El doble asesinato a sangre fría de un congresista y su padre, un exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia y aspirante a presidente, ha generado otra ola de escalofríos entre las élites de Honduras, en un momento en el que el país se esfuerza por controlar la magnitud y el poder de sus organizaciones narcotraficantes.
El ataque se produjo al finalizar la mañana del 10 de abril, cuando José Eduardo Gauggel Medina, diputado del Partido Liberal, y su padre Eduardo Gauggel Rivas, exmagistrado de la Corte Suprema, entraban a la casa de este último en San Pedro Sula, en la camioneta gris blindada Toyota Land Cruiser, propiedad de Gauggel Medina.
Según dijo un comandante de la policía de San Pedro Sula al diario Tiempo, dos autos se detuvieron y dos hombres salieron de cada uno portando armas de alto poder. Se produjo un tiroteo. El congresista y su padre murieron en la escena del crimen, al parecer por múltiples heridas de bala.
Al menos uno de los autores fue herido en el combate, y las autoridades lo detuvieron en una clínica de Villanueva, a unos 25 kilómetros de donde ocurrió el asalto.
Poco tiempo después las autoridades informaron que el asesino, identificado como Gabriel Enrique Ponce, dijo que había matado a los dos hombres para intentar robarles a instancias de la pandilla MS13.
El jefe de una unidad especial de la policía de San Pedro Sula dijo que posiblemente los dos hombres habían ido al banco a retirar una gran suma de dinero para pagar los honorarios de sus trabajadores, pero que la policía aún debía confirmar dicha transacción, pues no habían encontrado dinero en el auto de las víctimas.
Un segundo sospechoso fue capturado el 12 de abril, según informó EFE. No se dieron más detalles después de esta segunda captura.
Análisis de InSight Crime
La rápida reacción de las autoridades hondureñas al doble homicidio es alentadora, aunque su versión de los hechos es muy cuestionable. La MS13 y sus rivales de Barrio 18 son brutales, y se sabe que se dedican a robar y matar, pero sobre todo en sus áreas de influencia: los barrios pobres y marginados, ubicados lejos de donde vivía Gauggel Rivas.
Y lo que es más importante, las pandillas se han convertido en un fácil chivo expiatorio para incluso los asesinatos más sofisticados en la inestable atmósfera de uno de los países más violentos del mundo. Y las condiciones que rodearon este asesinato dan la sensación de que se trata más bien de un caso relacionado con el crimen organizado.
Gauggel Medina vivía en Copán, un departamento al occidente del país donde los traficantes de droga tienen poderosos intereses. Hasta hace poco, el núcleo de la fuerza dominante del hampa de Copán era la familia Valle, un clan dedicado al robo de ganado y al contrabando que, según dijeron las autoridades de Estados Unidos el año pasado, transportaban entre 5 y 10 toneladas de cocaína al mes por toda Honduras —una cantidad enorme bajo cualquier estándar—.
Sólo algunas semanas después de que las autoridades estadounidenses arrestaron a Digna Valle en julio de 2014, las autoridades hondureñas capturaron a otros tres hermanos Valle en una sorprendente serie de redadas que devastó a la organización.
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Ha habido muchas especulaciones acerca de que Gauggel Medina era agente político de la familia Valle y que había recibido apoyo financiero de ellos para su campaña. El congresista negó tener vínculos con la familia, y después de que una foto suya con dos de los hermanos del Valle apareció en las redes sociales, el congresista dijo que aquélla era sólo una foto de rutina, como ocurre con muchas personas que se encuentran en campaña electoral.
“Como político, asisto a eventos públicos donde va toda clase de personas y eso es algo completamente normal”, les dijo a los medios locales. “Mucha gente le pide a los políticos tomarse fotografías con ellos y eso no es constitutivo de delito”.
De izquierda a derecha: Luis Alonso Valle, José Eduardo Gauggel, Arnulfo Valle y René Fernández Rosa.
Añadió que no había recibido “ningún cinco” de organizaciones ilegales para su campaña política.
Pero Gauggel Medina no era el único sospechoso de su partido. Su suplente, quien ahora será su remplazo permanente, es René Fernández Rosa, hermano de Héctor Emilio Fernández Rosa, alias “Don H”, quien fue capturado el año pasado en Honduras y extraditado a Estados Unidos en febrero.
Gauggel Rivas tenía más poder que su hijo. Además de su carrera en los tribunales hondureños, fue presidente de la Corte Centroamericana de Justicia y miembro del Parlamento Centroamericano. También era un hombre de bastante poder dentro del Partido Liberal, y recientemente había considerado postularse para presidente.
Gauggel Rivas trabajó estrechamente con otros miembros de su partido, entre los que se encuentran miembros de la familia Handal. Las empresas de dicha familia fueron agregadas a la lista de capos (kingpin) del Departamento del Tesoro en 2013, en un fuerte anuncio que dio inicio a lo que ha sido una cadena de caída de fichas de dominó en el tráfico de drogas en el país. Dos de las piezas de este dominó eran José Miguel “Chepe” Handal Pérez y su padre, José Miguel “Chepe” Handal Larach, los cuales fueron arrestados este año.
Otros dos, Javier y Devis Leonel Rivera Maradiaga, jefes del famoso grupo de traficantes Los Cachiros, se entregaron a las autoridades estadounidenses en enero (también es posible que se haya entregado un tercer líder, Isidro Santos, pero no hay registros sobre él en Estados Unidos y las autoridades hondureñas no han dicho dónde podría estar actualmente).
El agente político y principal propietario de bienes de terceros de Los Cachiros, Juan Gómez, fue asesinado pocos días después de que los hermanos Rivera Maradiaga se fugaran, aparentemente abriéndose paso por barco hacia el Caribe, donde negociaron su propia entrega.
Hay algunas especulaciones acerca de que Gauggel Medina desempeñó para la familia Valle un papel similar al que Gómez cumplió para la familia Rivera Maradiaga: actuar como contacto con la escena política nacional, ayudando a notificarles sobre los esquemas de seguridad o sobre las investigaciones que los pudieran afectar a ellos o a sus operaciones, y abrir la puerta para oportunidades de negocios.
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En declaraciones a la prensa después de que la incriminatoria foto con la familia Valle apareciera en las redes sociales, Gauggel dijo que no tenía nada que ocultar y que invitaba a la Fiscalía a que lo investigara. Antes de su muerte, había pocas posibilidades de que dicha investigación se llevara a cabo. Oficialmente, los políticos de Honduras tienen inmunidad mientras están en sus cargos (una manera como los narcotraficantes buscan evitar los procesos judiciales es inscribiéndose como suplentes del Congreso, quienes también tienen inmunidad).
Extraoficialmente, las élites políticas de Honduras tienen inmunidad de por vida. Y ahora que está muerto, no hay ninguna posibilidad que la Fiscalía investigue los potenciales vínculos de Gauggel con grupos criminales. No se arriesgaría a asumir las consecuencias políticas que seguramente traería una investigación.
En cambio, como en el caso del asesinato de Juan Gómez, habrá especulaciones, rumores y habladurías que podrán señalar como improbables culpables a alguno de los miembros de las pandillas callejeras del país.