El gobierno de Colombia y la guerrilla del ELN anunciaron el inicio de negociaciones formales de paz, pero el largo proceso de paz del gobierno con el grupo guerrillero de las FARC permite suponer que no habrá una rápida resolución a más de 50 años de conflicto.
Durante una rueda de prensa el pasado 30 de marzo en Caracas, Venezuela, los principales negociadores del gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) anunciaron una agenda de negociaciones definitiva para el inicio de las conversaciones de paz (vea el video abajo).
Las dos partes habían mantenido negociaciones preliminares desde enero de 2014.
La agenda (pdf), presentada por el principal negociador del gobierno, Frank Pearl, y el segundo comandante del ELN, Eliécer Erlinto Chamorro, alias “Antonio García”, incluye seis puntos:
- Participación de la sociedad en la construcción de la paz
- Democracia para la paz
- Transformaciones para la paz
- Víctimas
- Fin del conflicto armado
- Implementación
Las conversaciones serán independientes de las que se adelantan con el mayor grupo guerrillero de Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Las FARC y el gobierno colombiano han estado negociando un acuerdo de paz en La Habana, Cuba, desde 2012.
Las negociaciones entre el gobierno y el ELN se realizarán en Quito, Ecuador. Además de Ecuador, otros países que acompañarán el proceso son Cuba, Noruega, Venezuela, Chile y Brasil. Las negociaciones se llevarán a cabo en varias fases y en ellas pueden alternar los países garantes, con la excepción de Noruega.
Después de la conferencia de prensa en Caracas, el presidente colombiano Juan Manuel Santos ofreció una alocución televisada a la nación desde el palacio presidencial en Bogotá (vea el video abajo). En su discurso, el presidente afirmó su compromiso de lograr una paz estable y duradera en Colombia, pero dejó en claro que el gobierno no dará el brazo a torcer frente a ciertas condiciones que se han fijado para las negociaciones.
Por ejemplo, Santos dijo que el gobierno no participará en los diálogos si el ELN no deja de secuestrar. Santos había puesto como condición para iniciar las conversaciones formales que el grupo guerrillero liberara a dos rehenes, que en efecto fueron liberados recientemente por el ELN.
Santos también reiteró que el ELN y las FARC son organizaciones diferentes. Por lo tanto, las negociaciones de paz con el ELN tendrán características distintas a las que se adelantaron con las FARC.
El ELN, conformado en los años sesenta, es el segundo grupo guerrillero de Colombia después de las FARC. Según Reuters, cuenta con unos 2.000 combatientes.
No se ha anunciado ninguna fecha para el comienzo de las negociaciones en Ecuador.
Análisis de InSight Crime
Si bien es un avance positivo, es poco probable que el inicio de negociaciones formales de paz entre el gobierno colombiano y los guerrilleros del ELN dé como resultado un acuerdo de paz a finales de 2016.
Sin duda, el proceso se beneficiará del marco establecido por las conversaciones de paz con las FARC, que podría ayudar a acelerar el progreso hacia un acuerdo final.
Santos dijo que, aunque los procesos de los dos grupos guerrilleros son distintos, habrá “mecanismos de coordinación” entre ambos. En este sentido, Santos hizo referencia específica a las medidas e instituciones que ya se acordaron en La Habana en relación con los derechos de las víctimas. De tal manera que no habrá nuevas negociaciones sobre comisiones ni tribunales de la verdad con el ELN, ni tampoco habrá una nueva misión de verificación internacional —todos los cuales han sido temas complejos que han retrasado considerablemente las conversaciones de paz de las FARC—.
Sin embargo, sería prematuro suponer que el ELN tomará elementos de las conversaciones de paz en la Habana para acelerar sus negociaciones.
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Como lo señaló Santos, las FARC y el ELN son organizaciones con estructuras diferentes. A pesar de ser un grupo más pequeño, el ELN tiene una estructura de liderazgo más horizontal que la de las FARC, y las decisiones al interior del grupo se toman sobre todo mediante un proceso participativo consensuado entre los miembros del Comando Central (COCE) de la organización.
Esto plantea el temor de que haya desacuerdos entre los líderes del ELN, lo cual podría llevar a un estancamiento de las conversaciones. También genera dudas sobre la capacidad del ELN para mantener la cohesión entre sus diversas facciones.
Además, según lo han demostrado las negociaciones del gobierno con las FARC —que duraron más de tres años e incumplieron el plazo del pasado 23 de marzo que se había establecido para un acuerdo final— ciertos puntos de la agenda pueden resultar muy polémicos.
Cuestiones relativas a la participación política del ELN y a su reinserción en la sociedad, por ejemplo, resultaron ser escollos durante casi dos años de discusiones exploratorias con el gobierno. Según Semana, el ELN se resistía a firmar cualquier programa que implicara directamente que el grupo guerrillero debiera dejar sus armas como condición para un acuerdo de paz.
También está la cuestión de si el ELN cumplirá a cabalidad la solicitud de Santos de poner fin a todas las actividades relacionadas con el secuestro. El secuestro es una importante fuente de ingresos para el ELN, y detener esta práctica puede resultar difícil para un grupo guerrillero que podría atravesar por una difícil situación financiera.
A pesar de los retos que se avecinan, el hecho de que el ELN y el gobierno colombiano finalmente inicien negociaciones formales de paz es un paso positivo en un país que busca poner fin a décadas de conflicto interno. Un aspecto importante es que este paso podría reducir el atractivo del ELN para aquellos combatientes de las FARC que no estarían dispuestos a desmovilizarse en caso de que se dé un acuerdo de paz con el gobierno. Tal migración abriría la posibilidad de una reincidencia en la violencia y la actividad criminal en el país.