Funcionarios de Ecuador han desplegado fuerzas armadas en varias prisiones de todo el país, con el fin de mejorar la situación de seguridad al interior de los penales, una muestra de las consecuencias de dejar que los grupos del crimen organizado crezcan sin control dentro del sistema penitenciario.
El vicepresidente de Ecuador, Otto Sonnenholzner, anunció el 14 de mayo que se ha enviado miembros de las fuerzas armadas del país para reforzar la seguridad fuera de las cárceles del país, a la vez que los refuerzos policiales ayudarán a mejorar la seguridad al interior de las prisiones.
La medida se tomó debido a que dos de las pandillas del país, conocidas como “Los Choneros” y “Los Cubanos”, están librando una batalla por el control del tráfico de drogas y otras actividades ilícitas en las calles y al interior de varias cárceles regionales del país, como las de Latacunga, Guayas y Turi, según un informe de El Telégrafo.
Parece que esta guerra entre pandillas se remonta a varios años atrás, con brotes de violencia de manera regular. A principios de este mes, la madre de un presunto miembro de Los Cubanos, Darwin Corozo, recibió una grabación de audio en la que se decía que su hijo iba a ser asesinado. Poco tiempo después, dos rivales de Corozo, miembros de Los Choneros, lo asesinaron propinándole 31 puñaladas en la prisión regional de Latacunga, al sur de la capital, Quito, según El Telégrafo.
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Se cree que el jefe de Los Choneros es un veterano criminal llamado Jorge Luis Zambrano, alias “Rasquiña”, quien ha estado en prisión desde 2011 por diversos cargos como extorsión, secuestro, tráfico de armas y asesinato.
Por otro lado, William Poveda, alias “El Cubano”, es al parecer el líder de Los Cubanos. Su hermano Walter, alias “El Caimán”, asesinó a un director de prisión en 2005, y luego él corrió con la misma suerte en 2012, a manos de sus rivales en una cárcel de Santo Domingo.
Análisis de InSight Crime
El reciente despliegue militar en las cárceles de Ecuador con el fin de restablecer el orden pone de relieve las consecuencias que deben afrontar los funcionarios por no haber abordado a tiempo un problema de las prisiones del país —pero que también enfrentan otros gobiernos de la región— que se ha conocido durante años.
Los Choneros no son un grupo criminal nuevo, como tampoco lo son los enfrentamientos con organizaciones rivales, con las que se disputan el control del penal tanto dentro como fuera del mismo.
Durante más de una década, el grupo ha sembrado el terror en la pequeña ciudad de Chone, en la provincia de Manabí, en la costa Pacífica de Ecuador, mediante violentos asesinatos perpetrados por sicarios, así como extorsiones, secuestros y otros crímenes.
Según La Hora, Los Choneros participan sobre todo en el narcotráfico y al parecer actúan como brazo armado de un grupo criminal colombiano, desempeñando un papel fundamental en esta provincia costera, que se está convirtiendo en un importante punto de salida para los cargamentos de droga internacionales.
Pero dado que varios líderes del grupo se encuentran en prisión, diversas condiciones internas han permitido que Los Choneros continúen operando y ejerciendo control sobre sus rivales.
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En primer lugar, las cárceles de Ecuador carecen de personal suficiente, y sus guardias reciben bajos salarios, situaciones que han fomentado la corrupción. En todo el país hay solo 1.500 guardias para vigilar a más de 40.000 reclusos, lo que significa cerca de un guardia por cada 27 prisioneros. Además, los guardias ganan un salario mensual de apenas US$520, un pago que algunos han recibido durante 15 años, según datos del Servicio Nacional de Atención a Personas Privadas de la Libertad, reportados por El Telégrafo.
Dichas condiciones favorecen la corrupción oficial. Este año, 21 guardias han sido expulsados de varios centros penitenciarios de todo el país por ayudar a los reclusos a contrabandear drogas, alcohol y otros bienes en las cárceles.
Además de esto, a los internos no se les ofrece suficiente apoyo, lo que es esencial para evitar que se involucren en actividades criminales. Casi la mitad de los reclusos del país se encuentran en cárceles hacinadas. Además, según datos oficiales registrados por El Telégrafo, el sistema penitenciario de Ecuador carece de buenos programas de formación profesional o de cursos formativos que contribuyan a la rehabilitación de los internos.
Esta situación no es exclusiva de Ecuador. Los sistemas penitenciarios de Brasil, Colombia y México, entre otros países, han sufrido problemas similares. En algunos casos, las cárceles latinoamericanas están bajo el mando de facto de grupos criminales, como ocurre en Venezuela. Este fenómeno ha hecho que las prisiones de la región se conviertan en verdaderas incubadoras de grupos del crimen organizado, en lugar de centros de rehabilitación con la misión de reintegrar a los internos a la sociedad.
Sin embargo, las cárceles de Ecuador aún no han llegado al calamitoso estado en el que se encuentran otros penales de la región. Las autoridades aún están a tiempo de revertir esta situación, especialmente si observan los programas implementados en países como Belice, donde los reclusos tienen acceso a tratamiento de adicciones, así como a servicios de educación y a una gran variedad de cursos formativos que les pueden ayudar a reintegrarse positivamente en la sociedad una vez son liberados.