Se cree que al menos 40 hombres murieron en el último episodio de lucha por el control de los cultivos de droga en los Llanos Orientales de Colombia y las lucrativas rutas de cocaína que dan acceso a Venezuela, dijeron fuentes de inteligencia a InSight Crime.

La lucha se concentra en Mapiripán, departamento del Meta, donde una serie de asesinatos han vuelto a aumentar la tensión en esta zona cocalera, remota y sin ley.

La lucha se presenta debido a que al menos cuatro grupos diferentes tratan de llenar el vacío dejado por Pedro Oliveiro Guerreo, alias “Cuchillo,” abatido por la policía en diciembre de 2010, y Daniel Barrera, alias “El Loco,” capturado en septiembre de 2012.

Se cree que los Llanos Orientales, que se extienden a lo largo de la frontera con Brasil y Venezuela, generan unos US$300 millones al año en ventas de cocaína.

Cuchillo creó su propio grupo paramilitar, el Ejército Revolucionario Popular Antisubversivo de Colombia (ERPAC), en 2006, el cual, hasta su muerte en diciembre de 2010, controlaba la mayor parte del tráfico de cocaína en los departamentos de Meta, Guaviare, Vichada y Casanare. También fue el principal proveedor de cocaína del Loco Barrera, uno de los narcotraficantes más poderosos de Colombia.

Análisis de InSight Crime

De las antiguas facciones del ERPAC que quedan en la región, el grupo dominante está dirigido por Martin Farfán Díaz, alias “Pijarbey,” una vez el máximo comandante militar del ERPAC, quien fue encarcelado por poco tiempo antes de volver a su antiguo puesto. Rafael Escobar Patiño, alias “Monstrico”, anteriormente comandante de rango medio del ERPAC, se está enfrentando a él.

Pijarbey solía manejar el feudo del ERPAC en Vichada. InSight Crime llevó a cabo investigaciones en Vichada antes del arresto de Pijarbey en diciembre de 2009. Este tenía laboratorios de cocaína en la parte norte de Vichada, y transportaba los cargamentos de cocaína hacia el norte, hacia Venezuela, utilizando una mezcla de barcos, desplazándose a lo largo de muchos ríos y afluentes, y vehículos todo terreno.

Pijarbey pasó sólo dos años en prisión. Un vez liberado, regresó inmediatamente a su viejo territorio, volvió a asumir el mando de sus combatientes, y regresó al negocio de la cocaína. Fuentes de inteligencia dijeron a InSight Crime que él había enviado combatientes de Vichada a Meta, en un intento por reunir al antiguo imperio del ERPAC bajo su control.

Los rivales de los grupos enfrentados son rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y la organización criminal más poderosa del país, los Urabeños. Pero ha habido indicios de que Pijarbey ya ha llegado a un acuerdo con los Urabeños.

Los Urabeños son ahora la franquicia criminal más poderosa en el país, con presencia en al menos 16 de los 32 departamentos de Colombia. Si esto es cierto, es muy probable que Pijarbey salga vencedor. Los Urabeños apoyan a sus aliados con dinero, armas y, algunas veces, con tropas de choque fuertemente armadas.

Además de las FARC, nadie ha sido capaz de resistir el avance de los Urabeños. Y quienquiera que gane dentro del ERPAC probablemente tendrá que llegar a un acuerdo con las FARC, en la medida que los guerrilleros controlan el acceso a una gran parte de los cultivos de coca en la región.

Las FARC también tienen intereses en Mapiripán. Aquí el comandante guerrillero Elmer Mata Caviedes, alias “Albeiro Córdoba,” ha estado reconstruyendo la operación narcotraficante de las FARC en los Llanos Orientales, al mando de por lo menos 500 combatientes.

Por su parte, las FARC están felices de vender la base de coca al mejor postor, que solía ser el ERPAC. El ERPAC luego procesaba la base de coca en cocaína y la movía hacia Venezuela, ahora el principal país de tránsito para la cocaína colombiana que se mueve hacia Estados Unidos o Europa.

Si bien el premio principal por el que ellos están luchando es el control de hasta 100 toneladas de cocaína producidas en los Llanos Orientales — que, en Estados Unidos tienen un valor de hasta US$2 billones — hay otros dos premios importantes a considerar. El primero es la tierra. Esta región tiene una de las tierras más productivas del país. El control de esta tierra ha estado en el centro del conflicto civil colombiano, que ya cuenta 49 años, y gran parte de ella ha sido comprada por narcotraficantes poderosos y figuras mafiosas. Así que, cualquier grupo que tome el control de esta zona, también podrá apropiarse de la tierra que es propiedad de los narcotraficantes, y demandar pagos de “protección” que les permita mantenerlas.

El segundo premio es el control de la distribución de droga regional, particularmente en la capital del departamento, Villavicencio, la puerta que une a los Llanos Orientales con Bogotá, el mercado local de droga más grande del país. Ha habido una ola de asesinatos selectivos en Villavicencio en los últimos meses, incluyendo la masacre del 8 de diciembre, cuando hombres armados abrieron fuego contra cinco hombres que estaban bebiendo en un bar. La policía cree que los hombres armados fueron enviados por Pijarbey. 

Jeremy McDermott is co-founder and co-director of InSight Crime. McDermott has more than two decades of experience reporting from around Latin America. He is a former British Army officer, who saw active...

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