Los programas de policía comunitaria en Honduras están empezando a mostrar resultados, con la disminución de los índices de violencia en algunas áreas en donde estos se han puesto en marcha, aunque una reforma judicial también será necesaria para continuar reduciendo la alta tasa de criminalidad del país.
El barrio La Joya, en Tegucigalpa, recibió su primera unidad de policía comunitaria en septiembre de 2011, y un año después de la inauguración, el proyecto parece estar dando resultados, según informó El Heraldo. De acuerdo con un nuevo informe de InfoSurHoy, las tasas de criminalidad han disminuido en todas partes, y la Inspectora Sandra Cabrera, quien dirige la unidad de policía comunitaria de La Joya, dijo que el cambio fue inmediato. “El año pasado hubo más de 20 asaltos a mano armada, tres asesinatos y había constante presencia de los extorsionistas”, mientras que en 2012 no ha habido asesinatos o extorsiones y sólo tres asaltos a mano armada fueron denunciados, dijo la inspectora.
Los resultados se han replicado en otras partes de Tegucigalpa donde las operaciones de la policía comunitaria se han puesto en marcha. En enero, una unidad comenzó a trabajar en el barrio Flor del Campo, al cual InfoSurHoy se refiere como “uno de los lugares más peligrosos en la capital de Honduras”. Desde entonces, sólo tres homicidios se han reportado, en comparación con los 32 del año pasado.
El proyecto de la policía comunitaria, el cual se ha estado desarrollando desde 2008 y cuenta con el apoyo del gobierno brasileño, no se limita a la capital. Actualmente, hay 250 policías comunitarios trabajando con unos 50.000 voluntarios a lo largo de todo el país, para ofrecer eventos culturales a las comunidades, organizar comités de seguridad, y desarrollar iniciativas de prevención de drogas y pandillas, señaló InfoSurHoy.
Milton Fúnez, subinspector de la unidad de Flor del Campo, dijo a InfoSurHoy, “Mediante el acercamiento a las personas, estamos revirtiendo la mala imagen de la Policía Nacional, y también le estamos demostrando a nuestros compañeros que podemos trabajar por un país mejor”.
Análisis de InSight Crime
Iniciativas similares de policía comunitaria se han implementado en otras partes de la región. El caso más famoso, es el programa de “pacificación” en Rio de Janeiro, lanzado en 2008, el cual ha visto a favelas de la ciudad recibir Unidades de Policía Pacificadora (UPP), enfocadas en la comunidad. Éstas están dirigidas a instalar una presencia policial permanente en áreas que han sido abandonadas por el estado, en lugar de sólo llevar a cabo redadas policiales en contra de las bandas que operan allí. Un estudio financiado por el banco de desarrollo CAF, publicado en julio, encontró que las UPPs habían reducido la violencia en los barrios donde se habían instaladas.
El programa “distrito policial modelo”, financiado por Estados Unidos, se ha puesto en marcha en partes de Guatemala, desde 2004, el cual se concentra en la prevención policial y en la capacitación de los oficiales para fortalecer sus lazos con la comunidad. En un informe reciente, el International Crisis Group dijo que estos programas tienen el potencial de mejorar la actuación policial, aunque queda por ver si podrían ser replicados en el resto del país, o si estos serán lo que un oficial guatemalteco llamó “archipiélagos de competencia en un mar de corrupción”. El Crisis Group informó que aunque hubo éxito en el programa en el municipio de México vecino a la capital, los resultados fueron mixtos en Villa Nueva, hacia el sur.
Sin embargo, a pesar de los primeros signos de éxito en Honduras, las unidades de policía comunitaria aún deben trabajar en conjunto con la Policía Nacional, e indirectamente con el sistema judicial, los cuales son notoriamente corruptos. La impunidad oscila alrededor del 90 por ciento en el país, y algunos elementos de la policía son conocidos por trabajar con bandas criminales.
Hay un límite sobre lo que puede hacer la policía comunitaria para prevenir el delito, dado que Honduras sigue siendo un punto de tránsito principal para la cocaína que va a hacia Estados Unidos, y tiene una fuerte presencia de las "maras" centroamericanas. Los esfuerzos para combatir la corrupción en la policía y el poder judicial deben ser entonces una prioridad, así como las iniciativas de policía comunitaria.