Los rumores de la inminente muerte del presidente Hugo Chávez, y la búsqueda de espacios entre sus posibles sucesores, están creando las condiciones para que la delincuencia y la violencia sigan floreciendo y mantengan este ritmo a lo largo de 2013.
Mientras que el presidente venezolano se encuentra, al parecer en estado terminal, en una cama de un hospital cubano, es probable que la tasa de homicidios en Venezuela supere los 70 por cada 100.000 habitantes. Esto hace de la nación andina la más peligrosa de Suramérica, y una de las más peligrosas del mundo, superada sólo por Honduras.
La violencia no muestra signos de disminuir en 2013. Ya un policía ha sido asesinado a tiros para robarle su arma, una tendencia presente a lo largo de 2012. En los primeros seis días del año más de 75 asesinatos se registraron en Caracas. Las cárceles venezolanas son las más peligrosas del mundo. Están formando una nueva generación de criminales para un mundo del crimen organizado nacional cada vez más sofisticado.
Análisis de InSight Crime
Sin importar quien suceda a Chávez, las perspectivas en materia de seguridad no son alentadoras. Chávez ha ungido Nicolás Maduro como su vicepresidente y presunto heredero. Una continuidad de la política desastrosa actual de seguridad se espera bajo el mandato de Maduro; una política que ha experimentado cómo la tasa de homicidios casi se ha cuadruplicado.
Las prioridades distorsionados de la administración Chávez se reforzaron una vez más, cuando el vicepresidente Maduro envió miembros de la Guardia Nacional esta semana a las fabricas de embalaje de azúcar para garantizar que no hubiera acaparamiento por las empresas, en lugar de distribuir la fuerza pública en los sectores más sensibles de Caracas, donde se cree que la tasa de homicidios supera los 120 por cada 100.000 habitantes.
También en la línea de sucesión se encuentra el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, un ex oficial del ejército, conocido por tener fuertes vínculos con las Fuerzas Armadas venezolanas, al igual que posibles vínculos con el crimen organizado al interior de las mismas fuerzas armadas; la llamada facción del "Cartel de los Soles".
En caso de nuevas elecciones presidenciales, y que un candidato de la oposición gane, las consecuencias para la seguridad, al menos en el corto plazo, podrían ser aún más graves. El ejército, la Guardia Nacional, la Policía Nacional y el Poder Judicial han sido fuertemente politizados durante 13 años de gobierno de Chávez. Un presidente de oposición puede encontrarse con que sus órdenes no vayan mucho más allá del palacio presidencial de Miraflores.
Un presidente proveniente de la oposición también tendría que hacer frente a las milicias pro-Chávez que están fuertemente armadas; no sólo en Caracas, sino en el campo, donde la guerrilla izquierdista de las Fuerzas Bolivarianas de Liberación (FBL) cuentan con hasta 4.000 miembros, repartidos en nueve de los 23 estados del país.
El posible caos no sólo tendrá repercusiones en Venezuela, sino también de la vecina Colombia. Se estima que los grupos guerrilleros colombianos tienen hasta 1.000 combatientes en Venezuela, así como muchos de sus líderes y un gran porcentaje de su apoyo logístico. Si bien la cooperación entre Venezuela y Colombia ha mejorado desde que el presidente Juan Manuel Santos asumió el cargo en agosto de 2010; la actual falta de liderazgo y de órdenes claras a las fuerzas armadas, ha puesto a las Fuerzas Armadas de Venezuela en un compás de espera a lo largo de la frontera, donde los elementos corruptos siguen alimentando a los guerrilleros marxistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN), con armas, municiones y suministros médicos. También hay fuertes indicios de que elementos de las fuerzas armadas están facilitando, si no participando activamente, en el tráfico de drogas en la frontera.
Las FARC se encuentran actualmente en conversaciones de paz con el gobierno colombiano y el ELN espera un asiento en la mesa. El caos en Venezuela fortalece su posición, asegurándoles la disposición de una zona de retaguardia donde los líderes pueden reunirse, las campañas pueden ser planeadas, las nuevas unidades pueden ser entrenadas y equipadas, y los ataques iniciados.
La situación política y de seguridad en Venezuela es probable que se deteriore aún más durante 2013, con consecuencias potencialmente graves para la violencia y el desarrollo del crimen organizado tanto en Colombia como en Venezuela.