A medida que Rusia profundiza su involucramiento militar y antinarcóticos en Latinoamérica, Estados Unidos tiene que decidir si esto representa una competencia o si la cooperación en la guerra contra las drogas es bienvenida.
En marzo, el zar antidrogas de Rusia, Viktor Ivanov, visitó Nicaragua para inaugurar en Managua un nuevo centro de entrenamiento antinarcóticos financiado por Moscú, que capacitará no sólo a la policía nicaragüense, sino también a oficiales de países vecinos. Rusia también ha acordado suministrar armas de fuego, helicópteros y vehículos de asalto urbano a Nicaragua, con el objetivo de hacer del país "una locomotora y un bastión" de la lucha contra el narcotráfico en Centroamérica, informó el Nicaragua Dispatch.
En su camino a Nicaragua, Ivanov visitó Perú, donde ambos países firmaron un acuerdo para cooperar en la lucha contra el narcotráfico. Ese mismo mes, el gobierno peruano llegó a un acuerdo para comprar 24 helicópteros rusos por US$406 millones. Durante su viaje, Ivanov también participó en una conferencia de jefes de policía de Centroamérica, Colombia, México y el Caribe, y fue agradecido por la ayuda de Rusia a las fuerzas regionales.
A principios de marzo, la primera gran operación conjunta antidrogas entre Nicaragua y Rusia desmanteló una red de narcotráfico ubicada en Nicaragua que presuntamente suministraba drogas a Europa, arrestando a 26 personas e incautando alrededor de 1,2 toneladas de cocaína.
La gira de Ivanov es una continuación de un viaje similar el año pasado en el que visitó México, Cuba, Nicaragua, El Salvador y Panamá, ofreciendo apoyo contra el narcotráfico y entrenamiento para los policías.
El secretario adjunto del Departamento de Estado para asuntos antinarcóticos de Estados Unidos, William Brownfield, dijo al Nicaragua Dispatch que "recibía cualquier contribución, donación y apoyo que el gobierno ruso quisiera dar en este hemisferio." También dijo que la ayuda de Rusia a Nicaragua era "complementaria" al trabajo de Estados Unidos en el "Triángulo Norte" (El Salvador, Honduras y Guatemala).
Análisis de InSight Crime
La participación de Rusia en Latinoamérica ha estado creciendo desde hace varios años, especialmente en los países de izquierda, un recuerdo de la era soviética, que ha llevado a algunos a sugerir que las alianzas son más sobre geopolítica que de lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, la cooperación antinarcóticos también tiene importantes beneficios económicos para Rusia, especialmente en términos de venta de armas, la cual se ha disparado en los últimos 10 años. En 2009, por primera vez, Rusia le arrebató el puesto a Estados Unidos como el principal proveedor de armas a Latinoamérica, con ventas por un total de US$5,4 mil millones. Las ventas de armas rusas a Latinoamérica crecieron un 900 por ciento entre 2004 y 2009, según el diario ruso Pravda. "Estamos volviendo de nuevo a antiguos y olvidados mercados soviéticos, como Perú, por ejemplo", dijo el mes pasado el director ruso de ventas de servicios militares, Alexander Fomin.
Los vínculos entre Latinoamérica y Rusia empezaron a profundizarse en 2008, cuando el entonces Presidente ruso, Dmitry Medvedev, realizó una gira por Latinoamérica en su primer año en el cargo, visitando a Perú, Brasil, Venezuela y Cuba. Un diplomático ruso afirmó: "(…) la cooperación podría ser más amplia que en la era soviética." Desde entonces, Moscú ha firmado acuerdos de defensa, energía y comercio de gran alcance con países como Ecuador, Bolivia y Brasil, con el comercio bilateral entre Rusia y Brasil previsto para aumentar a US$10 mil millones anuales en los próximos tres años.
Venezuela es el aliado más cercano de Rusia en la región, y constituye un ejemplo de una relación que ha generado preocupación en Estados Unidos. Venezuela gastó US$4,4 mil millones en armas rusas entre 2005 y 2007, convirtiéndose en el mayor comprador mundial de armamento ruso en 2011. En octubre, Ivanov anunció que Rusia había invertido alrededor de US$16 mil millones en proyectos de energía en Venezuela, y afirmó que era necesaria una mejora en la calidad de los esfuerzos antinarcóticos en Latinoamérica "para proteger nuestras inversiones en esa región de los narcotraficantes".
No obstante, él también ha criticado la política antidrogas militarizada de Estados Unidos en el continente, y ha hecho comentarios que sugieren que Rusia busca el desarrollo de un consenso multilateral alternativo sobre el tema, lo que socava la dominación de Estados Unidos en la región.
El Instituto de Estudios Estratégicos del Ejército de Estados Unidos (Army's Strategic Studies Institute) ha catalogado el aumento de la participación de Rusia en Latinoamérica como "un enfoque fundamentalmente geopolítico dirigido contra Estados Unidos, con un componente económico." Otros rechazan este análisis como alarmista, señalando que Rusia tiene un interés genuino en la lucha contra el narcotráfico. Su enfoque de línea dura contra las drogas dentro de sus fronteras, en las que los distribuidores se comparan con "asesinos en serie" y los adictos son obligados a entrar a centros de tratamiento rigurosos o son encarcelados, ha sido duramente criticado por observadores internacionales. El comercio de armas, por su parte, es una de sus principales industrias, que naturalmente busca expandirse a nuevos mercados.
"Estamos mucho más allá de la época de la Guerra Fría," dijo el analista James Bosworth a InSight Crime. "Esto realmente es sobre intereses económicos y el narcotráfico. Estados Unidos no tiene nada de qué preocuparse. Mientras Washington no reaccione de forma exagerada, no habrá un impacto a la influencia o intereses estadounidenses en la región. Luchar contra el crimen organizado es un área potencial para la cooperación, no la competencia, con Rusia".