En las últimas semanas Brasil ha adelantado varios operativos sorpresa contra las dos principales pandillas del país, el PCC y el Comando Rojo, una muestra de que las autoridades están modificando sus tácticas, aunque el impacto a largo plazo sigue en duda.
A mediados de septiembre, la policía y los fiscales brasileños realizaron varios operativos a gran escala en todo el país contra miembros y propiedades del Comando Rojo (Comando Vermelho, CV). Se tiene información de que numerosos presuntos pandilleros hacían parte de una estructura bien consolidada de lavado de dinero que había legalizado más de 200 millones de reales (US$36 millones) en el último año, según anunció la policía de Río de Janeiro en Twitter.
Los dos principales líderes de pandillas mencionados en la estructura eran Elias Pereira da Silva, alias “Elias Maluco”, y Márcio Santos Nepomuceno, alias “Marcinho VP”, ambos presos en la penitenciaría federal de Catanduvas.
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Según un comunicado de la policía, ambos manejaban el esquema por medio de docenas de cuentas bancarias distintas para blanquear “el dinero obtenido… del narcotráfico, la compra y venta de armas y municiones, el robo de bienes, vehículos, así como el hurto a establecimientos comerciales y entidades financieras, entre otros delitos”. También quedaron a disposición de las autoridades los propietarios de varias empresas por permitir el paso de transacciones por sus cuentas bancarias corporativas.
Pocos días después del operativo, el 22 de septiembre, Elias Maluco, uno de los cabecillas más conocidos del CV, apareció muerto en su celda, y la información recibida apunta a un suicidio, aunque hay abierta una investigación en propiedad sobre el hecho. Las autoridades también declararon que se halló una nota suicida en su celda, aunque no se ha confirmado ninguna relación entre su muerte y los operativos recientes.
Esta no fue la única medida tomada por las autoridades contra las mayores pandillas de Brasil en las últimas semanas. A finales de agosto, alrededor de 1.100 agentes de policía se movilizaron en todo el país en una operación amplia contra el principal rival del CV, el Primer Comando de la Capital (Primeiro Comando da Capital, PCC). Se realizaron operativos simultáneos en 90 ciudades brasileñas en búsqueda de cientos de pandilleros.
De igual modo que en los operativos contra el CV, esta operación apuntó a los pilares financieros del PCC. “Nuestro objetivo… es decomisar bienes, atacar el lavado de dinero e identificar a los líderes”, según declaró Elvis Secco, coordinador de la división de narcóticos, armas y pandillas criminales de la policía federal, a la revista Veja.
Se dice que la operación bloqueó 252 millones de reales (US$45,3 millones) en activos financieros de propiedad del PCC y descubrió que 210 “miembros de alto rango del PCC” que ya se encuentran presos habían estado recibiendo pagos mensuales por su posición en la pandilla o por haber realizado misiones específicas, incluida la ejecución de funcionarios públicos, según información del portal de noticias UOL.
Análisis de InSight Crime
Recientes indicios sugieren que los organismos judiciales y de seguridad en Brasil están buscando alternativas a la confrontación directa con las pandillas en las favelas. Aunque las ejecuciones policiales aumentaron inicialmente en los primeros meses de 2020, especialmente en São Paulo, el Tribunal Supremo de Brasil prohibió los operativos policiales en las favelas durante el confinamiento por el coronavirus.
Además, estas medidas contra el PCC y el CV buscan perseguir las operaciones financieras que los cabecillas de estas organizaciones pueden seguir manejando, pese a estar privados de la libertad, con ayuda de cómplices en el exterior.
“Las patrullas que entraban a ciertas favelas solo encontraban rangos bajos de la jerarquía criminal. Así que hay cierto mérito en el trabajo conjunto de la policía y los ministerios para entender las finanzas de las pandillas, dónde guardan su dinero, cómo lo mueven, dónde hacen compras”, señaló Bruno Paes Manso, investigador de la Universidad de São Paulo y coautor del libro, The War —PCC’s Rise and the World of Crime in Brazil [La guerra, el ascenso del PCC y el hampa en Brasil], que cartografía el ascenso al poder de la pandilla más grande el país.
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“La meta es debilitar financieramente a estos grupos en lugar de emprender una guerra contra ellos”, comentó a InSight Crime, y añadió que estas redadas recientes son las más grandes de su tipo que se hayan llevado a cabo.
Sin embargo, aunque las cantidades de dinero son importantes, es improbable que pasen de ser obstáculos a corto plazo para pandillas de esta magnitud. En 2019, la Fiscalía General de São Paulo estimó que las ganancias anuales del PCC se encontraban en el rango de los 800 millones de reales (US$145 millones).
Más aún, la estructura descentralizada de estas pandillas carcelarias implica la dificultad de debilitarlas de manera global.
“De un tiempo hacia acá, el PCC en particular ha delegado poder en sus cabecillas en libertad. Ha descentralizado su infraestructura y la toma de decisiones debido a que sus principales comandantes se encontraban pagando largas sentencias en prisiones de máxima seguridad. Esto fue preciso para mantener una infraestructura ágil, pero siempre dentro de las normas y protocolos de la pandilla”, afirmó Paes Manso.