Los cálculos sobre el número de pandilleros en Honduras varían ampliamente, sobre todo porque las autoridades no entienden muy bien las diferencias entre los colaboradores de las pandillas y los pandilleros propiamente dichos. Si no entiende esta diferencia, el gobierno hondureño nunca podrá desarrollar una política efectiva para disminuir la influencia de las pandillas.
Si se le pregunta a un policía hondureño cuántos pandilleros se encuentran activos en su distrito, es muy probable que responda que hay cientos, o quizá incluso miles. Si se indaga aún más, es posible descubrir que el policía está contando a los posibles colaboradores de los pandilleros, como sus esposas o novias. Y si se le pregunta a un pandillero en el mismo distrito si sus esposas o novias hacen parte de las pandillas, dirá que no. Para ellos, ni siquiera cuentan como miembros los vigilantes, que son quienes están pendientes de las patrullas de la policía.
Este asunto se refleja en los conteos oficiales de los pandilleros. Por ejemplo, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) dice que en Honduras hay 12.000 pandilleros, mientras que la policía de Honduras (que les enseñó sus cifras a los investigadores de InSight Crime) afirma que hay unos 25.000 pandilleros en el país. Por su parte, el programa gubernamental de prevención sostiene que hay poco menos de 5.000 pandilleros, y de esos solo unos 500 están en la cárcel. Los cálculos del gobierno de Estados Unidos se ubican en el otro extremo: 36.000 pandilleros en Honduras.
¿Cómo explicar estas discrepancias? Parte del problema reside en que las leyes hondureñas no tienen una definición legal de lo que constituye un "pandillero"—ni siquiera en la dura legislación del país contra las pandillas, que fue reformada el año pasado con el fin de aumentar las penas contra las pandillas—.
Este texto hace parte de una serie de artículos sobre las pandillas en Honduras. Es el resultado de una colaboración entre InSight Crime y la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), de Honduras. Vea la versión completa del informe de InSight Crime sobre las pandillas hondureñas aquí (pdf). Lea el informe en español aquí (pdf).
En comparación, las leyes federales de Estados Unidos definen una "pandilla" como un grupo de tres o más personas que usan la violencia como un medio para obtener un fin criminal. En Honduras, la falta de una definición legal clara significa que, ante la ley, quienes se han iniciado formalmente en las pandillas son tratados de igual manera que aquellos que son sus supuestos colaboradores.
Estos colaboradores, entre los que a menudo se encuentran jóvenes, niños, mujeres y a veces ancianos, realizan muchas tareas claves para las pandillas, pero, como se señaló anteriormente, éstas no los consideran "pandilleros".
Tanto Barrio 18 como MS13 suelen reclutar jóvenes entre las edades de 6 y 14 años para que trabajen como "banderas"—vigilantes responsables de alertar a las pandillas de cualquier actividad inusual en el barrio, como la presencia de una pandilla rival—. A veces a los banderas se les asignan otras tareas, como transportar drogas y armas, recibir el pago de extorsiones, despistar a los policías o alterar las escenas de los crímenes. Aunque se trata de tareas importantes, los banderas no son integrantes de las pandillas.
Las novias de los pandilleros también suelen llevar a cabo este tipo de actividades. Sus familiares también pueden llevar mensajes de las pandillas, o esconderles sus armas o drogas.
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Otros de los colaboradores pueden ser traficantes que suministran drogas a las pandillas para que éstas las vendan en los barrios de las ciudades. En particular, la MS13 cuenta con una amplia red de distribuidores pequeños, conocidos como "mulas", que les ayudan a transportar y vender sus drogas. Pero éstos tampoco son considerados miembros de las pandillas. Se sabe además que Barrio 18 y MS13 tienen redes de abogados, taxistas y mecánicos que les prestan ayuda.
No hay duda de que los verdaderos miembros son aquellos que han pasado por el ritual de iniciación, conocido como el "brinco". Usualmente, este ritual implica someterse a una fuerte paliza por cierto periodo de tiempo, pero puede involucrar otras tareas, como matar a una o más personas.
Lea el informe completo en inglés (pdf) o en español (pdf)
En la mayoría de los casos, tanto Barrio 18 como MS13 sólo invitan a alguien a pasar por este ritual de iniciación si ya ha trabajado durante años como un colaborador dedicado y fiel a la pandilla. Sin embargo, algunos tipos de colaboradores, como las mulas de MS13, nunca son invitados a pasar por este ritual.
Esta diferencia es fundamental, especialmente en lo relacionado con las políticas públicas. Los banderas están en general al alcance, y en muchos casos pueden abandonar las pandillas sin que éstas se enfaden. Sin embargo, una vez los banderas son elegidos para convertirse en lo que se conoce como "paisas" en la estructura del Barrio 18, o "locos" en la MS13, las cosas cambian. Si bien todavía no son considerados miembros de la pandilla, los paisas y los locos tienen más responsabilidades y básicamente a estas alturas no pueden abandonar la pandilla, pues corren el riesgo de ser acusados de "deslealtad" y perder la vida.
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El gobierno de Honduras ha observado que, como respuesta a la presión de las fuerzas de seguridad, las pandillas se han vuelto más selectivas acerca de cuáles banderas pueden ascender al siguiente nivel de jerarquía de la pandilla. En su informe de 2012, el Programa Nacional de Prevención, Rehabilitación y Reinserción Social denominó a esta estrategia de reclutamiento como "pocos pero locos". Así que, aunque el número de los iniciados formalmente en las pandillas ha disminuido, el número de colaboradores de las pandillas puede estar aumentando.
En última instancia, comprender mejor estas categorizaciones puede ayudar a las autoridades a saber dónde podrán tener mayor impacto sus intervenciones, ya sean de naturaleza social o punitiva. Tiene poco sentido, por ejemplo, que un bandera sea juzgado como un pandillero, y que por tanto reciba el mismo castigo impuesto a los pandilleros más antiguos, lo que de hecho lo pone en la ruta de una vida pandillera.