La desaparición de varios periodistas en la turbulenta zona del Catatumbo —donde operan diversos grupos armados ilegales y la cual es un centro importante para el cultivo de coca— ha vuelto a llamar la atención sobre la práctica del secuestro por parte del ELN y sobre el papel central de la región en el conflicto armado interno de Colombia.
El 21 de mayo, la periodista española Salud Hernández-Mora desapareció en El Tarra, municipio del departamento de Norte de Santander, Colombia, informó Reuters.
Se ha dicho que Hernández-Mora ha estado haciendo reportajes sobre los cultivos ilícitos de coca en la zona, que forma parte de la región del Catatumbo. Fuentes militares consultadas por Semana dijeron que el Ejército de Liberación Nacional (ELN) tenía a Hernández-Mora en su poder, aunque esa información no ha sido confirmada. Algunos informes indican que ella podría estar con el ELN voluntariamente, como parte de su trabajo investigativo.
Dos días después, el 23 de mayo, otros cinco periodistas que se encontraban en el Catatumbo informando sobre la desaparición de Hernández-Mora también desaparecieron. Tres de esos reporteros aparecieron poco tiempo después, aunque Diego de Pablos y Carlos Melo, periodistas de RCN Televisión, permanecen desaparecidos.
Los otros tres periodistas —dos de Caracol Televisión y uno de la Agencia EFE— dijeron que varios individuos que se identificaron como miembros del ELN los detuvieron durante varias horas. Ellos creen que el ELN había detenido a sus dos colegas de RCN, aunque los cinco no habían estado juntos en ese momento, informó Semana.
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El presidente colombiano Juan Manuel Santos ha anunciado que dio órdenes para que el ejército y la policía refuercen las operaciones en la zona con el fin de encontrar a los reporteros desaparecidos. Sin embargo, las autoridades no han ofrecido ninguna versión oficial ni detalles sobre lo que les pudo haber sucedido a los periodistas.
Análisis de InSight Crime
El Catatumbo, región ubicada en la frontera entre Colombia y Venezuela, es un lugar remoto y de difícil acceso. Su accidentada geografía ha llevado a que la presencia del Estado en la región sea limitada, de modo que prácticamente todos los principales grupos armados de Colombia operan en la región. Además del ELN, allí hay presencia de las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército Popular de Liberación (EPL), además de varias bandas criminales (Bacrim), en especial Los Urabeños y Los Rastrojos.
Una razón importante por la que el Catatumbo ha sido tan atractivo para los grupos armados de Colombia es la coca, el ingrediente base para la fabricación de cocaína. En los últimos años, el cultivo de coca se ha disparado en Norte de Santander —particularmente en el Catatumbo—, debido a los efectos de la suspensión de las fumigaciones aéreas de los cultivos de coca, además de un rechazo por parte de los agricultores locales hacia los programas de sustitución de cultivos. También ha habido indicios de que las FARC están promoviendo la producción de coca, a raíz de la posible firma de un acuerdo de paz con el gobierno colombiano.
Además, la ubicación del Catatumbo junto a Venezuela ofrece ventajas adicionales para los grupos dedicados a la producción de drogas. Venezuela es una importante ruta de tráfico de cocaína hacia Europa y Estados Unidos, además de ser una fuente de gasolina barata, un precursor para la producción de cocaína.
Además del tráfico de drogas, otra de las economías criminales en la que participan los grupos armados del Catatumbo es el secuestro. En especial el ELN, que durante mucho tiempo ha dependido del secuestro como fuente de ingresos.
Sin embargo, aunque Hernández-Mora fue vista por última vez en una zona de El Tarra conocida como Filogringo (un bastión del ELN), el grupo no ha dado declaraciones públicas de que haya detenido a ninguno de los tres periodistas ni ha exigido rescate alguno.
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Tampoco es claro si la desaparición de Hernández-Mora, o de los periodistas de RCN, estaría entre los intereses estratégicos de los dirigentes del ELN. Recientemente se anunció que el gobierno colombiano y el ELN pronto podrían comenzar negociaciones formales de paz después de años de conversaciones preliminares. Sin embargo, el continuo uso del secuestro por parte del ELN ha demostrado ser un obstáculo para las conversaciones, y el presidente Santos ha dicho que el gobierno no participará en los diálogos mientras el ELN tenga personas secuestradas. Si bien el ELN aún no ha renunciado formalmente a la práctica del secuestro —algo que las FARC hicieron en 2012—, el secuestro de varios periodistas sería contradictorio si el grupo está considerando seriamente sentarse a la mesa de negociaciones de paz.
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Por el contrario, si el ELN de hecho raptó a Hernández-Mora, puede estar reteniendo a su rehén para demostrar que el grupo todavía tiene poder y para presionar al gobierno para comenzar las conversaciones formales. Esta táctica tiene un precedente reciente en Colombia: el secuestro del general del ejército Rubén Darío Alzate Mora por parte de las FARC en noviembre de 2014, aparentemente como respuesta a la negativa del gobierno colombiano de negociar un alto al fuego bilateral. Dicho secuestro amenazó seriamente las conversaciones de paz, por lo que el presidente Santos suspendió las negociaciones, y poco después las FARC liberaron al general.
Independientemente de que el ELN sea o no el responsable de retener a los tres periodistas, su desaparición da cuenta de un tema aún más profundo que tiene que ver con la inseguridad en el Catatumbo. De hecho, la incapacidad del gobierno colombiano para ingresar al Catatumbo y hacer frente a los grupos armados ilegales ha llevado a que esta región tenga un papel central en la perpetuación del conflicto. Hasta que no se establezca una presencia efectiva del Estado, el Catatumbo será un permanente impedimento para la búsqueda de la paz en Colombia.