Tras el fin de una controversial tregua con las pandillas, los homicidios en El Salvador aumentaron en un 57 por ciento en 2014. Ahora que el presidente se ha pronunciado en contra del restablecimiento de la tregua, el país enfrenta un difícil camino en cuanto a reducción de la violencia.

Según cifras de la policía nacional de El Salvador, se registraron 3.912 homicidios en 2014, es decir, 1.422 más que el año anterior, según informó La Prensa Gráfica. Esta es una gran cantidad de homicidios para un país de solo 6,1 millones de habitantes.

El instituto forense de El Salvador, Instituto de Medicina Legal (IML), registró una cifra ligeramente superior (30 más que la cifra de la policía nacional) y según sus cálculos la tasa de homicidios es de 68,6 por cada 100.000 habitantes, comparado con 43,7 del año anterior. Esto significa que en el país se presentaron en promedio 10,8 homicidios diarios en 2014, más que los 6,9 de 2013. Utilizando las estimaciones del Banco Mundial sobre la población de El Salvador en 2013, esa cifra sería de 61 por cada 100.000 habitantes; utilizando cifras estimadas en El Libro de Hechos de la CIA 2014 (World Factbook), esa tasa sería cercana a 64.

Según el presidente Salvador Sánchez Cerén, los homicidios comenzaron a disminuir en junio de 2014, el mes en que él asumió el cargo, y descendieron a un promedio de 9,3 asesinatos diarios en octubre, después de lo cual comenzaron a subir otra vez. Diciembre fue un mes particularmente sangriento, con al menos 411 personas asesinadas en un lapso de 31 días.

Mauricio Ramírez Landaverde, director de la policía nacional, informó que hubo alrededor de 200 homicidios múltiples entre el 1 de enero y el 29 de diciembre, el peor de los cuales cobró la vida de ocho víctimas en una fiesta de graduación en noviembre. Según el instituto forense, la inmensa mayoría de los homicidios el año pasado —alrededor del 78 por ciento— fueron cometidos con armas de fuego.

Otra característica notable de la violencia en 2014 fue el número de policías asesinados. Según Ramírez, 39 policías fueron ultimados en 2014, y en al menos 27 de los casos las autoridades lograron confirmar que los oficiales fueron blanco de los ataques por el hecho de ser policías, informó El Mundo.

El presidente Sánchez Cerén, el director de la policía Mauricio Ramírez y el ministro de Seguridad y Justicia Benito Lara culparon a las pandillas del país por la violencia del año pasado. Ramírez señaló que entre enero y noviembre de 2014, más de 1.500 criminales fueron víctimas de homicidios perpetrados por otros delincuentes. Aseguró que la “mayoría abrumadora” de las otras 1.400 víctimas de homicidios en 2014 (en comparación con 2013) fueron miembros de pandillas. Por su parte, Sánchez Cerén denominó a las disputas territoriales entre pandillas rivales como “el principal problema de los homicidios”.

Desafortunadamente, la violencia no parece disminuir. En los primeros seis días de 2015, la policía salvadoreña registró 90 homicidios, un promedio de 15 por día, según informó El Salvador.com. Solo el 6 de enero murieron 19 personas.

Un policía estuvo entre las víctimas de enero. Aunque los funcionarios declararon que todavía no es claro si el oficial fue atacado específicamente a causa de su trabajo, hay evidencia que sugiere que su muerte fue un asesinato planeado.

Análisis de InSight Crime

En su primera aparición pública en el nuevo año, Sánchez Cerén acabó con todas las esperanzas del gobierno de facilitar otra tregua con las pandillas. En declaraciones del 5 de enero, el presidente dijo que la tregua con las bandas, que comenzó en marzo de 2012 bajo la administración del expresidente Mauricio Funes, les había “permitido a las pandillas crecer y fortalecerse”. Señaló que negociar con las pandillas iba en contra de la ley y que la obligación del gobierno era “ir tras ellas [y] castigarlas”.

Aunque la tregua estuvo ciertamente plagada de problemas, pudo haber sido la mejor oportunidad de El Salvador de reducir significativamente los homicidios en un corto periodo de tiempo. A finales de 2012, después de que la tregua con las pandillas llevaba ya nueve meses, la policía nacional contó 2.576 asesinatos, 40 por ciento menos que el año anterior y la cifra más baja en casi 10 años. Los homicidios siguieron disminuyendo en 2013, aunque en una proporción mucho menor, y ese año se registraron 2.513 asesinatos.

Sin embargo, para fines de 2013, la tregua comenzó a fracasar. Los críticos argumentaron que las pandillas habían aprovechado la relativa paz para reforzar sus operaciones de extorsión y comercio de drogas. En marzo de 2014, en vista de que los homicidios aumentaron hasta un promedio de 8 por día, Rigoberto Pleites, exdirector de la policía nacional, afirmó que la tregua “técnicamente ya no existe”. Hacia junio de 2014, los asesinatos volvieron a llegar a los niveles de antes de la tregua.

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Ahora bien, según las estadísticas del instituto forense, IML, la violencia en El Salvador ha alcanzado niveles críticos nuevamente. Los cálculos del IML sobre la tasa de homicidios en el país es de un punto menos que la tasa de 2011, calculados por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) en 69,2 por cada 100.000 habitantes. Si las cifras del IML son correctas, El Salvador también habría superado a Honduras como el país más violento de Centroamérica (con base en la tasa oficial de asesinatos en Honduras en 2014).

En lugar de apoyar otra tregua con las pandillas, Lara señala que las autoridades salvadoreñas están pensando iniciar nuevos planes de lucha contra la delincuencia con el apoyo de la policía comunitaria, que fue inaugurada en agosto de este año. Aunque el gobierno todavía no ha divulgado los detalles específicos de los nuevos planes, Sánchez Cerén afirmó que hasta ahora la policía comunitaria ha ayudado a disminuir la extorsión, en tanto se ha ganado la confianza de las comunidades locales y las ha instado a reportar los crímenes.

Sánchez Cerén creó además un Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia (CNSCC), conformado por funcionarios gubernamentales y representantes de la Iglesia católica y el sector civil, que ha estado encargado de desarrollar un plan de acción para reducir la violencia y el crimen.

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Aunque estos cambios encajan con el enfoque de “mano dura” previamente definido en la región del Triángulo Norte, pueden no ser suficientes para detener la violencia. Las estimaciones varían, pero Pleites declaró el año pasado que las pandillas eran responsables por entre 60 y 70 por ciento de los homicidios en el país, la mayoría de los cuales, dijo, son el resultado de enfrentamientos entre grupos rivales. Desafortunadamente, el aumento en los homicidios tras la disolución de la tregua con las pandillas indica que el éxito de cualquier iniciativa de seguridad puede depender de la voluntad de las pandillas de cooperar.

Corrección: Una versión anterior de este artículo únicamente presentaba la tasa de homicidios proporcionada por el IML de El Salvador.

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