El brutal choque de este año entre el PCC y el Clan Rotela ha arrojado luz sobre el consumo de crack en Paraguay, una droga que estimuló el nacimiento del grupo criminal más grande del país, y que ahora se constituye como uno de los mayores desafíos para las autoridades penitenciarias.
En junio de 2019, enfrentamientos entre el PCC (Primeiro Comando da Capital —PCC) y el Clan Rotela alcanzaron niveles de violencia nunca antes vistos en las cárceles de Paraguay. El incidente, que tuvo lugar en la penitenciaría de San Pedro, resultó en la muerte de 10 miembros de este clan paraguayo, quienes fueron decapitados e incinerados por afiliados al PCC.
Meses antes, miembros del Clan Rotela habían asesinado a Wilson Diana, un miembro del PCC que había sido trasladado desde la Penitenciaría la Esperanza y se encontraba “apostado” en Tacumbú, mientras esperaba su audiencia en uno de los tribunales de Asunción.
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Estos dos grupos no siempre estuvieron en guerra. Según le informaron autoridades penitenciarias a InSight Crime, en las prisiones de Concepción y Oviedo se amotinaron juntos, incluso tomando como rehén a un guardia de seguridad en Concepción.
Aunque las razones detrás de la violencia no son del todo claras, la distribución de drogas, específicamente de crack, apunta a ser una de las causas de los enfrentamientos entre estos dos grupos.
“Es evidente que el Clan Rotela apoyaba la venta de crack en algunas cárceles, pero también hay una lucha con otros grupos, porque el PCC no acepta el consumo de crack [dentro de las prisiones]. Entonces no sabemos si las luchas son por la venta de drogas o porque las drogas no deben ser vendidas,” le aseguró a InSight Crime Joaquín González, Director Nacional de Institutos Penitenciarios.
A pesar de ser un mercado pequeño a nivel regional, Paraguay ha experimentado un considerable aumento en la oferta y consumo de esta droga en las dos últimas décadas. En 2017, el Observatorio Paraguayo de drogas (OPD) catalogó al “crack” como la droga que ocasionaba el “consumo más problemático” en el país.
Paralelamente, la producción de crack en el país ha alcanzado niveles alarmantes, hasta llegar a un pico de 30 toneladas decomisadas en 2014, según cifras oficiales de la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD).
Análisis de InSight Crime
El mercado de crack de Paraguay parece ser directamente responsable del nacimiento del grupo criminal más grande del país y pone en grave peligro la estabilidad de un sistema penitenciario deficiente, tal y como lo dejó al descubierto la masacre de junio de 2019.
Fuentes oficiales le aseguraron a InSight Crime que este clan familiar, liderado por Armando Javier y Oscar Rotela, creció gracias a la venta de crack en los barrios más empobrecidos de Asunción, antes de ingresar al mercado de drogas en la prisión más grande del país, Tacumbú.
Informes de un laboratorio desmantelado en 2014 develaron como este grupo había pasado a la producción de crack. Para 2019, las autoridades estimaron que Javier Armando Rotela, apodado el "zar del microtráfico", controlaba la mitad de la venta de crack en el país.
El aumento en su participación en el tráfico de esta droga ha consolidado la presencia del Clan Rotela en las prisiones a nivel nacional, en particular en los dos últimos años, según lo comentaron autoridades penitenciarias a InSight Crime.
Esta dinámica de expansión también ha sido estimulada por debilidades institucionales, quizás más visibles en Tacumbú, donde empezaron las disputas tras el asesinato de Wilson Diana.
“El problema puede surgir en cualquier momento por la sobrepoblación que hay, el lugar es para 1.500 internos y hay casi 4.000”, aseguró Jorge Fernández, exdirector de Tacumbú, la cárcel más sobrepoblada del país.
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La situación de superpoblación de las prisiones paraguayas, sobre todo en Tacumbú –uno de sus mayores fortines–, favoreció la diseminación de miembros de este clan a otras cárceles del país, quienes cada vez entraron en mayor contacto –y en lucha– con otros grupos criminales como el PCC. Desde el incidente en San Pedro, las autoridades penitenciarias han tratado de separar a estos dos clanes en algunas de las prisiones más importantes del país, aunque este no siempre es el caso.
Mientras tanto, este clan paraguayo no ha tenido problemas en reclutar a nuevos miembros. Como lo aseguró González a InSight Crime, la mayoría de sus miembros vienen de las “esferas” más marginalizadas de la sociedad, son generalmente adictos al crack, y por lo general entran a las prisiones por reincidencia o por delitos menores relacionados al consumo.
Sumado a ello, el problema se ve agravado por la falta de programas a nivel nacional que aborden los problemas de adicción desde una perspectiva de salud pública. “La gente que entra porque roba por droga debería ser destinada a un centro de adicción, pero lo primero que los jueces dicen es que vengan acá,” aseguró Fenández, director de Tacumbú.
Hoy las autoridades calculan que, dentro de las prisiones, el Clan Rotela podría alcanzar la cifra de entre 1.000 a 5.000 afiliados, muchos más miembros que cualquier otro grupo criminal en el país, según González.
Sin embargo, esta cifra debe ser tomada con cautela, pues más allá de sus líderes Javier Armando y Oscar Rotela, la cantidad de reos afines a este grupo criminal podría estar relacionada al consumo de crack dentro de las prisiones.
El Clan Rotela no parece tener una estructura jerárquica bien definida, ni un sistema de lealtades tan fuertes como el de sus contrapartes brasileñas. De hecho, autoridades penitenciarías se han referido a miembros de este clan como “mercenarios”.
Aunque la naturaleza de su estructura y su control real permanezcan inciertos, lo seguro es que los enfrentamientos entre estos dos grupos están lejos de acabarse. Autoridades penitenciarias le aseguraron a inSight Crime que se encuentran a la espera de una retaliación mucho más grande por parte del Clan Rotela, además de futuros enfrentamientos con el PCC, que ahora se encuentra en 15 de las 18 penitenciarías del país, según información a la que pudo tener acceso InSight Crime.