En el transcurso de una semana se conocieron dos hallazgos de cocaína en dos contenedores de carga distintos con destino a Libia, un fuerte indicio de que tanto el país norteafricano como la región entera están convirtiéndose en nuevas rutas de tránsito para la cocaína hacia Europa y el Medio Oriente.

El 9 de diciembre de 2020, inspectores de aduanas de Malta decomisaron 612 kilos de cocaína ocultos en un cargamento de aceite de cocina, un decomiso récord para la nación isleña en el Mediterráneo, según un comunicado. El cargamento zarpó de Ecuador e hizo escala en Colombia antes de su llegada a Freeport, en Malta.

Tres días antes, las autoridades del puerto de Guayaquil en Ecuador decomisaron 582 kilos de cocaína ocultos en 19 trozos de teca con destino a Libia y Siria, como recogió El Comercio.

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Este no es el primer hallazgo de cocaína con destino a Libia en años recientes, pero sí el más grande. En mayo, las autoridades arancelarias brasileñas descubrieron 128 kilos de cocaína en dos contenedores dirigidos a Libia en el Puerto de Itajaí. En julio de 2018, la Policía Nacional colombiana decomisó 43 kilos de cocaína en el puerto de Buenaventura. El alijo se encontraba camuflado en la estructura de un contenedor con destino al puerto de Benghazi, en Libia. En 2016, pescadores libios hallaron 70 kilos de cocaína flotando frente a una playa cerca de Tobruk.

Los vecinos regionales de Libia en el norte de África experimentan la misma fuerte marejada de decomisos de cocaína. En mayo de 2018, las autoridades argelinas interceptaron 701 kilos de cocaína escondidos en un buque carguero que transportaba carne congelada procedente de Brasil. En agosto de 2019, tres toneladas de cocaína fueron arrastradas a una playa de Marruecos. Incluso el pequeño país de Túnez rompió su récord de alijos de drogas en 2017, con su mayor decomiso de cocaína, de 31 kilos en una lancha rápida.

En total las incautaciones de cocaína en África han aumentado, de 1,2 toneladas en 2015 a 3,3 toneladas en 2017 y a 5,6 en 2018, según un informe de 2020 presentado por la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD).

Análisis de InSight Crime

El incremento de las iniciativas antinarcóticos en África Occidental, un punto de tránsito tradicional para la cocaína, seguramente llevará a los traficantes a depender mucho más de las rutas marítimas a través de África del norte, pues el abundante producto suramericano se trasiega cada vez más a borde de contenedores marítimos que llegan a una protuberante plaza europea y a un incipiente mercado en Medio Oriente.

El volumen de los dos cargamentos con destino a Libia es un fuerte indicio de que el destino era Europa, como lo señaló Matt Herbert, gerente investigador para el Observatorio del Norte de África y el Sahel en la Iniciativa Global (Global Initiative) en diálogo con InSight Crime. Durante años, el principal método de trasiego para abastecer el canal europeo de la cocaína ha sido el camuflaje de alijos en los contenedores de buques cargueros. Los puertos de Ecuador, por ejemplo, se han erigido como puntos de salida importantes para la cocaína suramericana traficada hacia Europa.

Lo más importante, según Herbert, es que estos dos decomisos ofrecen nueva evidencia de cómo las redes de tráfico suramericanas buscan establecer puntos de trasbordo directos en los países del Maghreb, especialmente en Marruecos, por su proximidad geográfica con España, pero también en menor grado en Argelia, Túnez y Libia.

Esa maniobra se vio motivada por varios cambios políticos y militares en África occidental que llevaron al relativo declive de “la ruta África occidental-Maghreb-Europa que predominó desde comienzos de los 2000”, explicó Herbert.

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Pero en comparación con Marruecos o incluso Argelia, Libia es un punto de tránsito de cocaína particularmente inusual, sobre todo en una conexión directa entre Suramérica y Libia. Aunque Libia tiene un mercado interno de cocaína que crece aceleradamente, la resina de marihuana y los opioides son sustancias mucho más comunes, tanto para el consumo como para el tránsito, según un informe publicado en 2019 por el Centro Europeo de Seguimiento a Estupefacientes y a la Adicción a estas Sustancias (EMCDDA).

En referencia al nuevo decomiso en Malta, Herbert dijo que no era probable que el país insular fuera el destino final de la cocaína.

“Los cargamentos de narcóticos usando barcos de contenedores en efecto deben entrar en la mezcla y aceptar el itinerario del buque mercante”, observó. “Este atinó a pasar por Malta”.

De haber pasado indetectada, la carga hubiera podido arribar a varios puertos en el este u oeste de Libia, como Misrata, al-Khoms, Benghazi o Tobruk. La zona costera de Cirenaica también es un puerto de llegada importante para los narcóticos en ruta hacia Europa y Egipto. Desde Libia, es probable que la cocaína se dirigiera al sur de Italia o a los Balcanes, y que volúmenes más pequeños fueran llevados a Turquía o al gran Medio Oriente por medio de Egipto.