Aunque la guerra antinarcóticos en México dejó gran parte de la frontera entre Estados Unidos y México devastada por la violencia de los carteles, una estrategia criminal bien aceitada ha permitido que la extremidad oriental de la frontera siga siendo un remanso tranquilo y un punto vital para el trasbordo de cocaína.
La región se conoce como Playa Bagdad, un largo istmo arenoso que se extiende por todo el litoral del estado de Tamaulipas, noreste de México. Allí, según Associated Press, el Cartel del Golfo goza de control indisputado sobre un punto clave para el ingreso marítimo de drogas ilegales, y un cruce fronterizo fácil con mínima presencia de fuerza pública.
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Esto sucede a pesar de que Tamaulipas ha sido uno de los estados más violentos de México a lo largo de su historia. Ciudades como Matamoros, a solo 40 km de Playa Bagdad, fueron campo de batalla frontal entre el Cartel del Golfo y su antiguo brazo de seguridad, Los Zetas, en la última década.
Aunque estos grupos se han fragmentado en los últimos años, sus disidencias siguen disputándose a muerte las rutas de tráfico en el estado, produciendo una tasa de homicidios de 21,6 por 100.000 habitantes en 2018.
Análisis de InSight Crime
Teniendo en cuenta la sangre derramada por la pugna entre carteles en esta región fronteriza mexicana, un enclave criminal relativamente tranquilo y no vigilado presenta una sorprendente anomalía. A continuación, InSight Crime considera cómo puede haber sobrevivido ese enclave.
1.Penetración de la sociedad local
Mike Vigil, exjefe de operaciones de la Administración para el Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos, describe a Playa Bagdad como una región muy apropiada para el modus operandi del Cartel del Golfo, que consiste en permear la sociedad y las instituciones locales.
“Los Zetas prefieren introducir la cocaína por medio de aviones”, declaró a InSight Crime. “Los traficantes del Cartel del Golfo son como un ejército de hormigas. Pasan por donde encuentran menor resistencia”.
La cocaína llega a Playa Bagdad en lanchas rápidas directamente desde Colombia, o es lanzada desde el aire hacia aguas costeras, explica Vigil. Los traficantes contratan a pescadores locales para transportarla a la costa.
En ocasiones, esos mismos pescadores llevan los cargamentos costa arriba en la noche, y los descargan en los asentamientos texanos de Corpus Christi o Isla del Padre. Lo más común es que se carguen las drogas en camiones en Playa Bagdad, y de allí sean llevadas por tierra hasta el otro lado de la frontera.
Vigil confirma que los pocos policías de Bagdad hacen parte de la nómina del cartel. Según Associated Press, el gobierno mexicano admite que los puestos de aduanas cerca de la frontera están bajo el control directo de los narcos.
La influencia del Cartel del Golfo en Playa Bagdad se facilita por su larga historia en la zona, que data de comienzos de los 90, y por el hecho de que el cartel no se haya diversificado hacia otras drogas, y haya optado más bien por especializarse en la cocaína.
2.La Guerra de Los Zetas en dos frentes
Vigil recalca que Los Zetas han gastado ingentes recursos en su guerra contra el Cartel de Sinaloa para expandirse en la región. En contraste, el Cartel del Golfo se ha centrado de manera más específica en sus zonas de influencia en el este de México.
En este contexto de guerra en dos frentes, Vigil señala que no era del interés de Los Zetas disputarse un punto de trasbordo que favorecía tanto la especialidad de tráfico del Cartel del Golfo en detrimento de la suya.
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Los cambios más recientes han agravado esa dinámica. Los Zetas se han visto afectados por varias capturas de jefes y ahora están fragmentados en grupos disidentes que compiten por el control, a la par que siguen enfrentados al Cartel de Sinaloa, más poderoso.
Aunque el Cartel del Golfo también ha sufrido alguna fragmentación, sus perseguidos rivales en Tamaulipas no tienen en este momento la capacidad de desafiarlos en su territorio.
3.Distracción de las fuerzas federales
En lugar de remediar directamente las debilidades de la fuerza pública local, el actual gobierno mexicano ha intentado compensar con el despliegue de soldados de la recién creada Guardia Nacional. Estos cuerpos federales, sin embargo, enfrentan la presión de dar prioridad a los puntos álgidos de violencia y migración ilegal.
Hay 1.215 integrantes de la Guardia Nacional desplegados en Tamaulipas, pero ninguno se dirigirá a Playa Bagdad.
“La Guardia Nacional no tiene los recursos ni las embarcaciones para patrullar una zona costera tan extensa”, señala Vigil. “Sienten que pueden asestar mayores golpes por operativo actuando en las ciudades”.
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Aunque el gobernador de Tamaulipas ha solicitado más efectivos de la Guardia Nacional para la lucha contra el crimen organizado en el estado, supuestamente se le dijo que no había elementos disponibles, pues los recursos se concentran en contener la migración sobre la frontera sur de México.
El férreo control del Cartel del Golfo sobre Playa Bagdad y el uso de las dunas como cementerio clandestino han sido una herramienta de disuasión efectiva para los migrantes. En un ambiente político centrado en la migración ilegal, esto garantiza que ni las fuerzas mexicanas ni las estadounidenses se fijen como prioridad la vigilancia de este trecho de la frontera.
Con la actual caída de los índices de violencia en Tamaulipas, lo más seguro es que los efectivos de la Guardia Nacional sigan bajando.