El fiscal general de Costa Rica ha advertido que con el declive de los poderosos carteles mexicanos, las pandillas centroamericanas podrían ascender y tomar el control de las operaciones criminales en la región – un escenario extremo pero no improsible.
En una entrevista reciente con El Universal, el Fiscal General de Costa Rica, Jorge Chavarría, advirtió que los grupos criminales centroamericanos podrían fortalecerse y suplantar a sus contrapartes mexicanas en la región, si los carteles mexicanos llegan a perder el poder.
“En estos momentos el dominio clarísimo es mexicano. Pero si nos proyectamos a 10 años, ¿qué puede pasar si en México, al final, la lucha [contra el crimen] tiene un efecto positivo desde el punto de vista del estado mexicano? dijo Chavarría. Ahí es donde tenemos que proyectarnos, para ver cómo evitamos que se consoliden las organizaciones centroamericanas que podrían sustituir a las mexicanas”.
Los principales candidatos para asumir el papel de los carteles mexicanos, son las pandillas en el Triángulo del Norte de Guatemala, El Salvador y Honduras. El Universal destacó al Cartel de Texis salvadoreño y a los grupos guatemaltecos de los Mendozas y los Charros, como algunos de los más poderosos.
Chavarría dijo que hasta el momento no se han detectado carteles costarricenses, pero que las autoridades deben trabajar para prevenir su aparición, agregando que, "lo que es muy riesgoso para nosotros es que una persona empiece a desarrollar un liderazgo y a establecer una organización (de cobertura) centroamericana ante el vacío de (estructuras criminales) de otros países como México y Colombia”.
Análisis de InSight Crime
El declive de los carteles mexicanos puede ya estar en marcha. El mes pasado, el encargado del Departamento de Estado de Estados Unidos de la lucha antinarcótica, William Brownfield, anunció que las grandes organizaciones narcotraficantes mexicanas estaban “al borde del colapso”, gracias a la presión sostenida sobre sus operaciones en la región. La mayoría de las grandes organizaciones mexicanas, desde la Organización de los Beltrán Leyva y el Cartel del Golfo, hasta los carteles de Juárez y Tijuana, son ahora sombras de lo que alguna vez fueron, como lo estableció el analista Alejandro Hope.
Brownfield reconoció que la ofensiva contra los grupos mexicanos implica un mayor riesgo para Centroamérica y el Caribe.
Como señaló El Universal, los grupos mexicanos como el Cartel de Sinaloa y los Zetas actualmente utilizan a las pandillas centroamericanas como agentes para lavar dinero, infiltrar la policía local, y traficar drogas. Si estos papeles se invierten, los carteles centroamericanos tendrían que aumentar su presencia en México. Esto sería más difícil de lo que fue para los mexicanos moverse hacia el sur, dado que el estado mexicano tiene instituciones mucho más fuertes que las del Triángulo del Norte. Los grupos mexicanos fueron capaces de tomar ventaja de gran parte de los espacios no gobernados en el istmo – como la provincia de Petén en el norte de Guatemala – para llevar a cabo sus operaciones.
Si las pandillas centroamericanas aumentan su participación en el comercio, ellas podrían evitar a México como un país de tránsito y traficar las drogas a través del Caribe, la ruta preferida en los años ochenta. Tanto los funcionarios de Estados Unidos como los líderes del Caribe han sugerido que el uso de nuevo de las rutas caribeñas puede ya estar ocurriendo gracias a la presión sostenida sobre el narcotráfico a través de Centroamérica. Si las drogas llegan a los Estados Unidos por vía marítima, los traficantes centroamericanos serían capaces de excluir cada vez más a los carteles mexicanos de la cadena de suministro.
Como señaló Chavarría, es probable que estos escenarios no tengan lugar en el futuro inmediato. A pesar de que los grupos criminales monolíticos mexicanos pueden estar desintegrándose, cualquier cambio de poder en el sur tomará tiempo. Sin embargo, las pandillas centroamericanas, después de haber pasado años como subordinados de los mexicanos, podrían estar bien posicionadas para ascender y tomar el control del crimen organizado en la región.