En los últimos años, las incautaciones de cocaína en México han caído en picada, pero Alejandro Hope sostiene que lejos de ser un motivo de preocupación, esto podría significar que lo grupos criminales son cada vez más débiles.
Hope analiza las cifras de un informe reciente del gobierno de México, las cuales muestran que la cantidad de cocaína confiscada por las autoridades, ha disminuido en los últimos años a niveles nunca vistos desde la década de los ochenta, con cifras del primer semestre del 2012 continuando la tendencia (ver gráfico, abajo).
Es poco probable que este sea el resultado de un aumento en la corrupción y de oficiales dejando pasar más droga, sostiene Hope, porque las incautaciones de marihuana se han mantenido estables, mientras las incautaciones de heroína se han disparado.
Hope ofrece tres posibles explicaciones para la tendencia (lo siguiente es en sus propias palabras):
"1) Los narcotraficantes han cambiado sus medios de transporte, abandonando las rutas marítimas y optando cada vez más por las vías terrestres. Esta no es una sugerencia absurda: si las incautaciones de cocaína se desglosan por institución [ver gráfica], se puede observar que una disminución general se explica por una caída de las incautaciones por parte de la Armada mexicana. En el 2009, los marineros confiscaron más de 15 toneladas de cocaína; para el 2011, el número se redujo en un 90 por ciento, a 1,4 toneladas. Por el contrario, las cifras del Departamento de Defensa (Sedena), y otras instituciones, han crecido o se han mantenido estables. Eso podría significar que, cada vez más, la cocaína no llega directamente de México, sino que va primero a Centroamérica, y desde allí, es llevada por carretera desde Guatemala a la frontera con Estados Unidos.
2) La demanda de cocaína en los Estados Unidos ha disminuído (nota:no menos del 90% de la cocaína que se mueve a través de México va para el país vecino). Esto es completamente probable: según los datos de las encuestas nacionales de consumo de drogas [ver gráfica, abajo], el número de consumidores de cocaína en los Estados Unidos (el mes anterior a la encuesta) se redujo un 25 por ciento, entre el 2006 y el 2010. Según la estimación del IMCO [Instituto Mexicano para la Competitividad], esto implica una caída de alrededor de 45 toneladas en la demanda de cocaína en el vecino país. En general se cree que, en el corto plazo, la cantidad incautada tiene una relación más o menos constante con la cantidad traficada (la razón es simple: la capacidad y probabilidad de detección no varía mucho de un año a otro). Como consecuencia, si hay menos demanda de cocaína, menos es traficada, y por lo tanto, menos es incautada.
3) La ruta por el Caribe se está reabriendo. Esta es mucho más especulativa que las dos explicaciones anteriores, pero no es imposible. Últimamente, ha habido evidencia de un incremento del tráfico de cocaína en el Caribe (ver esta nota de Insight Crime sobre el tema). Primero, el Comando Sur del Ejército de Estados Unidos ha informado de un aumento en el número de vuelos clandestinos (trazas aéreas, les llaman en el medio) desde Colombia y Venezuela hacia República Dominicana y Haití. Segundo, las incautaciones de cocaína en Puerto Rico crecieron un 30 por ciento en el 2010, según la DEA (desde niveles modestos, valga la pena señalar). Tercero, en meses recientes, la Guardia Costera de Estados Unidos y el Servicio de Protección Fronteriza y Aduanera (CPB) han llevado a cabo varias incautaciones importantes en el Caribe, de más de una tonelada cada una. Cuarto, según un artículo publicado por el New York Times, las agencias de Estados Unidos reportaron el creciente uso de submarinos y semi-sumergibles para transportar drogas a la costa de Florida. Ninguna de estas es concluyente: la DEA sigue diciendo que la mayoría de la cocaína que llega a Estados Unidos pasa a través de Centroamérica y México. Sin embargo, sí sugiere que el diferencial del precio entre la ruta mexicana y la ruta del Caribe podría estarse cerrando”.
Para Hope, si la primera explicación es correcta y las incautaciones de cocaína han disminuido porque los traficantes han optado por las rutas marítimas, esto no tendría un gran impacto en el panorama criminal. Sin embargo, si se da el caso de que el comercio está siendo re-enrutado a través del Caribe, o que la demanda de Estados Unidos por la cocaína está disminuyendo, esto podría representar un cambio estructural de gran magnitud. Esto podría significar la reversión de los cambios que se dieron en el narcotráfico en México en los años ochenta, según Hope:
"La llegada de la cocaína, y, sobre todo, el cierre de la ruta del Caribe cambiaron todo: las ganancias de la exportación de drogas ilegales crecieron rápidamente, y los grupos de narcotraficantes tuvieron que desarrollar una organización sofisticada que nunca antes habían tenido, con el fin de manejar un negocio que empezó en los Andes y terminó en el otro lado de la frontera con Estados Unidos. Del mismo modo, con la cocaína involucrada, el incentivo de usar la corrupción o la violencia se disparó”.
Las organizaciones de narcotraficantes no serían capaces de compensar el déficit de ingresos de la cocaína mediante un aumento en el tráfico de otras drogas, señala Hope, porque es probable que los Estados Unidos legalice la marihuana en la siguiente década, el uso de heroína no está aumentando, mientras que el uso de metanfetamina sigue siendo pequeño en relación con aquel de la cocaína.
"Está claro que, pase lo que pase, no vamos a volver al anterior status quo: una vez que el crimen organizado se ha instalado en un país, toma décadas, sino siglos, para eliminarlo. Pero la naturaleza básica del fenómeno puede cambiar: sin tráfico a gran escala de cocaína ( y marihuana), los grupos criminales se harán más pequeños, más locales, y menos amenazantes para la estabilidad y la supervivencia del Estado. […]
Rueguen entonces que la caída de las incautaciones de cocaína sea algo más que problemas de registro. Y que ese algo sea un cambio de fondo en los patrones de tráfico. Porque si lo fuera, podríamos estar en el inicio del fin de una larga, larga pesadilla nacional”.