El 2017 inició con un abrumador repunte de la violencia en Tijuana, México, y su región circundante, por la competencia entre diferentes grupos criminales que han llevado a esta ciudad fronteriza a dirigirse hacia su año más sangriento desde 2010.

Las autoridades del estado de Baja California, donde se sitúa Tijuana, informaron que en los dos primeros meses del año fueron asesinadas 208 personas en la ciudad. Una tasa de homicidios que puede romper un récord histórico y que representa un pronunciado incremento sobre la tasa de homicidios registrada en los últimos años.

Aunque el organismo oficial de estadísticas aún no publica su conteo definitivo de homicidios del último año, informes confiables se han referido a unos 700. Si este ritmo se mantiene en lo que resta del año, Tijuana terminaría con cerca de 1.300 homicidios, un aumento de casi 85 por ciento en un solo año. Desde 1990, el primer año en que hubo datos oficiales abiertos al público, Tijuana solo ha superado los 1.000 homicidios en dos ocasiones, en 2009 (1.118 homicidios) y en 2010 (1.256).

La violencia en Tijuana atiza el incremento regional en los homicidios. La revista local Zeta informó hace poco de 385 homicidios en toda Baja California entre el 1 de diciembre de 2016 y el 22 de febrero de 2017 —de los cuales más del 80 por ciento ocurrieron en Tijuana—. Según el Sistema Nacional de Seguridad Publica (SESNSP), en todo el estado hubo 129 muertes violentas durante enero de 2017, casi 50 por ciento más que en el mismo mes de 2016.

Análisis de InSight Crime

El caos actual en Tijuana es producto de factores de corto y largo plazo. En la última categoría, desde 2008 el hampa de Tijuana se ha movido hacia un equilibrio que es a la vez más violento y más volátil que en años anteriores.

De 1990 a 2007, un año normal tendría quizás 250 asesinatos. La ciudad nunca experimentó cambios bruscos, los que se han vuelto normales desde entonces; el total más elevado durante ese periodo fue 380 homicidios, y la tasa de homicidios fluctuó relativamente poco. No es coincidencia que este periodo correspondiera con la hegemonía de la organización de los Arellano Félix, también conocida como Cartel de Tijuana.

El colapso de ese grupo dejó al estado en una posición mucho más vulnerable. Desde 2008, la tasa anual promedio de homicidios en la ciudad se ha acercado más a los 700, con amplias oscilaciones según las vicisitudes en el panorama criminal local. Aun en la calma de los últimos años —en 2012 se registraron solo 321 homicidios— nunca hubo una percepción de estabilidad duradera, sino de una especie de fugaz oasis de calma antes del inevitable retorno de la violencia.

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El desplazamiento a largo plazo hacia un entorno criminal más volátil se ha combinado con una serie de causas inmediatas. Como lo informó InSight Crime en octubre de 2016, en Baja California Sur —que limita con Baja California— remanentes del Cartel de Tijuana han unido fuerzas con el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) para enfrentar al Cartel de Sinaloa. Esta nueva alianza, que se hace llamar el Cartel de Tijuana Nueva Generación, puede estar combatiendo al Cartel de Sinaloa también en Tijuana. Esto coincide con informes recientes que señalan que el CJNG se ha introducido en Tijuana.

Una nota de diciembre de 2016 en Animal Político apuntaba a una escisión entre varias células locales como principal motor de la violencia: la facción denominada El Chan, El Jorquera y El Kieto del lado del Cartel de Tijuana, y las células conocidas como El Aquiles y El Tigre en representación del Cartel de Sinaloa. El mismo informe también destaca la mayor presencia del CJNG en Tijuana.

En una entrevista con InSight Crime, Nathan Jones, profesor asistente de estudios sobre seguridad en la Universidad Estatal Sam Houston, también señaló las políticas de inmigración estadounidenses como factor adicional, que inunda la frontera de actores criminales.

“Las deportaciones por delitos graves en Estados Unidos han tenido un impacto desproporcionado en ciudades limítrofes como Tijuana, donde contratar un sicario valía 2.000 pesos en 2016”.

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Las autoridades locales también atribuyen un amplio número de homicidios al microtráfico. Dado que los distribuidores de drogas al menudeo suelen usarse como sustitutos en disputas de mayor alcance de los carteles, estos informes son consistentes con las versiones que señalan que el Cartel de Sinaloa está luchando por mantener su influencia sobre un cruce fronterizo importante contra una alianza de fuerzas del CJNG y el cartel de Tijuana.

No parece que el gobierno federal tenga muchos planes de respuesta. Zeta informó recientemente el envío de  300 soldados a Tijuana, un número reducido para una ciudad tan grande, en particular cuando el problema principal parece ser no la persecución de fugitivos (a lo que el ejército se ha hecho muy aficionado), sino la pacificación de los barrios (una tarea que demanda un gran pie de fuerza y que el ejército no ha cumplido tan bien, aun con un gran despliegue de soldados).

De persistir la violencia, Tijuana no necesitará más medidas de corto plazo, sino amplios planes de acción que movilicen a diferentes sectores de la sociedad. Según Jones, que realizó gran parte de su trabajo de campo doctoral en Tijuana y publicó un libro sobre ese asunto, la concentración de la actual violencia ha complicado los esfuerzos por desarrollar una respuesta al aumento en el derramamiento de sangre.

“Gran parte de la violencia se da entre los agentes del narcomenudeo y es por esta razón que la clase empresarial no ha presionado al gobierno, como lo hicieron en 2007-2010”, observó.

Esto es infortunado y corto de vista. Innumerables ejemplos de la historia reciente muestran que las disputas derivadas de rivalidades criminales pueden desbordar las fronteras y amenazar a la población en general, un punto en el que tomar control de la situación es una tarea mucho más demandante. 

9 respuestas a “¿Qué hay detrás del aumento de violencia en Tijuana, México?”