Carlos Romero Deschamps, el veterano dirigente del Sindicato de Trabajadores Petroleros Mexicanos, enfrenta una avalancha de denuncias por corrupción, que podrían acarrear el fin de uno de los operadores políticos más poderosos del país.
Los trabajadores petroleros dicen que no se ha visto a Romero Deschamps desde que se presentaron cargos en su contra ante la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), informó Sin Embargo. El mes pasado, los trabajadores lo acusaron de participar en el robo de combustible, o huachicoleo, una economía criminal en México que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha prometido acabar.
Estas denuncias son las más recientes contra el dirigente sindical, que anteriormente fue acusado del desvío hasta de US$150 millones en fondos sindicales para financiar campañas políticas del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Logró eludir el arresto, sin embargo, luego de que un tribunal le concediera un amparo que impedía su detención por cualquier motivo.
En las más de dos décadas que lleva al frente del sindicato, Romero Deschamps y su familia han acumulado grandes riquezas y han ostentado una vida de lujos.
Se dice que posee lujosas propiedades en Miami y Acapulco, un yate avaluado en US$3 millones, y una colección de relojes que pueden costar más de US$200.000. Su hijo ha sido visto conduciendo un Ferrari deportivo de color dorado en Mónaco, y su hija acostumbra ostentar su riqueza en las redes sociales.
Pero las cosas han ido cambiando gradualmente para Romero Deschamps tras la elección de López Obrador, quien básicamente se quitó la responsabilidad del jefe sindicalista.
Ahora que la petrolera nacional de México, Pemex, se prepara para celebrar su 81 aniversario esta semana, los trabajadores denunciaron que han visto camiones sacando muebles y material de archivo de las oficinas del sindicato. Se extienden las especulaciones de que Romero Deschamps está limpiando la casa, eliminando cualquier prueba que lo incrimine.
Análisis de InSight Crime
El legado de corrupción de Romero Deschamps es particularmente notorio, incluso en México, donde la malversación y las coimas están a la orden del día en las instituciones del estado.
Comparable con el jefe Tweed de la década de 1860 en Nueva York, Romero Deschamps se ha mantenido intocable mediante una red de conexiones políticas, financiamiento electoral y otorgamiento de favores hábilmente construida.
El dirigente fue elegido en 1993 como secretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana. Tomar el control de los sindicatos del país fue crucial para el PRI, que gobernó México de manera hegemónica desde 1929 hasta 2000 y nuevamente de 2012 a 2018. Los dirigentes sindicales mantuvieron la agitación de los trabajadores a su mínimo, aun en momentos de protestas generalizadas.
Durante el mandato del presidente Enrique Peña Nieto, Romero Deschamps fue un enérgico defensor de la reforma energética, que privatizó la industria de gas y petróleo en México y dio entrada a la inversión extranjera. Esa reforma escandalizó a los trabajadores de Pemex.
También estuvo presuntamente detrás del “Pemexgate", la desaparición de 500 millones de pesos mexicanos (cerca de US$26 millones) en dineros del sindicato en el 2000, que terminaron en las arcas de la campaña del fallido candidato presidencial por el PRI, Francisco Labastida Ochoa.
Su lealtad política con el PRI ha sido bien recompensada. Romero Deschamps tuvo tres periodos como senador y tres como diputado federal sin siquiera haberse presentado a elecciones. Fue reelegido por cuarta vez consecutiva por la asamblea general como dirigente del sindicato en diciembre de 2017, lo que lo tendría en el poder hasta 2024.
Aunque en el pasado ha tenido que vérselas con la rebelión dentro del sindicato, parece que el tiempo de Romero Deschamps en el poder puede estar llegando a su fin. Los mismos miembros de su sindicato son parte demandante en algunas de las denuncias en su contra.
Por lo general, el dirigente sindical también tiene un puesto en primera fila en los eventos y celebraciones de Pemex, pero se dijo que López Obrador no lo incluiría en las celebraciones de esta semana por el aniversario de la compañía.
En medio de esta avalancha de acusaciones, él podría optar por hacerse a un lado.
Aunque el Jefe Tweed terminó muriendo de neumonía en prisión, Romero Deschamps podría evitar esa suerte, pues el gobierno mexicano ha afirmado que no hará una “cacería de brujas” en Pemex, por lo que no hay que apostar que el dirigente sindical vaya a juicio.