Mientras la violencia crece en El Salvador, surge un nuevo problema: versiones contradictorias de la policía.
Según ElSalvador.com, fuentes internas de inteligencia policial de El Salvador afirman que los cabecillas de las pandillas más grandes del país, Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18, han estado planeando por semanas el lanzamiento de una ofensiva conjunta contra el gobierno, mientras que los miembros de las pandillas esperan la “luz verde” para actuar según lo planeado. Informes de inteligencia —que dicen basarse en comunicaciones interceptadas a los líderes de las pandillas— revelan, como lo señalan los medios, que “las pandillas esperan tomar acciones más agresivas y están planeando una alianza conjunta”.
Una ofensiva coordinada implicaría aumentar los homicidios y atacar a “empleados públicos, infraestructura del Estado y partes del sector privado”, y estaría enfocada a demostrarle al gobierno el poder que poseen las pandillas.
El supuesto móvil de tal colaboración mutua son los recientes traslados de los cabecillas de las pandillas a la prisión de máxima seguridad en Zacatecoluca, así como las recientes muertes de pandilleros en enfrentamientos con policías y soldados. Dichos traslados le pusieron fin oficialmente al esfuerzo de años por lograr una tregua entre la MS13 y Barrio 18.
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Sin embargo, ElSalvador.com también informó que no todos los miembros de las pandillas están de acuerdo con la formación de un frente común. Es más, un alto oficial de la policía contactado por InSight Crime negó la información que aparecía en el informe, clarificando que simplemente no podría existir una alianza entre las dos pandillas, las cuales han luchado entre sí por décadas (por razones que los mismos miembros de ambas pandillas ya no recuerdan).
Análisis de InSight Crime
El informe sobre la alianza de las pandillas debe analizarse en el contexto de la actual crisis del gobierno sobre cómo lidiar con el problema de las pandillas después de la disolución de la tregua. No hay respuestas claras, y tal parece que las partes asumen posturas agresivas cada día más, especialmente desde que la violencia ha empeorado. En días pasados, ataques armados por presuntos pandilleros contra objetivos militares dejaron tres hombres muertos y otros tres heridos, lo que aumenta a seis el número de soldados asesinados en 2015. El fin de semana pasado, 34 personas fueron asesinadas en El Salvador.
Para combatir el aumento de la violencia, el 18 de abril el presidente Salvador Sánchez Cerén anunció la creación de tres batallones —con un total de 1.200 elementos de las fuerzas armadas— para combatir la delincuencia en los municipios más peligrosos de El Salvador. El 20 de abril, Hato Hasbún —designado por Cerén para presidir un consejo de seguridad pública especial— anunció la formación de un “batallón de limpieza” especial, conformado por 200 efectivos de la Policía Nacional Civil (PNC). Hasbún dijo que esta unidad será diferente de los otros tres batallones de las fuerzas armadas, pero que todos trabajarán “de forma conjunta”. Pero no dio más detalles sobre esta unidad ni sobre sus funciones.
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El gobierno también anunció que mezclará a la población carcelaria. Desde comienzos de este siglo, los pandilleros han sido enviados a prisiones donde sus compinches se encuentran recluidos. Pero ahora el gobierno trasladará a altos y medios mandos de Barrio 18 a una prisión donde están encarcelados miembros de la MS13; asimismo, enviará a cabecillas de la MS13 a cárceles donde predominan los miembros de Barrio 18.
Aunque el informe de ElSalvador.com infiere acertadamente que los líderes de las pandillas que están en las cárceles continúan comunicándose con sus miembros a pesar del fin de la tregua, es difícil imaginarse que las pandillas posean la habilidad de poner sus diferencias e intereses personales a un lado para organizar una ofensiva armada unificada.
A pesar de que los pandilleros encarcelados perciben a las fuerzas de seguridad estatal como el enemigo común, aquellos que están en las calles tienen sus propias dinámicas y desconfían mutuamente de los miembros de pandillas rivales. Por otro lado, al parecer el gobierno está tomando una posición más radical a medida que la violencia crece. Los altos oficiales del gobierno han dicho que la policía debe usar sus armas contra los criminales “con toda confianza”, y que si más pandilleros mueren en “legítima defensa”, esto ayudaría a pacificar a El Salvador.