El nuevo papel de Guayaquil como centro de acopio para el tráfico internacional de cocaína refleja cambios en las dinámicas del creciente comercio de la droga que va de Colombia a Ecuador y muestra las fallas de las políticas de seguridad utilizadas para abordar éstas nuevas estrategias.
Un informe publicado por El Comercio señala el creciente papel de la ciudad porteña de Guayaquil en el acopio de cocaína, un fenómeno que las autoridades han atribuido a la reciente militarización de la ciudad fronteriza de Esmeraldas y a los niveles históricos de producción de cocaína en Colombia.
En el lado colombiano de la frontera, grupos de ese país están reclutando “bandas” ecuatorianas para pasar pequeñas cantidades de la droga hasta Guayaquil, sin pasar por la ciudad de Esmeraldas en Ecuador, que hasta hace poco jugaba un papel central en la ruta de la cocaína que salía hacia los mercados internacionales.
Según dijo el director nacional de Antinarcóticos Carlos Alulema a El Comercio, el paso de droga por la ciudad de Esmeraldas ha disminuido debido a los controles militares.
Ahora la droga primero es acumulada en otras provincias del interior del país, como lo son Napo, Orellana, Santo Domingo y Chimborazo. Desde ahí la droga es transportada a Guayaquil por medio de grúas, vehículos de baja gama, camiones y hasta buses de transporte público, modificados para esconder la droga, a través de vías poco controladas por las fuerzas de seguridad.
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“Las bandas conocen las rutas y usan vías con poco control. Tras haber acumulado el alcaloide en provincias no fronterizas van enviando poco a poco hasta las bodegas y talleres en Guayaquil. Cuando ya tienen la mercancía completa emprenden los envíos al exterior”, dijo a El Comercio un agente de seguridad.
Desde el Puerto de Guayaquil la droga es enviada en buques y contenedores hacia Europa, camuflada entre otros productos. Otra parte de la cocaína es llevada por tierra a provincias costeras de Ecuador como Manabí, donde, desde sus despobladas y remotas playas, es enviada en pequeñas embarcaciones hacia Centroamérica y Estados Unidos.
Análisis de InSight Crime
Ecuador ha visto un incremento en sus incautaciones de cocaína en los últimos años, incluyendo las marítimas. De las casi 2.000 incautaciones de cocaína que se han realizado en el país en lo que va de 2018, 373 han sido realizadas en Guayaquil. Hasta junio de este año, el país reportó haber incautado 36 toneladas de la droga.
En enero, el gobierno de Ecuador presentó en Esmeraldas un agresivo plan de seguridad luego de que una ola de violencia alcanzara la zona fronteriza. Hasta ahora, la violencia ha dejado cuatro militares muertos, así como el secuestro y asesinato de civiles a manos de grupos armados, incluyendo el caso de los periodistas del diario El Comercio en junio de este año y el de una pareja en los últimos días.
Como parte de la estrategia conjunta entre el gobierno de Colombia y Ecuador, actualmente hay 2.000 soldados en el departamento fronterizo colombiano de Nariño, donde en lo que va del año han sido incautadas más de 60 toneladas de cocaína.
Gran parte de la violencia y la droga incautada en la frontera han sido atribuidas al Frente Óliver Sinisterra, una disidencia de las FARC presuntamente liderada por Walter Artízala, alias “Guacho”.
Investigaciones de inteligencia militar a las que tuvo acceso El Comercio también han revelado que el grupo vinculado a Guacho cuenta actualmente con redes de apoyo y rutas para enviar la droga desde Ecuador y Colombia.
Si bien Ecuador no es un gran productor de cocaína, por su posición geográfica ha sentido el impacto de buena parte de la impresionante expansión de los cultivos de coca y producción de cocaína en Colombia en los últimos años.
Según el más reciente Informe Mundial Sobre Narcóticos de la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD), en Colombia se sembró cerca de 70 por ciento de las 213.000 hectáreas cultivadas de coca a nivel global en 2016.
En ese sentido, basado en las cifras más recientes de la Casa Blanca sobre la plantación de coca, InSight Crime estima que en Colombia se podrían haber producido cerca de 1.500 toneladas de cocaína el año pasado.
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Estas nuevas dinámicas en el flujo de cocaína también ilustran cómo las organizaciones de narcotráfico se adaptan con facilidad a las políticas de seguridad centradas en abatir o capturar a presuntos líderes y a incautar grandes cantidades de cocaína.
Por esa razón, ante los reacomodos de los narcotraficantes para mantener su negocio, un informe publicado este año por la Junta Internacional para el Control de Narcóticos (INCB, por sus iniciales en inglés) recomienda dar un paso atrás en las políticas antinarcóticos tradicionales enfocadas en las incautaciones y en neutralizar a los presuntos cabecillas.
*Este análisis fue elaborado con información suministrada por el equipo de investigación de InSight Crime en Colombia.