Un nuevo informe brinda detalles sobre los diferentes grados de sofisticación con los que los grupos criminales manejan las redes de tráfico sexual en Guatemala, lo cual arroja luz sobre el aspecto empresarial de una industria altamente lucrativa.
En un nuevo informe (pdf), el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF) y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) estiman que el tráfico sexual aporta US$1.600 millones anuales a Guatemala.
La industria es manejada por una plétora de grupos criminales o intermediarios individuales que pueden trabajar de manera independiente o en concierto con otro, dice el informe.
"En Guatemala [el tráfico sexual] no es un problema del crimen organizado exclusivamente; el traficante puede ser el hermano, el padre, la madre, un tío o un maestro", comentó un experto en el tema a los investigadores de Naciones Unidas.
Además de los parientes, empresarios individuales explotan sexualmente a mujeres y niñas. Esto comprende por lo general dueños de restaurantes o bares que obligan a las meseras a brindar favores sexuales a los clientes.
El siguiente grado de sofisticación es lo que el informe llama estructuras criminales locales, que dan ayuda a padres o personas que buscan vender a niñas para explotarlas sexualmente. Esas estructuras suelen incluir a dueños de moteles, hostales e incluso lotes vacíos, quienes disponen los lugares en los que ocurren los encuentros sexuales. Ellos son los más beneficiados con estos esquemas, no los parientes, señala el informe.
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A continuación, se cree que "grupos territoriales" controlan algunos de los burdeles donde ocurren los actos sexuales. Estos grupos pueden ser pandillas locales dedicadas al expendio de drogas u organizaciones más sofisticadas ocupadas en el transporte internacional de cargamentos de cocaína. Según el informe, la MS13 y una pandilla expendedora de estupefacientes llamada los Caradura están involucradas en la trata de personas en Ciudad de Guatemala. En el noroeste de Guatemala, el informe nombró al clan de drogas de los Mendoza y los Huistas; en el suroeste, la organización criminal dirigida por Juan Alberto Ortiz López, alias "Juan Chamale"; y en el norte de Guatemala, el grupo criminal mexicano Los Zetas.
Estos grupos no siempre participan en forma directa en el tráfico sexual, sino que obtienen ganancias de la actividad. Por ejemplo, los traficantes deben pagar una cuota para operar en el territorio controlado por los Caradura.
El informe indica que algunos de los grupos territoriales están interesados en el tráfico sexual por otras razones además de las financieras. Los Mendoza, por ejemplo, supuestamente usan sus redes de prostitución para obtener protección e influencia política brindando servicios a las autoridades locales.
Finalmente, las redes internacionales de tráfico reclutan a mujeres de otras partes de Centroamérica, además de Colombia y Venezuela. Muchas veces las víctimas son engañadas con ofertas de trabajo en México o Estados Unidos, aunque el informe señala que también captan víctimas en las escuelas elementales. Se considera que estas redes internacionales de tráfico están más organizadas que las redes internas.
Análisis de InSight Crime
El informe conjunto ofrece una mirada en detalle de la diversa variedad de actores implicados en operaciones de tráfico sexual en Guatemala, y los diferentes puntos en los que el crimen organizado y la explotación sexual se encuentran.
Es interesante que el informe nombre estructuras criminales que han quedado muy debilitadas en años recientes por los arrestos de sus cabecillas. Dos de los jefes del clan Mendoza fueron capturados en los últimos 18 meses, mientras que Juan Chamale fue arrestado hace unos cinco años. Los Zetas, entre tanto, se han extinguido en gran parte en Guatemala, y su influencia en el hampa mexicano también se ha debilitado de manera considerable.
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Puede ocurrir que estos grupos se estén moviendo más hacia el tráfico sexual, ante la fragmentación de sus organizaciones y el agotamiento de sus ingresos por narcotráfico. En toda Latinoamérica, los grupos del crimen están diversificando su portafolio criminal, por lo que dependen menos del negocio de la droga y más de industrias criminales locales, como la extorsión, el secuestro y la trata de personas.
Sin embargo, también es posible que las redes locales de tráfico sexual estén usando el nombre de organizaciones criminales de mayor tamaño como medio para intimidar y ganar respeto. Durante varios años hasta hoy, la organización de los Zetas ha estado conformada por células autónomas en gran medida, que tienen en común poco más que el nombre.