La declaración de "paro armado" del mayor grupo guerrillero de Colombia, en el primer aniversario del inicio oficial de sus negociaciones de paz con el gobierno, fue apenas una paradoja más que reveló las fisuras internas de esta poderosa organización. Pero al parecer las facciones más beligerantes de ese grupo guerrillero están ganándole la partida a las que buscan la paz.
El 7 de febrero el Ejército de Liberación Nacional (ELN) anunció un paro armado que golpeó a las comunidades rurales y urbanas de Colombia, paralizando el transporte, cerrando el comercio, esparciendo el temor y cobrándose varias vidas. Por lo menos un soldado y varios militantes del ELN han caído muertos desde el inicio del paro, el 10 de febrero.
La reacción no se hizo esperar. El 12 de febrero, la Fiscalía General obtuvo nuevas órdenes de captura contra el comando central del ELN, aunque los delitos no tenían relación con el paro. Cinco miembros de esta cúpula guerrillera, así como otros guerrilleros, fueron acusados por el homicidio de tres desmovilizados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ocurrido el mes pasado. También se los acusó de participar en el reclutamiento de menores en el oeste de Colombia.
La facción belicista del ELN
Entre los acusados hay varios jefes que actualmente comandan algunos de los frentes del ELN más violentos, y posiblemente los más ricos. Sus acciones han puesto en peligro el proceso de paz por muchos años, y se cree que en parte buscan proteger sus intereses en el tráfico de estupefacientes.
Uno de ellos es el comandante Ogli Ángel Padilla, alias “Fabián”, que dirige el Frente de Guerra Occidental en la costa Pacífica, donde en la actualidad el ELN controla los cultivos de coca y el transporte de cocaína. A este grupo se lo ha descrito como una rueda suelta, y desde hace algún tiempo se muestra como opositor al proceso de paz. También es uno de los bloques más involucrados en el conflicto abierto, en disputa con el poderoso grupo criminal Los Urabeños por importantes corredores de narcotráfico hacia el océano Pacífico.
A mediados de 2017, las autoridades descubrieron en el centro de su territorio el primer submarino eléctrico del narcotráfico, una sofisticada nave construida para cargar toneladas de cocaína. Se atribuyó al ELN.
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Otro comandante del ELN requerido por la justicia, Gabriel Yépez Mejía, alias “HH”, parece señalado como importante narco con base en el departamento de Nariño, al oeste de Colombia, al que se considera la capital mundial de la cocaína y un importante centro de heroína. Fue allí donde el ELN asesinó a los exmiembros de las FARC, en una muestra de la misma rebeldía que caracteriza al grupo en gran parte del país.
También figura en la lista Gustavo Aníbal Giraldo, alias “Pablito”, la más reciente adición al Comando Central, requerido por Estados Unidos por cargos de narcotráfico. Notoriamente beligerante, está a mitad de camino sobre unas de las rutas de narcotráfico más importantes de Colombia hacia Venezuela, y se cree que se oculta al otro lado de la frontera. El ascenso de Pablito a la cúpula de la organización puede haber sido un intento del ELN para que apoye las iniciativas de paz.
Entonces, ¿cuáles son las razones para que algunas de estas prominentes figuras impongan un paro armado que amenaza con echar más agua fría sobre el proceso de paz?
¿Un paro estratégico?
El ELN afirma que trata de revivir los diálogos de paz, y atribuye el paro a "la negativa del gobierno de continuar la quinta ronda de conversaciones en Quito", además de la victimización de líderes sociales y manifestantes.
Sin embargo, el ELN también puede estar buscando fortalecer su posición en algunas de las regiones más estratégicas de Colombia para el crimen organizado, con el vacío de poder dejado por la desmovilización de las FARC en todo el país.
Los afectados por el paro del Frente de Guerra Occidental en el departamento de Chocó, noroeste de Colombia, que fueron consultados por InSight Crime especularon que el ELN podría estar usando el paro como parte de una estrategia territorial.
Además de la disputa por territorio con Los Urabeños, el grupo también ha acusado al ejército de aprovechar el cese bilateral al fuego de tres meses para extender su control territorial en zonas del ELN. Durante el paro, los guerrilleros robaron varios botes de las comunidades del norte de Chocó. Los lugareños creen que el ELN puede querer usarlas para facilitar su transporte por la zona. Al mismo tiempo, el grupo lleva meses advirtiendo a los habitantes que han sembrado minas a lo largo de las vías de acceso, una de sus tácticas preferidas para mantener el control territorial.
Es factible que el ELN esté manipulando el parto para reorganizarse tras el cese al fuego, especialmente en áreas en las que manejan lucrativas economías criminales.
Como resultado de sus acciones, las facciones belicistas del ELN están acallando rápidamente a los partidarios de la paz dentro del grupo.
Cuenta regresiva para los diálogos de paz
El paro armado del ELN se da un año depués de que sus primos más fuertes, la guerrilla de las FARC, iniciara la dejación de armas luego de un histórico acuerdo de paz con el gobierno.
Pero las esperanzas de un acuerdo similar entre Colombia y el ELN se desvanecen día tras día.
El negociador jefe del ELN en la mesa, "Pablo Beltrán", es el más fuerte defensor de la paz en el Comando Central, y ha sido el centro de la atención en Ecuador, manteniendo conversaciones con organizaciones sociales y pidiendo al gobierno que regrese a la mesa de negociaciones. Pero parece representar la minoría, pues el caos en Colombia contradice de manera rotunda la intención declarada de Pablo Beltrán de “reducir la intensidad del conflicto”.
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La suya ha sido una labor ardua. La nueva ronda de diálogos, prevista para iniciarse ese año nunca se dio, pues el presidente colombiano Juan Manuel Santos hizo retirar a sus negociadores del gobierno luego de la ola de violencia desatada por el ELN al terminar el cese bilateral al fuego.
Más aún, Santos se acerca al fin de su mandato. Las elecciones presidenciales se celebrarán a mediados del año, lo que pone en mayor riesgo los diálogos. Por ahora, Santos se muestra más interesado en los logros militares. Las fuerzas armadas afirman haber puesto fuera de combate a 90 miembros del ELN en apenas un mes, mientras sus negociadores siguen en casa. Un sucesor menos sensible a las negociaciones de paz podría multiplicar esta estrategia, lo que daría a otros elementos del ELN una razón más para alinearse con los belicistas en lugar de ponerse del lado de quienes buscan la paz.