Tras el anuncio de que los guerrilleros de las FARC liberarán a los menores de sus filas como parte de las negociaciones de paz con el gobierno de Colombia, el Consejo sobre Asuntos Hemisféricos examina qué será de los niños y niñas reclutados —y de la guerrilla que los reclutó—.
El 15 de mayo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) anunciaron que liberarán a los menores de edad reclutados, como parte de las negociaciones de paz que se adelantan. Este plan, que significaría un hito para los derechos humanos en Colombia, fue acordado durante las negociaciones de un cese al fuego mutuo entre las FARC y el gobierno, uno de los últimos temas que quedan en la agenda para poner fin a un conflicto que se ha extendido por casi 50 años. Aunque la fecha acordada inicialmente para la liberación de los niños y niñas en las filas de la guerrilla fue el 23 de marzo, las negociaciones se han extendido con el fin de permitir que ambas partes lleguen a acuerdos sobre los términos y condiciones respectivos. En concreto, las FARC han acordado liberar inmediatamente a todos los menores de 15 años de edad que se encuentran en sus filas.
Este artículo fue publicado originalmente por el Consejo de Asuntos Hemisféricos (COHA por sus iniciales en inglés) y es reproducido con permiso. No refleja necesariamente las opiniones de InSight Crime. Vea el original aquí.
Además, se desarrollará una “hoja de ruta para la salida de los demás menores”, es decir, los que tienen entre 15 y 18 años de edad.
Ahora, el país está a la expectativa por saber de qué manera el gobierno colombiano, las FARC y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF por sus iniciales en inglés), reinsertarán a estos niños y niñas a la sociedad, así como los cargos que se les imputarán a los miembros de las FARC con respecto al reclutamiento de menores.
Las negociaciones de paz entre las FARC y la administración Santos se han adelantado desde noviembre de 2012, cuando ambas partes expresaron su interés en poner fin a décadas de derramamiento de sangre con la ayuda y el apoyo de Noruega, Cuba, Venezuela y Chile. Un informe de June S. Beittel para el Servicio de Investigación del Congreso dice que había un “cauteloso optimismo” debido a las conversaciones de paz en Cuba y al apoyo y la mediación internacional, así como un “amplio espectro” de conversaciones de paz en el equipo de negociación del gobierno. Cabe señalar que las FARC ya han mostrado su cooperación al liberar, en noviembre de 2014, al general Rubén Darío Alzate Mora, el único general que han logrado secuestrar. Dicho secuestro se dio como respuesta a la constante actividad militar durante las conversaciones de paz. La liberación de Alzate y de otros dos soldados se produjo gracias al compromiso de los líderes de las FARC con el proceso de paz en curso.
Los guerrilleros jóvenes de Colombia
Según un completo informe elaborado en 2012 acerca de la participación de niños, niñas y adolescentes en el conflicto armado colombiano, el 50 por ciento de los combatientes adultos de las FARC han sido incorporados como menores de edad. El fiscal general interino, Jorge Perdomo, señaló además que las FARC han reclutado a 11.566 menores desde 1975. Aunque con frecuencia son obligados a ingresar a diversos grupos armados, como las FARC, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y cada vez más a los violentos grupos paramilitares conocidos como Bacrim (acrónimo de “bandas criminales”), la mayoría de los menores de edad simplemente carecen de opciones diferentes a la de ofrecerse de manera voluntaria debido a la vulnerabilidad social y económica que se presenta en la mayoría de las zonas rurales, especialmente en las que tienen una abundante población indígena. Muchos niños ya están acostumbrados a los entornos caóticos en constante modificación y a la pérdida de sus familiares, ya que la guerra civil ha desplazado a unos 6,6 millones de ciudadanos.
Muchos niños y niñas son sometidos al aislamiento físico y psicológico con el fin de ser totalmente adoctrinados. Sin embargo, muchos jóvenes voluntarios han cambiado de ideas y eventualmente desean salir. El castigo de las FARC para la deserción es la muerte. La mayoría de los niños varones que se encuentran en la guerrilla colombiana tienen la tarea de acopiar inteligencia y ejercer tareas de vigilancia, sembrar minas, participar directamente en combates y asaltos tácticos, así como cocinar y cuidar los ganados. Alrededor de la mitad participan en extorsiones, secuestros y asesinatos. Las niñas reclutadas son utilizadas principalmente para reunir inteligencia e infiltrarse en áreas hostiles. Debido a lo duras que son sus tareas dentro de la organización, muchos de estos niños y niñas se encuentran afectados psicológicamente. Cerca del 81 por ciento de los reclutas menores de edad desmovilizados de las FARC, el ELN y las Bacrim dicen que tienen serios problemas con respecto a su salud mental. Cerca de la mitad sufre de trastornos del sueño y ansiedad o consumen drogas psicoactivas.
Implicaciones para la paz
Es importante tener en cuenta que la liberación de niños reclutados por las FARC es un paso importante en cuanto a los derechos humanos. Como se dijo anteriormente, las FARC han reclutado aproximadamente 12.000 niños y niñas desde 1975. Además, el Ministerio de Defensa de Colombia ha informado que el 71 por ciento de los niños desmovilizados fueron parte de las FARC en algún momento. La liberación de los reclutas menores de 15 años es considerada por los grupos de derechos humanos como una gran victoria, pero todas las partes involucradas entienden que se deben adoptar medidas para asegurar que los liberados no regresen automáticamente a la violencia. Se necesita un trabajo coordinado entre el gobierno, las FARC y los organismos de supervisión, como la UNICEF, con el fin de crear los medios para una vida mejor para los niños que serán liberados por la guerrilla.
Aparte del tema de los derechos humanos, el acuerdo les deja a todos los actores involucrados en las conversaciones de paz la sensación de que ambas partes están comprometidas con este esfuerzo conjunto. En años anteriores, las FARC habían justificado el reclutamiento de menores de muy diversas maneras. Una estrategia que empleaban frecuentemente consistía en apelar a lo emocional, refiriéndose a las alternativas que tenían los menores voluntarios. Una declaración difundida por las FARC señala que “cuando la guerra se intensificó, llegaron muchos cuyos padres habían sido asesinados por la violencia paramilitar, o simplemente habían huido de los maltratos y no tenían futuro [...] en estos casos les dábamos el refugio y la protección que les eran negados por la orfandad y la pobreza”. A primera vista, esta explicación de las FARC para su aceptación del voluntariado infantil parece válida. La convergencia de escasas oportunidades económicas, altos niveles de corrupción y múltiples grupos paramilitares y guerrilleros, a menudo no les deja a los niños y niñas otra opción que recurrir a grupos como las FARC. Sin embargo, el aparente mérito de este argumento no supera la manera clara en que el reclutamiento de menores de edad ha contradicho los nobles objetivos de las FARC.
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El 2 de mayo, refiriéndose a las negociaciones de paz, en la cuenta internacional de Twitter de las FARC (@FARC_EPeace) se publicó este mensaje: “Con realismo y convicción trabajamos por un país mejor. Necesitamos la participación de todos”. El reclutamiento de menores, que todavía estaba en práctica cuando se publicó este tuit, está en directa contradicción con la creación de un país menos violento y “mejor”. Al asumir finalmente la responsabilidad de liberar a los niños y niñas menores de 15 años, la organización guerrillera ha adquirido cierto nivel de credibilidad en las conversaciones de paz. Aunque este acuerdo es un pequeño paso hacia una paz negociada, las FARC le han demostrado al gobierno colombiano y a la comunidad internacional que tienen un verdadero deseo de que la situación en Colombia mejore.
Una segunda razón por la que puede mejorar el estado de ánimo en torno a las conversaciones de paz por la liberación de los niños reclutados por la guerrilla es que las FARC están haciendo una clara concesión. Aunque representan sólo una parte de las fuerzas de las FARC, los niños reclutas son muy útiles en diversos aspectos para la causa guerrillera. Tras el anuncio en 2012 de que el gobierno colombiano y las FARC iniciarían conversaciones de paz, diversas personalidades importantes han expresado sus fuertes críticas. El que más resalta entre estos críticos es el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010). Durante su mandato, Uribe lanzó una campaña masiva contra las guerrillas, y es reconocido por su agresiva retórica en lo que respecta a las FARC. En una de sus más mordaces críticas a las conversaciones de paz, comparó las negociaciones con una absoluta rendición a las FARC. Sin embargo, la liberación de los reclutas menores de edad representa el paso más reciente en una serie de concesiones de las FARC, entre las que se encuentran: la exclusión de los debates sobre política exterior de las conversaciones de La Habana, reformas agrarias mucho más flexibles de lo que se esperaba y la posibilidad de que los líderes de las FARC acusados de crímenes de guerra cumplan condenas en la cárcel. Para que las conversaciones de paz sean fructíferas, ambas partes deben estar dispuestas a considerar las peticiones mutuas.
¿Las FARC serán responsabilizadas?
Aún falta por abordar uno de los aspectos del acuerdo: si los involucrados en el reclutamiento, la captura y el entrenamiento de los menores de edad serán responsabilizados por lo que se consideran crímenes de guerra y crímenes de lesa la humanidad. Los reclutas menores de 18 años, bajo la ley de víctimas en Colombia, se consideran víctimas de las organizaciones ilegales, como son clasificadas las FARC, y por lo tanto son inocentes de los crímenes asociados a este tipo de organizaciones.
Esto pone la presión sobre los líderes de las FARC que han reclutado a los menores voluntarios o han obligado a niños, niñas y adolescentes a ingresar a las filas de las FARC. En septiembre del año pasado, el gobierno y las FARC acordaron la creación de un tribunal especial, encargado, entre otras cosas, de dictar sentencias para los individuos acusados y declarados culpables de crímenes graves. En este punto de las negociaciones, no está claro si la definición de los negociadores del término “crímenes graves” incluye aquellos relacionados con el reclutamiento de menores.
Sobre el tema de la reintegración
Es importante tener en cuenta que el presidente Santos ha declarado repetidamente que ningún dato específico de las negociaciones de paz será revelado públicamente hasta que las negociaciones se concluyan. En una entrevista con Carla Hills, copresidenta del Consejo de Relaciones Exteriores, Santos explicó su argumentación en este sentido: “Por eso es que nada está acordado hasta que todo esté acordado [...] porque cada elemento de un proceso de paz —en este caso el de las FARC— puesto a consideración de los ciudadanos de manera individual, la gente naturalmente lo rechazará”. Es por este motivo que los detalles exactos sobre cómo el gobierno y las FARC planean reintegrar a los niños y niñas recién liberados son conocidos sólo por los directamente involucrados en las negociaciones.
El acuerdo para liberar a niños y niñas menores de 15 años reclutados por la guerrilla es para Colombia un paso en la dirección correcta. Los métodos actuales de reintegración son similares a los de África Central, donde los niños liberados por los grupos combatientes son ubicados en casas de reinserción con el fin de facilitarles un período de rehabilitación. La directora ejecutiva de la Iniciativa Dallaire (Roméo Dallaire Child Soldier Initiative), doctora Shelly Whitman, ha expresado su confianza en el programa de reintegración de Colombia: “Se debe reconocer el trabajo del gobierno, que tiene un programa de rehabilitación nacional de dos años para niños y niñas reclutados que creo que es el más completo del mundo.”
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Si bien las opiniones de expertos como la doctora Whitman resultan útiles, los comentarios directos de los niños y niñas que participan en estos programas son los que proporcionan una verdadera perspectiva acerca de si los esfuerzos de reintegración pueden considerarse exitosos. Según un estudio titulado “Como corderos entre lobos” (“Like Lambs Among Wolves”), la doctora Natalia Springer exploró las opiniones de los niños liberados sobre los programas de reinserción en los que han sido ubicados. “Los niños y niñas dicen que no han tenido mayores problemas adaptándose a la vida civil (70 por ciento), que la desmovilización ha sido positiva (91 por ciento), y que valoran altamente los programas a los que están vinculados”. En contraste con la visión positiva que presenta el estudio de la doctora Springer sobre el programa de reinserción, hay versiones de los menores de edad reclutados por la guerrilla que señalan los aspectos negativos del programa, así como las dificultades que han encontrado para reacomodarse a la vida por fuera de las FARC. Con frecuencia, los niños liberados sienten que el programa los está empujando hacia una realidad a la que no se ajustan. Uno de estos menores describió las falencias del programa en estos términos: “Ellos nos obligan a dejar a un lado estas cosas, a borrarlas, con el fin de crear un nuevo futuro que niega lo que fuimos y lo que hemos aprendido. Ellos nos guían a aceptar una identidad que no es la nuestra, a ser panaderos o zapateros”. Otro menor de edad explica su frustración con el programa: “No hay espacios para reflexionar sobre nuestras historias; no existe ningún proceso de luto. Se centran en cómo prepararnos para encajar en las normas de la sociedad, sin entender por qué, en algún momento, las abandonamos”.
Aunque la abrumadora mayoría de las opiniones de los niños y niñas de los programas es positiva, las opiniones disidentes de muchos de ellos revelan lo que se considera la mayor omisión de los negociadores de las conversaciones de paz: que los niños no participan a plena conciencia. Gran parte de los niños reclutados se han presentado como voluntarios debido a la grave situación económica y familiar, y es un motivo de preocupación el hecho de que los que sean liberados por las FARC recurran al ELN o a cualquiera de las otras organizaciones ilegales por las mismas razones por las que recurrieron a las FARC inicialmente. Es necesario que las conversaciones de paz aborden la eficacia de los programas de reintegración, así como las razones que llevan a los niños a vincularse a grupos como las FARC. Sin embargo, y a toda costa, las voces de los niños y niñas que pronto serán liberados de las filas de la guerrilla deben ser escuchadas.
* Este artículo fue publicado originalmente por el Consejo sobre Asuntos Hemisféricos (COHA por sus iniciales en inglés). No refleja necesariamente las opiniones de InSight Crime. Vea el original aquí.