Un nuevo informe examina un combate armado en Honduras que involucra a agentes de la DEA, ofreciendo una serie de recomendaciones sobre cómo oficiales estadounidenses pueden evitar estos incidentes en el futuro.
El reporte del Center for Economic Policy and Research (CEPR, Centro para la Investigación de Políticas Económicas), un centro de pensamiento en Washington con una inclinación de izquierda, se titula “Daño Colateral de una Guerra contra las Drogas” (“Collateral Damage of a Drug War” en inglés), y analiza los eventos del 11 de mayo, 2012 en la comunidad de Ahuas en Honduras. Durante los hechos, oficiales hondureños dijeron que tuvieron que dar de baja a dos narcotraficantes y lograron incautar una cantidad significativa de cocaína, luego de rastrear un vuelo con drogas proveniente de Suramérica.
Según la versión oficial, el tiroteo fue iniciado luego de que un bote piloteado por una comerciante local, trabajando para los narcotraficantes, presuntamente chocara contra otra nave cargada con cocaína, que ya se había capturado por dos hondureños y un agente de la DEA. Esto obligó a que los agentes llamaran a pedir asistencia de uno de los cuatro helicópteros en el área, el cual abrió fuego contra el bote y sus 16 pasajeros, asesinando a dos de ellos.
Las versiones locales son significativamente diferentes. Es claro inmediatamente que, no fueron dos los asesinados sino cuatro, incluyendo a una mujer embarazada y un niño de 14 años. Otros cuatro fueron heridos. Adicionalmente, los lugareños niegan cualquier conexión entre el bote que pasaba por el área y los narcotraficantes, rechazando la idea de que alguno de los pasajeros, los cuales iban en su mayoría dormidos, se enfrentaron a los agentes gubernamentales.
Los lugareños también reportan una fuerte presencia de estadounidenses apoyando a los hondureños en el combate (eran angloparlantes, parecían de ascendencia europea y usaban uniformes que tenían la bandera de los Estados Unidos). Testigos aseguraron que un estadounidense estaba operando un arma montada en el helicóptero involucrado en el tiroteo, y que fueron los estadounidenses quienes asumieron el liderazgo al momento de interrogar a los testigos y a los sobrevivientes.
El reporte del CEPR, que está basado en entrevistas extensas con oficiales y testigos, apoya fuertemente la versión alternativa. Los autores no encontraron evidencia que concluyera que el bote lleno de lugareños atacara a los oficiales hondureños y estadounidenses, ni tampoco alguna razón para sospechar que estuvieran asociados con narcotraficantes. También encontraron que la DEA, más que apoyar a las autoridades locales se encontraban, en efecto, liderándolas.
Adicionalmente, como reconocen los autores, las muertes en Ahuas demuestran los problemas que vienen del afán de Estados Unidos por llevar a cabo actividades antinarcóticos en América Latina. “De muchas formas, el incidente del 11 de mayo 11 Ahuas es emblemático tanto de los riesgos extremos asociados con aplicar métodos militares a los esfuerzos antinarcóticos como de las dificultades inherentes a mecanismos pobres o inexistentes de responsabilidad alrededor de actividades de interdicción de alto riesgo”, escriben los autores del informe.
Y no es un fenómeno exclusivo de Honduras, o de la DEA. El incidente de Ahuas se da en un momento de creciente interés en la seguridad de Centroamérica, por parte de diferentes agencias de Estados Unidos. Como señaló InSight Crime en marzo, el Comando Sur de Estados Unidos (conocido como Southcom), que tiene por jurisdicción a todo el Hemisferio Occidental desde el sur de México, ha aumentado su interés en Centroamérica. Como atestiguó el General Douglas Fraser, comandante del Southcom, frente al Comité de los Servicios Armados de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos:
“Estamos viendo que ahora parte de la oferta de cocaína –hablaré específicamente de la cocaína– se mueve a través de Centro y Suramérica. Pero, la violencia continúa aumentando en Centroamérica, y es por eso que allí es donde nos estamos enfocando. El año pasado la ONU estimo, o dijo, que Honduras tiene la mayor tasa de violencia de cualquier país del mundo. Vemos que esto es influencia directa del crimen organizado transnacional, pero también hay pandillas y otros factores que hay que tener en cuenta”.
Al mismo tiempo, la presencia de Southcom en Colombia, anteriormente su interés primordial, se ha reducido y está señalado que se reducirá aún más en los años venideros, a medida que la ayuda proveniente de Estados Unidos a través del Plan Colombia disminuye. De alguna forma, esto tiene sentido, ya que durante la última década el Triángulo del Norte Centroamericano se ha vuelto una de las regiones más violentas del planeta, mientras que Colombia se ha vuelto más segura. También hay evidencia de que la producción de cocaína se está volcando a Centroamérica: InSight Crime reportó el año pasado el descubrimiento de un laboratorio para el procesamiento de cocaína en Honduras, y las autoridades guatemaltecas han interpretado el incremento en incautaciones de pasta base de coca como una señal del procesamiento de la droga en ese país también.
Pero, el incidente en Honduras, pese a que se centro en agentes de la DEA que en personal militar, demuestra los riesgos de inundar países extranjeros con representantes armados del gobierno estadounidense, para pelear un enemigo que se camufla y es difícil de distinguir de la población civil en un terreno desconocido. El tiroteo de Ahuas pudo no ser inevitable, pero a medida que los estadounidenses asumen roles más protagónicos, estos escándalos podrían ser más frecuentes. .
Aunque una mayor distancia de las operaciones antinarcóticos pueda limitar el número de operaciones exitosas por parte de las autoridades locales, prevendrá mayores situaciones embarazosas para Estados Unidos y sus aliados extranjeros.