Las más recientes revelaciones sobre el tráfico de terrenos en Perú muestran cómo la desenfrenada expansión urbana puede fomentar empresas criminales que operan con complicidad oficial.
En la madrugada del 25 de mayo, el comandante Humberto Santillán Otiniano y 22 miembros de su unidad se reunieron afuera de la División de Investigación Criminal (Divincri) de la municipalidad del Rímac, en la provincia de Lima.
Como lo informó el programa de televisión Cuarto Poder, esa mañana el comandante Santillán y su unidad planearon un ataque a una propiedad en una localidad del norte conocida como Puente Piedra.
Cuarto Poder dice que, al llegar a Puente Piedra, los oficiales se reunieron con dos miembros del grupo criminal "Los Babys de Oquendo", agrupación que utilizaba sus conexiones oficiales, contactos burocráticos y armas de fuego para robar y revender terrenos.
Esa mañana, los dos miembros de Los Babys se pusieron uniformes de policía y chalecos antibalas, y condujeron a los oficiales a una propiedad donde pusieron un vehículo robado y armas y detuvieron a varias personas. Con la ayuda de funcionarios corruptos que creaban documentación falsa, Los Babys se adueñaron de un terreno de 17.000 metros cuadrados.
La operación del 25 de mayo es un ejemplo de cómo Los Babys —con la ayuda de la policía y conexiones burocráticas— operaban en media docena de municipios en Lima Norte para robar y revender terrenos.
Durante una conferencia de prensa el 28 de junio, las autoridades dijeron que entre los 61 miembros de Los Babys de Oquendo que fueron arrestados se encontraban 24 funcionarios de la policía —entre ellos tres oficiales— y tres funcionarios penitenciarios.
El ministro del Interior, Carlos Basombrío Iglesias, dijo además que el grupo había surgido de dos organizaciones criminales desmanteladas, llamadas "Injertos del Fundo Oquendo" y los "Destructores".
Las autoridades afirman que los tres grupos estaban liderados por el convicto Jacinto Valentín Aucayauri Bellido, alias "El Cholo Jacinto". Tras su muerte en prisión en abril de 2017, su medio hermano, Juan Enrique Ramos Bellido, alias "Kike", que estaba encarcelado en la misma prisión, asumió el control y comenzó a dirigir al grupo desde su celda.
Según informó Cuarto Poder, para elaborar el caso y descifrar el modus operandi de la organización, las autoridades utilizaron interceptaciones telefónicas entre los miembros dentro y fuera de la prisión.
Los dirigentes y miembros han sobrevivido a los cambios en las organizaciones criminales, y Los Babys de Oquendo son más sofisticados que sus predecesores, ocultando sus actividades de extorsión mediante un falso sindicato, y volviéndose cada vez menos violentos para evitar llamar la atención de las autoridades.
Análisis de InSight Crime
Puente Piedra es una de las 43 municipalidades de la provincia de Lima, que es actualmente la sexta área metropolitana más grande de Latinoamérica, con una población de casi 10 millones de habitantes.
La municipalidad está repleta de lo que los peruanos llaman "pueblos jóvenes", un eufemismo para referirse a barrios populares o favelas. Estas áreas tienen diversos grados de infraestructura, desarrollo y presencia policial y estatal.
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La ausencia del Estado posibilita la acción de grupos como Los Babys de Oquendo. El robo y la reventa de terrenos es común en estos pueblos jóvenes. Sólo el mes pasado, las autoridades anunciaron el desmantelamiento de un grupo similar, llamado "Los Injertos de Nuevo Ayacucho". Como Los Babys, esta organización había estado dedicada al tráfico de terrenos en Lima Norte desde la década de los noventa.
El tráfico de terrenos parece aumentar con la urbanización. Perú se ha urbanizado más rápido que la mayoría de los países de la región. Desde 1980, la población de Lima se ha duplicado. Y desde 1965, el porcentaje de la población que vive en áreas urbanas ha pasado del 50 al 80 por ciento. (Vea el gráfico del Banco Mundial abajo).
Perú ha logrado compensar algunos de estos problemas de crecimiento con una de las economías más dinámicas de la región. Según datos del Banco Mundial, desde el año 2001 el país ha tenido un promedio de crecimiento de 5,3 por ciento anual.
Pero la pujante economía peruana no ha logrado mantenerse al ritmo de la urbanización. La ciudad tiene una costa de casi 200 kilómetros, los pueblos jóvenes siguen surgiendo sin ninguna restricción, y la economía informal abunda en todos los niveles.
Algunos estudiosos peruanos admiran la unicidad, resiliencia y creatividad de esta clase de migrantes urbanos, que se ha convertido en una especie de "insurgencia capitalista". Pero los resultados, como lo demuestran Los Babys de Oquendo y otros grupos criminales, son en realidad mucho más caóticos y peligrosos.