicidios, que pasaron de 317 en 2011 a 214 en 2014. Pero Andrés Betancur, coordinador del Observatorio de Seguridad de la Cámara de Comercio, le dijo a InSight Crime en una entrevista exclusiva que un cambio en las directivas del Departamento de Policía de Palmira generó un quiebre en la política de seguridad, lo que permitió que el número de homicidios aumentara drásticamente.
El gran aumento en los homicidios generó la llegada de refuerzos de la policía nacional y se le dio un nuevo enfoque a la labor conjunta entre la policía y la sociedad en las comunidades más afectadas. En enero de 2016, un contingente de 130 agentes de la policía nacional, especializados en actividades como patrullajes callejeros, investigación y trabajo con jóvenes, fueron enviados a Palmira desde Bogotá, la capital de Colombia. El País informó que los refuerzos llegaron a las calles, enfocándose en miembros de ocho pandillas locales.
El coronel William López, comandante de la policía nacional en el Valle del Cauca, le dijo a El País que la operación estuvo dirigida no solo a las zonas más afectadas, mediante presencia de la policía en momentos críticos del día, sino que además desplegó especialistas en policía comunitaria con el objetivo de aumentar la participación de las comunidades en la búsqueda de su propia seguridad.
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El coronel Mauricio García, quien asumió el cargo de comandante de la policía de Palmira en diciembre de 2015, le dijo a Notimérica en mayo de 2016 que los refuerzos que recibió la policía permitieron hacer grandes avances en cuanto al control de las pandillas locales.
“Sin embargo, en Palmira lo prioritario no es la desarticulación de las bandas”, dijo García, “Lo más importante es un trabajo social en las zonas deprimidas, porque en esta ciudad el problema lo generan jóvenes que tienen pocas oportunidades”.
“Si empezamos a ofrecerles cosas para hacer, a llenar el tiempo libre y a acercarnos a la comunidad, muy fácilmente se puede recuperar la tendencia a la baja en homicidios, como ya lo hicimos este año”.
Martha Gualteros, directora del Observatorio de Seguridad, dijo, según consta en el informe de El País del 18 de julio, que la disminución en la tasa de homicidios se debe al trabajo del municipio con las comunidades en riesgo, además de los exitosos esfuerzos de policías, detectives y fiscales para desmantelar los grupos criminales.
Análisis de InSight Crime
Según el Índice de las Ciudades más Peligrosas del Mundo, del Atlas Mundial, Palmira se ubicó en el octavo lugar, con una tasa de homicidios de 70,88 por cada 100.000 habitantes, mientras que Cali, una ciudad vecina con una mayor población, ocupó el décimo lugar, con una tasa de 64,27 por cada 100.000 habitantes.
Andrés Felipe Betancur, coordinador del Observatorio de Seguridad, dio una explicación acerca de por qué Palmira llegó a tener una tasa de homicidios mayor que la de Cali, considerada generalmente una de las ciudades más peligrosas de Colombia.
Betancur dijo que la diferencia entre Cali y Palmira consiste en que la violencia en Palmira está menos asociada a las grandes bandas criminales, conocidas localmente como Bacrim, y es generada sobre todo por pandillas locales que se disputan el territorio.
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“En Palmira la violencia está asociada a disputas entre pequeñas organizaciones dedicadas al microtráfico”, señaló Betancur.
Betancur también le explicó a InSight Crime que la policía de Palmira tuvo un cambio en su dirección en 2015, cuando terminó el periodo de dos años y medio del anterior comandante. Dicho periodo terminó en un mal momento para Palmira e interrumpió la continuidad de las medidas de seguridad que estaban siendo aplicadas desde 2012.
“Antes los comandantes conocían bien la ciudad, ya habían avanzado en las operaciones, y lo que sucedió es que ellos [los nuevos comandantes] necesitaban tiempo para conocer la ciudad, para plantear nuevas estrategias”, dijo Betancur.
El tiempo que les tomó a los nuevos comandantes ajustarse les dio un respiro a las ya violentas organizaciones criminales con respecto a la presión policial y les permitió modernizar sus operaciones, lo que llevó a que Palmira llegara al número ocho en los listados de homicidios mundiales.
Según Betancur, la drástica reducción en los homicidios se puede atribuir en parte a los programas sociales a los que se refirió el coronel Mauricio García. El Plan Especial de Inclusión Social (PEIS) tuvo un efecto importante en los programas sociales enfocados en la violencia en Palmira. El programa ha ayudado a crear puestos de trabajo, proporcionar trabajos legales a los jóvenes que estaban involucrados en organizaciones criminales, prestar asistencia a las madres comunitarias, e incluso ha ofrecido talleres en alianza con el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), una institución de formación técnica, auspiciada por el gobierno, que les permite a las personas obtener formación profesional para el trabajo.
Junto con el PEIS, el Observatorio de Seguridad también inició un nuevo programa con el fin de permitir que varios municipios de la región compartieran información entre sí.
Betancur dijo que la drástica reducción en los homicidios no se puede explicar por un solo factor —los programas sociales o las mejoras en la policía—. La violencia tuvo más de una causa, dijo, y la reducción en los homicidios fue el resultado de una combinación de factores y de un esfuerzo coordinado de las diferentes instituciones gubernamentales pertinentes.
“En Palmira se ha presentado una disminución muy interesante”, dijo Betancur. “Creo que esta tendencia se mantendrá debido a lo que se ha logrado” en los años previos al reciente aumento en los homicidios. “Lo que se logró en los años 2013, 2014 y parte de 2015 está teniendo un impacto actualmente”.
Las nuevas estrategias y la determinación parecen haber traído cierto nivel de paz en lo que era una ciudad muy violenta en una zona muy violenta de Colombia: el departamento del Valle del Cauca. En 2014, unidades del ejército se vieron obligadas a intervenir en Buenaventura, el mayor puerto de Colombia en el Pacífico, puesto que ya empezaba a parecer una zona de guerra. En los últimos años, las noticias de las ciudades de Buenaventura, Cali, Jamundí y Cartago ilustran el papel del Valle del Cauca como epicentro de las actividades del crimen organizado; ya sea con el antiguo Cartel de Cali, el Cartel de Norte del Valle, Los Rastrojos o Los Urabeños, esta región ha sido conflictiva durante mucho tiempo.
Si bien la drástica reducción en los homicidios en Palmira parece indicar que se están aplicando correctivos, y que la ciudad va en el camino correcto que había experimentado antes de 2015, ello también sugiere que el gobierno colombiano cuenta con las herramientas para controlar el crimen, y lo que necesita es el compromiso para aplicarlos de manera consistente y permanente.