Documentos, incluyendo un diario, pertenecería a un capo de la droga colombiano, ofrece una visión del poder de corrupción del ahora extinto Cartel del Norte del Valle y arroja sospechas sobre altos funcionarios de Colombia y Venezuela.
Según RCN radio de Colombia desde marzo del 2009, la Fiscalía tiene en su poder el diario del extraditado narcotraficante Juan Carlos Ramírez Abadía, alias “Chupeta”. El diario primero cayo en manos de entonces vicealmirante de la armada y se lo entregó a los fiscales, junto con otros documentos que dan una versión desde adentro de las operaciones del otrora poderoso Cartel del Norte del Valle.
Desde que fue desmantelado entre el 2007 y el 2009, el Cartel del Norte del Valle se ha transformado en un grupo llamado los Rastrojos, entre las principales organizaciones narcotraficantes de Colombia. Según los datos revelados por el informe de RCN, los documentos parecen dar una buena idea del poder financiero necesario para llevar a cabo las operaciones de tráfico de drogas del cartel.
Algunos de los oficiales colombianos supuestamente nombrados en los documentos, han negado haber tenido vínculos con los grupos criminales, y el ejército colombiano ha cuestionado públicamente la autenticidad de los documentos. Sin embargo, el informe de RCN plantea la pregunta sobre si cualquier cartel colombiano que esté operando actualmente puede contar con la gran red de funcionarios cómplices que el Cartel del Norte del Valle logró cultivar.
Según RCN, el diario de Chupeta incluye una lista de 16 oficiales de alto rango, tanto militares como policiales, incluyendo el ex jefe de policía de Bogotá, siete coroneles militares, y tres almirantes.
El diario también señala que el ex Fiscal General Luis Camilo Osorio (2001-2005) recibió pagos mensuales de US$160,000. Un importante congresista es señalado de haber prometido ayudar a prevenir la extradición de Chupeta a los Estados Unidos a cambio de US$2 millones.
Aparte del diario, RCN dice haber tenido acceso a otros documentos del Cartel de Norte del Valle. Según se informa, estos incluyen una carta dirigida al ex líder del cartel, Wilber Varela, alias “Jabón,” quien estaba en Venezuela en ese momento. Según RCN, la carta nombra a varios altos oficiales venezolanos, a los cuales Varela debía contactar con el fin de tener impunidad allá, incluyendo Néstor Reverol, el entonces jefe de la Guardia Nacional Venezolana. Actualmente se desempeña como viceministro de seguridad ciudadana. El entonces principal funcionario antidrogas de Venezuela también es nombrado, según con RCN.
Si bien esta supuesta lista de contactos no es evidencia de la maldad de los oficiales venezolanos, indica, genuinamente, que el Cartel Norte del Valle consideró que valía la pena tratar de a la alta jerarquía cuando se contactó con los funcionarios públicos del país.
Otro documento descrito por RCN es una carta aparentemente escrita por el líder de los Rastrojos, Luis Enrique Calle Serna, en marzo del 2008, dos meses después de que Varela fuera asesinado en Venezuela (después se reveló que Calle Serna ayudó a planear el asesinato). La carta parece dar instrucciones sobre lo que la organización debía hacer después de la muerte de Varela, diciendo: "Recuerda que éste es un negocio y no sólo un nombre."
Después, Calle Serna ordena a los encargados de la “inteligencia” que se pongan en contacto con sus contactos para “reafirmar” su compromiso con el negocio del narcotráfico. El documento entonces detalla otros 23 nombres, incluyendo a guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), oficiales militares y policiales, abogados, una modelo, y otros narcotraficantes que han sido capturados.
Finalmente, RCN señala un registro de los pagos del Cartel del Norte del Valle a unas 36 personas. Los pagos van de US$12,000, a un oficial de policía que brindaba “apoyo”, hasta US$350,000 a una mujer por el manejo de los “negocios”.
Algunos de los otros nombres según RCN insinúan la extensión de la red del cártel mas allá de Sur América. Alguien llamado Eduardo Acosta a quien se le describe como de nacionalidad mexicana, y “Z-4” – una forma de alias usado por los Zetas – es señalado de recibir US$172,000 por “protección.” A un contacto que aparece como el responsable de las “salidas de Venezuela” – presumiblemente, la salida de los cargamentos de droga procedente de Venezuela – se le pagó US$15,000. A dos hombres señalados de formar parte de la red logística de las FARC, asentados en Guayana y Surinam, presuntamente se les pagaba US$85.400 y US$146.000, respectivamente.
Independientemente de su veracidad, el hecho de que los documentos del Cartel del Norte del Valle vistos por RCN apunten hacia una amplia y costosa red de complicidad no es nada nuevo. La habilidad financiera de Chupeta y su voluntad de pagarle a todos --, desde oficiales de las fuerzas de seguridad hasta periodistas -- ha sido bien documentada, y no es sino un ejemplo del tipo de influencia corruptora que los miembros del Cartel del Norte del Valle, una vez ejercieron. Como señaló la revista Semana en una portada en el 2007, Chupeta era conocido por pagar 6 millones de pesos al mes (cerca de US$3,354 hoy en día) a aquellos que lo alertaran sobre los movimientos de las fuerzas de seguridad o sobre sus operaciones. Incuso, él pagó unos US$6,000 por mes a un ingeniero de una compañía de teléfonos celulares, a cambio de que le avisara si sus llamadas estaban siendo grabadas. Miembros de la policía, el ejército y del poder judicial estaban todos en su nómina.
Pero el informe de RCN destacó los vastos recursos financieros y las conexiones de alto nivel que el Cartel del Norte del Valle aparentemente usaba para operar. Al ofrecer una visión de los tipos de recompensas financieras que el cartel era capaz de ofrecer, dan pistas sobre el tipo de desafíos que las autoridades colombianas tienen que enfrentar al luchar contra la corrupción. Considerando que los herederos del cartel, los Rastrojos, están luchando por recuperarse después de la reciente entrega del hermano de Calle Serna, un alto cabecilla, vale la pena preguntarse si esta nueva generación de traficantes todavía tiene acceso a los contactos de alto nivel usados por sus antecesores.
(La imagen de arriba muestra a Chupeta antes y después de una gran cirugía plástica que se realizó para ocultar su identidad)