El Índice Global de Esclavitud ha identificado a México, Haití y Brasil como los países con el mayor número de personas sometidas a la esclavitud moderna en las Américas, en parte debido a que los grupos criminales en estos países explotan a los niños y a otras poblaciones vulnerables.
Según el Índice Global de Esclavitud de 2014 (Global Slavery Index), que es producido por la Fundación Walk Free, un 3,6 por ciento de las aproximadamente 35,8 millones de personas que viven bajo alguna forma de esclavitud moderna se encuentran en las Américas.
El informe identificó a Haití como el país de la región con el mayor porcentaje de población viviendo bajo condiciones de esclavitud, con un estimado de 237.700 personas privadas de su libertad.
Según el Índice, México es el hogar del mayor número de personas viviendo en condiciones de esclavitud, con más de 260.000 personas sometidas a alguna forma de esclavitud moderna, seguido por Haití, Brasil y Colombia, como se indica en el siguiente gráfico.
Análisis de InSight Crime
Hay varias maneras en las que el crimen organizado juega un papel en el sometimiento de poblaciones vulnerables -incluyendo niños y migrantes indocumentados- a la esclavitud.
En México, los carteles utilizan a los niños para llevar a cabo actividades ilegales, incluyendo el tráfico de drogas, vigilancia y asesinatos selectivos. Un asesor en materia de Derechos Humanos de Refugees International dijo a InSight Crimen en julio que un estimado de entre 20.000 y 30.000 niños han sido reclutados por organizaciones criminales en el país, y que muchos son utilizados para guiar a los migrantes a través de la frontera hacia Estados Unidos.
Los migrantes indocumentados también son vulnerables a la explotación en México. Según informes, los grupos criminales han esclavizado a los migrantes y a otras personas en los campos de trabajo donde se les obliga a cometer asesinatos, procesar drogas, construir túneles, servir como vigías, y trabajar como esclavas sexuales. Los grupos criminales mexicanos también están fuertemente involucrados en la trata de personas con fines de explotación sexual, con el 70 por ciento de los casos de tráfico sexual reportados a la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATW-LAC, por sus siglas en inglés) siendo atribuido a estos grupos.
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Los grupos criminales también juegan un papel en la explotación de niños en Brasil, según el Índice Global de Esclavitud. Las pandillas en Brasil drogan y reclutan a niños para torturar y matar a sus enemigos, ya que los menores reciben penas de prisión más cortas que los pandilleros adultos.
La explotación de los inmigrantes indocumentados es también un gran problema en Brasil, sobre todo en la industria textil. Según el informe, cerca de la mitad de los 100.000 inmigrantes bolivianos en Brasil entró al país ilegalmente, lo que los hace especialmente vulnerables a convertirse en víctimas del trabajo forzoso. Un gran número de trabajadores explotados también es empleado en la industria de la construcción y en el sector agrícola, así como en los hogares como trabajadores domésticos.
En el caso de Haití, muchos son víctimas de una práctica común llamada "restavek", en la que los niños de familias de bajos ingresos son enviados a vivir y trabajar en otros hogares. En teoría, el sistema restavek permite a los niños pobres asistir a la escuela y recibir alojamiento y comida a cambio de ayudar en tareas como cocinar, limpiar y llevar agua. En la práctica, sin embargo, los niños a menudo son explotados y en algunos casos abusados verbal, física o sexualmente.
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Según el informe, los niños de Haití también son vulnerables a la trata de personas en República Dominicana ya sea para trabajo doméstico, trabajo infantil o prostitución forzada. Esto es especialmente cierto para aquellos que viven en zonas de bajos ingresos controladas por bandas criminales, y para los niños alojados en los campos para personas internamente desplazadas (PDI, por sus siglas en inglés) instalados tras el terremoto de Haití en enero de 2010.
Entre los países de Latinoamérica, el Índice destaca a Brasil como uno de los que ha desarrollado algunas de las políticas más agresivas contra la esclavitud, incluyendo un programa nacional que anima a los negocios a boicotear los proveedores que incurran en prácticas de explotación laboral. Políticas como éstas podrían obligar a las empresas de toda la región a mejorar sus prácticas laborales. Aún así, sin una legislación más estricta que proteja a las poblaciones más vulnerables -y mayores esfuerzos de aplicación de la ley contra los grupos criminales- lo más posible es que el impacto de este tipo de programas sea mínimo en países donde cientos de miles de personas viven en condiciones de esclavitud.