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ANÁLISIS

Mediador de tregua con pandillas en El Salvador pierde la fe: Parte II

EL SALVADOR / 28 OCT 2015 POR ROBERTO VALENCIA Y CARLOS MARTINEZ* ES

La siguiente es la segunda parte de la entrevista de El Faro con Raúl Mijango. En la entrevista, Mijango —un ex guerrillero que se volvió político y luego negociador de la tregua con las pandillas— explica por qué piensa que Estados Unidos tiene parte de culpa en el fin de la tregua, qué papel jugaron los medios de comunicación en la demonización del proceso, y qué va a hacer ahora que ya no está forjando una tregua con las pandillas.

Regresemos al relato cronológico del final de la Tregua. ¿Hubo algún detonante que llevó al gobierno a, de la noche a la mañana, proscribir el diálogo como opción?

En esos meses desde que llega al poder Sánchez Cerén y hasta que termina el año, lo que se oía es que el gobierno de Estados Unidos estaba presionando para cerrar la opción de la vía dialogada. Había una enorme exigencia para regresar a los líderes al recién construido Sector 6 del penal de Zacatecoluca, mucho más estricto. Lo financió Estados Unidos, y por eso estaba exigiendo que el gobierno lo ocupara.

¿Usted da crédito a esas teorías?

A mí me vinieron a decir eso. Después, está el elemento de la presión por los fondos del Fomilenio II. Después apareció la presión de los recursos que Estados Unidos ofrecía por la Alianza por la Prosperidad del Triángulo Norte. En ese sentido, en la medida que aumentaban los ofrecimientos de recursos de Estados Unidos, eso ha ido comprometiendo al gobierno a tener una política que tuviera contento a su principal financiador.

¿Cree que la Embajada de Estados Unidos tuvo un rol de boicot al proceso?

¡Por supuesto! Hasta el punto que Estados Unidos me ha endemoniado a mí.

Esta es la segunda parte de un artículo que apareció en Sala Negra de El Faro y fue publicado con permiso. Vea la primera parte aquí. Vea el original aquí.

¿Endemoniado? ¿Le denegaron la visa, como se la deniegan a miles de salvadoreños?

A mí, a mi exesposa... Hace poco fui a Europa y, estando ya en el avión a punto de despegar, de repente llegan unos oficiales gringos a sacarme y empiezan a tomar fotos de todos los documentos que yo llevaba, inclusive las cartas de invitación. Y cuando venía de regreso, no pude entrar por Panamá porque Estados Unidos lo pidió y me tocó quedarme pendejeando en un aeropuerto en Europa, y me tuvieron que cambiar la ruta para aterrizar en Costa Rica, porque en Panamá ya no podía. Pero yo todo esto lo asumo, porque toda la vida he sido un hombre dispuesto a pagar los costos de sus decisiones, y Estados Unidos me está cobrando que, por el proceso que iniciamos, al Buró Federal de Investigaciones (FBI por sus inciales en inglés) FBI se le afectó su trabajo en las cárceles salvadoreñas.

¿Cómo se le afectó el trabajo al FBI?

Ellos tenían informantes pandilleros en los penales, y varios mandaron a la mierda al FBI. Esos líderes les dijeron que por años solo paja les habían dado y que era más útil para el país apoyar el proceso. Se cerraron tanto que hubo momentos en los que los representantes del FBI nos pidieron a nosotros que mediáramos para que sus antiguos informantes los recibieran y hablaran con ellos. ¿Qué pasó después? Los mismos presos me dijeron que yo no fuera pendejo, que no volviera a ayudar al FBI, porque de la hora que habían hablado, cincuenta minutos estuvieron preguntando por mí, para buscar cómo joderme.

Dentro de estas maniobras tras bambalinas que nos cuenta que hubo durante la Tregua, ¿qué papel desempeñó el fiscal general Luis Martínez?

Yo creo eso de que las imágenes valen más que las palabras. Cuando destituyeron como ministro de Seguridad a David Munguía Payés tras el fallo de las Sala de lo Constitucional, las primeras fotografías que el ministro Perdomo procuró que le tomaran fue de él rodeado por la embajadora estadounidense Mari Carmen Aponte y por el fiscal Luis Martínez. ¡Eso es un mensaje! Por ahí tengo guardada esa imagen.

¿Usted diría que, al menos en el tema de la Tregua, el fiscal general ha sido un operador de los intereses de Estados Unidos?

Operador… no sé, pero la postura que el fiscal ha tenido en contra del proceso ha sido congruente con la posición de la Embajada de Estados Unidos en El Salvador.

¿Y Ricardo Perdomo?

Lo mismo.

Usted ha identificado el discurso de Sánchez Cerén en enero como el portazo final del gobierno. ¿Diría que el paro de buses nacional simboliza el portazo de parte de las pandillas?

Por lo que yo sé, para el primer día de paro en el transporte sí era una acción coordinada por todas las pandillas, pero el resto de días esa acción solo lo respaldaron los 18-Revolucionarios. Por eso no creo que sirva de símil, porque no participaron todos los grupos. Fue un hecho fuerte, pero no necesariamente una respuesta al discurso del presidente Sánchez Cerén.

¿Hay una acción o un evento que represente ese portazo de parte de las pandillas?

No creo... Lo que veo es un proceso en escalada de los niveles de confrontación entre las pandillas y el Estado. Y se refleja en que en los últimos tiempos han aumentado los enfrentamientos y las bajas de un lado y de otro.

La Tregua tenía dos componentes: el cese de hostilidades entre las pandillas, y los compromisos de estas con el gobierno. Cuando esto último desaparece, ¿los acuerdos entre ellas también?

Terminado el proceso yo los he visto actuando en algunos aspectos juntos. Por lo menos coincidiendo en pensamiento, aunque en el terreno se den los niveles de enfrentamientos que hay, pero a niveles más estratégicos sí hay más coincidencias hoy que antes del proceso.

Cuando dice que hay 700 estructuras en la pura anarquía, ¿eso quiere decir que los líderes que dieron la cara durante la Tregua ya no tienen el control?

No me atrevería a decirlo así; diría que ya no hay proceso de paz, y entonces tampoco hay discursos tendientes a reducir la violencia de parte de los palabreros.

La duda era si la matazón actual es por el debilitamiento de las ranflas o, por el contrario, porque están ordenando que se desate la violencia.

Ahora hay más autonomía... porque ya no tenés el nivel de incidencia de las cúpulas de las pandillas con los actores territoriales buscando resolver problemas, eso ya no lo tenés, y ahora nadie les está pidiendo que disminuyan violencia. Con las pandillas, cuando no hay alguien con autoridad que te llame la atención y que te diga que no hagás eso, automáticamente está avalando lo que vos hacés

¿Puede desarrollar esa idea?

Antes lo que sucedía era que, debido al proceso, había un mayor nivel de centralización, que incluso permitía identificar cuando alguien se saltaba, en su propio lenguaje, la yarda (cometía una falta). Hoy como hay más flacidez y más autonomía en la forma de actuar, lo que hay es un vacío de dirección; no se llama al orden porque no siente necesidad de llamar al orden.

En esa anarquía que usted señala, ¿cómo cuaja la idea de la ‘Mara 503 ’, una estructura superior que en teoría aglutinaría a dieciocheros y emeeses? ¿Cómo es posible que dé crédito a esa idea con 700 clicas desatadas y con odios mutuos arraigados durante décadas?

Primero hay que decir que eso es una iniciativa ¡de ellos! No sé si has visto los videos que han estado sacando en Youtube donde han estado llamando al rollo este de las pandillas unidas, que es la expresión de ese debate: “Aquí nos están enfrentando de la misma manera y es necesario unirse”.

Esos videos chocan contra una realidad: que siguen matándose entre ellos.

Sí, pero el hecho de que ya se esté dando esa discusión es cualitativamente importante, porque eso puede transformar radicalmente todo este fenómeno que viene evolucionando y mutando. ¿Hacia dónde muta esto? Hacia un conflicto que cada vez más va teniendo símiles políticos, que antes no tenía pero hoy sí. No sé si se han fijado en mucho del discurso que hoy tienen algunos grupos pandilleriles ¿no han sentido más clasismo?

Hay gente del gobierno que le responsabiliza por algunas acciones que tienden a ese punto: que usted es una especie de asesor político y estratégico de las pandillas.

[Ríe] Por el conocimiento que la historia me permitió tener del fenómeno de las pandillas, he desarrollado una capacidad que no tenía, y es la de presagiar hacia dónde evolucionan las cosas en este tema. Me acuerdo cuando ustedes me preguntaban qué pasaría si ese volado fracasaba... ¿y qué dije?

Qué iba a haber muchos más asesinatos.

¡Es lógica simple! Debería verse en sentido proactivo: he venido profetizando qué va a pasar de seguir en la dirección equivocada. ¿Por qué? Porque desafortunadamente, sobre algunos, yo tengo una ventaja: yo ya viví un conflicto enterito, y sé cómo evolucionan las cosas. Algunos han dicho: “Este lo que está es diciéndole a las pandillas qué tienen que hacer”, pero no. Simplemente mi experiencia me lleva a vaticinar hacia dónde van las cosas, porque son experiencias que ya viví. ¿Con qué propósito lo he hecho? Para tratar de sensibilizar a los que tienen poder de decisión, para que reflexionemos en el sentido de que no es cierto que vamos en el camino correcto.

¿Usted cree que el gobierno no puede ganar la guerra de baja intensidad declarada a las pandillas?

En guerra se manejan diferentes conceptos de victoria, y hay uno que es el de victoria pírrica. Es cuando tú, para obtener un resultado, has pagado una cuota mucho mayor que lo que ganaste; por supuesto que la acción del genocidio puede, de alguna manera,...

Genocidio son palabras mayores…

Tenemos 700 muertos cada mes.

Pero muchas de esas víctimas las generan los propios pandilleros.

Pero como país estamos teniendo esos muertos.

Genocidio solo puede ser cuando un Estado elimina masivamente a sus ciudadanos, y eso no está pasando.

Para mí genocidio es el hecho de que en un período corto se muera una enorme cantidad de personas por una misma causa. Si a mí en cinco años me dicen que han disminuido los niveles de violencia en el país y que los asesinatos diarios han bajado a un promedio de 6 o 7, pero que para lograr eso hubo que haber pagado una cuota 30.000 o 40.000 salvadoreños muertos, yo cuestionaría ese concepto de victoria.

Muchos creen que los pandilleros no son ‘rehabilitables ’, y de hecho ponen la Tregua como ejemplo para argumentarlo, porque ese momento de distensión lo usaron para ganar presencia territorial, para consolidarse como estructuras...

Ese es un argumento de los detractores, pero no es cierto.

¿Que no ganaron presencia territorial?

¡N'ombre! Lo que hizo la Tregua fue poner al descubierto una verdad que estaba oculta.

Las pandillas ya eran lo que son, pero durante la Tregua, sobre todo en el área rural, se instalaron en sitios en los que antes no tenían presencia.

No es cierto. Sostuvimos el reclutamiento, no crecieron las pandillas en ese tiempo. Les bajamos mucho de los ingresos económicos por la vía del delito y la extorsión, les quitamos armas... Que se fortalecieron como actor político, ahí sí puedo asentir, porque obviamente durante todo ese período fueron un actor político, pero en los otros aspectos lo que yo siento es que el proceso lo que hizo fue poner al descubierto.

¿Cree que el pandillero, como pandillero activo, es ‘rehabilitable’?

Por mi experiencia te digo que sí.

¿Rehabilitó a muchos usted?

¡Yo soy un rehabilitado! A muchos no les gusta esto, pero yo viví la experiencia del desmontaje de las estructuras militares del FMLN y había mucha gente a la que yo hubiera podido calificar como que ya se había transformado por la guerra misma, y muchos de ellos se rehabilitaron y muchos de ellos viven tranquilamente, trabajan honradamente incluso en los mismos Estados Unidos.

Insiste en hacer el símil con el FMLN, pero la cosa es que la guerrilla se desarmó como estructura militar…

Y es lo que queríamos hacer con las pandillas.

¿La apuesta de la Tregua era caminar hasta desarticular a la MS13 y a los dos Barrio 18?

No, la idea era que renunciaran a la violencia. Siempre hice esa diferencia, porque yo digo que se equivoca el que viene con la idea de desarticularlos como estructuras, desmontarles su esquema, su forma de ver la vida, porque esa es ya una subcultura.

Usted se imagina a la Mara Salvatrucha convertida en... ¿qué? ¿En una asociación o en qué? Ustedes, la exguerrilla, se convirtieron en partido político, ¿La MS13 pasaría a ser qué? ¿Partido político también?

Si no hacen violencia, yo me preguntaría ¿¡por qué no!? Si el problema aquí es el problema de la violencia, que es lo que hay que trabajar para que este tipo de grupos renuncien.

Pongamos que se lograra... Hay un tipo de violencia que va más allá de matar, que implica las relaciones de poder dentro de las comunidades. Por ejemplo, cuando las madres y esposas de los reos van en autobús al penal de Ciudad Barrios, levantan al resto de pasajeros para tomar ellos sus asientos. Esa relación ya distorsionada de convivencia, ese trono en que se han subido las pandillas, ¿cómo se puede desmontar?

Con mucha inteligencia emocional. Yo fui en algún momento, entre mis locuras, partidario de la idea de que había que convertir a una buena parte de la estructura de la pandilla es una especie de agentes auxiliares de seguridad comunitaria, algo que permitiese darle vuelta a la tortilla: pagarles para que propiciaran seguridad en los territorios.

La Mafia italiana cobraba para dar seguridad, aunque la realidad era que cobraban para no joderte. Si el Estado paga a los pandilleros a para que sean agentes de paz, ¿no estaría pagando en realidad para que no jodieran a la gente?

¿Y si estuvieran bajo la jurisdicción de la PNC?

¿¡Convertir pandilleros en policías!?

En auxiliares. Te lo digo porque la mejor experiencia que tuvimos en reinserción de excombatientes son los que metimos en la PNC.

No es lo mismo. ¿Cómo una sociedad como la nuestra va a digerir lo que estás proponiendo?

Si el resultado es positivo, se digiere.

La Tregua disminuyó los homicidios a más de la mitad durante 15 meses, y el salvadoreño promedio odió ese proceso y lo odia a usted.

Porque los medios de comunicación, incluyendo a El Faro, decían que la cosa era igual, que no había cambiado nada… ¡pero habíamos bajado de 14 asesinatos a 5! Jamás se le quiso reconocer el mérito al proceso. Si vos no das el beneficio de la duda... ¡el proceso recién lo estábamos comenzando! No se le dio la posibilidad de que se desarrollara.

Volviendo al punto original... ¿cree que el diálogo como opción es imposible de retomar?

Eso es la conclusión a la que yo he llegado: ¿por qué tomo la decisión esta de ya no estar enfrascado en buscar la alternativa de paz en el corto o mediano plazo? Porque llegué al convencimiento de que ya no hay capacidad nacional, con actores nacionales, de encontrar una salida a este problema. Siento que nos hemos polarizado demasiado, y que de alguna manera nos hemos satanizado entre nosotros mismos, y que el mismo Consejo terminó siendo un fantoche que para lo único que ha servido es para justificar y legitimar la acción represiva del gobierno en el último año. Por eso cobra fuerza la idea de que tengan que ser actores internacionales los que busquen o contribuyan a buscar soluciones.

En la práctica, ¿qué significa que ya no se te considere vocero del proceso?

Significa que este espacio desde el que yo he estado trabajando los últimos años es un espacio que ya no va a ser utilizado en esta dirección; de hecho, estoy entregando esta oficina, ya no se va a convertir esta acción en mi prioridad, porque voy a atender otros temas: voy a apoyar un proceso de paz donde no hay apriorismos que impidan la búsqueda de la paz: el proceso de Colombia.

¿Ya está en ello?

Ya estoy trabajando en esa dirección y creo que es una excelente oportunidad. Me parece que lo que ahí se está construyendo debería de ser modelo. Estar pensando en una acción unilateral, como la que pretende impulsar la iniciativa de ley para reinsertar a las pandillas... se corre el peligro de que eso se quede en gritos mediáticos, porque quien te tiene que tomar la palabra es el pandillero activo, ¿o no? Y si no lo estás tomando en cuenta y ni siquiera querés hablar con él, ¿cómo vas a hacer para que él pudiera tomar la decisión de acceder a los beneficios de la ley? Es demasiado ingenuo pretender que un conflicto solo una parte determina las reglas. También empezaré a dedicarle parte de mi esfuerzo a un tema del cual yo me había retirado voluntariamente: la política. Hoy sí estoy convencido de que el país necesita verdaderas opciones políticas que cambien esta realidad.

¿Un partido político?

Estoy pensando, estoy intercambiando esta idea con algunos amigos míos que comparten mi tesis, y creo que eso va a ser parte de mis próximos esfuerzos. Vamos a trabajar en construir una alternativa que le resuelva dos cosas a la población: resolverle el problema de la violencia, ¡y eso nosotros sabemos cómo hacerlo! Y dos, resolver el problema de la pobreza, pero no con socialismos. El socialismo no ha resuelto la pobreza a nadie a lo largo de la historia de la humanidad. La pobreza se resuelve generando riqueza y eso vamos a proponer.

Esta es la segunda parte de un artículo que apareció en Sala Negra de El Faro y fue publicado con permiso. Vea la primera parte aquí. Vea el original aquí.

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