Fiscales de Estados Unidos dicen que un empresario lavaba hasta US$100 millones para grupos narcotraficantes colombianos financiando empresas venezolanas necesitadas de dólares, otro ejemplo de cómo los criminales oportunistas se benefician del estricto sistema de control de divisas en el país socialista.
A principios de abril, las autoridades estadounidenses arrestaron en el sur de Florida a Martín Lustgarten Acherman, quien tiene doble nacionalidad, venezolana y austríaca, por presuntamente haber usado cuentas bancarias en Estados Unidos y otros países para lavar hasta US$100 millones en ganancias provenientes de la droga.
Durante una audiencia de detención en abril (pdf), el fiscal José Palazzo dijo que Acherman “se aprovecha de una situación única en Venezuela” proporcionando dólares estadounidenses a venezolanos necesitados de moneda extranjera. Según la acusación en su contra (pdf), Acherman obtenía dólares sucios de fuentes ilegales y luego los vendía a empresas legítimas en Venezuela a una tasa de cambio mayor en el mercado negro.
Según los fiscales, Acherman utilizaba su compañía de finanzas para compra de bienes, la cual ofrecía préstamos de capital a compañías que participan en el comercio internacional, para ocultar los orígenes del dinero de la droga. Según grabaciones telefónicas y otras pruebas recogidas por autoridades estadounidenses, la empresa de financiamiento de Acherman era en realidad una compañía fachada utilizada para lavar entre US$40 y 100 millones para carteles de droga no especificados y “organizaciones paramilitares revolucionarias” en Colombia.
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Según la acusación, Acherman lavó ganancias procedentes del tráfico de drogas a través de cuentas bancarias en Florida desde 2008 hasta marzo de 2009. Tras la confiscación de estas cuentas, Acherman supuestamente abrió cuentas en Hong Kong y Singapur, camuflando el dinero de la droga que recibió alegando que eran compensaciones por los préstamos que había hecho a través de su compañía de financiamiento.
Análisis de InSight Crime
Si Acherman es hallado culpable, su caso será el más reciente ejemplo de cómo los criminales y los funcionarios corruptos han manipulado y explotado los estrictos controles de divisas en Venezuela para obtener enormes ganancias.
En 2003, el entonces presidente venezolano Hugo Chávez fijó el cambio oficial del país a 1,6 bolívares por dólar estadounidense, como una medida destinada a prevenir la fuga de capitales. Los controles se han mantenido vigentes desde entonces, aunque recientemente el gobierno ha impuesto un tipo de cambio en tres niveles, con tarifas preferenciales de 6,3 y 12 por dólar para bienes prioritarios y esenciales, y una tasa de mercado para otras transacciones que actualmente se sitúa en 199 por dólar. Sin embargo, la inflación desmedida ha demostrado incluso que estos ajustes se quedan cortos frente a la realidad, y se estima que la tasa de mercado negro ha ascendido a más de 420 por dólar en los últimos meses.
Esta tasa de cambio artificialmente fijada ha creado no sólo un mercado negro de divisas, sino también abundantes oportunidades de ganancias ilícitas, de modo que empresas y funcionarios inescrupulosos han pasado años agotando el tesoro de Venezuela aprovechándose de la poca oferta de dólares disponible en el país.
Debido a la debilidad e inestabilidad del bolívar, las empresas extranjeras normalmente se niegan a hacer negocios con importadores venezolanos en moneda local. Como resultado, las empresas venezolanas deben solicitar la compra de dólares a la agencia de control de divisas en el país. Sin embargo, si su solicitud es aceptada, estas empresas pueden comprar moneda estadounidense a la tasa cambiaria extremadamente baja, controlada por el gobierno.
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Este sistema ha llevado a niveles endémicos de fraude, dado que los importadores suelen inflar el precio de los envíos desde el extranjero con el fin de apoderarse de tantos dólares como puedan mientras comercian con la tasa cambiaria fija impuesta por el gobierno. El exdirector del Banco Central de Venezuela ha señalado que más de un tercio del dinero (aproximadamente US$20 mil millones) asignado a las importaciones en 2012 fue desviado a través de transacciones fraudulentas, informó el New York Times.
La corrupción oficial ha estado en el centro de estos esquemas. Un importador involucrado en el fraude le dijo al New York Times que él reparte cientos de miles de dólares en sobornos a los funcionarios del gobierno que controlan cuáles empresas venezolanas están autorizadas para comprar el limitado suministro de moneda estadounidense.
El sistema de control de divisas implica que los importadores que esperan hacer negocios fuera de Venezuela, pero que no tienen acceso a dólares a las bajas tasas cambiarias del gobierno, se quedan con pocas opciones. En febrero, el gobierno facilitó un poco la demanda de dólares mediante la introducción de una moneda de libre mercado para negocios e individuos que no tienen permiso para comprar a precios preferenciales. Sin embargo, las autoridades han declarado que sólo el cinco por ciento de la moneda estadounidense vendida por el gobierno pasará por este tipo de cambio, lo que significa que el mercado negro probablemente seguirá siendo la mejor opción para muchas de las empresas que buscan obtener dólares.
El comercio de divisas en el mercado negro suele ser el ámbito en el que corredores de bolsa sin licencia cosechan beneficios mediante el suministro de dólares a los venezolanos que no tienen autorización para comprarle al gobierno la moneda estadounidense. En un caso reciente, un sospechoso les dijo a los fiscales que colectó bolívares de clientes en Venezuela y después los depositó en su cuenta bancaria. Luego presuntamente cambió los bolívares por dólares y depositó la moneda estadounidense en las cuentas de sus clientes en Estados Unidos, a quienes les cobraba US$200 por transacción.
Los corredores sin licencia pueden ser una de las pocas maneras de las que disponen muchos venezolanos para adquirir dólares, pero este sistema también puede hacerlos vulnerables a robos. Según informes, algunos corredores dudosos se han negado a depositar dólares en cuentas bancarias una vez han recibido los bolívares, y de esta manera les roban a sus clientes en Venezuela grandes sumas de dinero en efectivo. Dado que estas transacciones financieras no son oficiales, las víctimas tienen pocos recursos para reclamar su dinero robado.
Este sistema monetario, con sus mercados negros, sus agujeros burocráticos y su corrupción, ha sido usufructuado por lavadores de dinero, quienes se han aprovechado de la poca oferta de dólares en Venezuela para legitimar ganancias ilícitas. Más de 15 sospechosos fueron detenidos en el sur de Florida en 2010 por supuestamente haber lavado más de US$7 millones en ganancias provenientes de la droga mediante esquemas similares al que presuntamente realizó Acherman.
Sin embargo, aunque utilizar la singular situación financiera de Venezuela para el blanqueo de dinero puede ser ideal para los traficantes de drogas en el país, es poco probable que casos como el de Acherman, en el que participan grupos criminales internacionales, lleguen a volverse comunes. Las mismas debilidades que crean oportunidades en el sistema de Venezuela también crean inestabilidad y riesgo, y la rápida caída del valor del bolívar significa que comerciar con moneda venezolana implica la posibilidad de perder los beneficios debido a la inflación —un riesgo que muchos criminales no estarían dispuestos a correr—.